«Pero el príncipe Próspero era feliz, imperturbable y sagaz. Cuando ya había perecido la mitad de la población de sus dominios, llamó a su presencia a mil amigos alegres y bullangueros entre las damas y caballeros de su corte, y con ellos se retiró a la celosa seguridad de una de sus abadías encastilladas. La abadía era un edificio enorme y magnífico, creación del extravagante pero majestuoso gusto del príncipe. Estaba rodeada por una muralla alta y fuerte». (…)

«Estaban dispuestos a no dejar ninguna forma de escape para nadie que se sintiera impulsado por la desesperación o frenesí provocado por un prolongado encierro. La abadía tenía provisiones para mucho tiempo, y los cortesanos estaban equipados para desafiar el contagio durante un largo período. El príncipe había provisto todos los accesorios del placer: bufones, cómicos, bailarines, músicos, bellas mujeres y vino. Además, el castillo garantizaba la seguridad. Afuera estaba la muerte roja».
EDGAR ALLAN POE (1)

Modelo: ROWI
(1) «La máscara de la muerte roja», página 78 de «Los crímenes de la calle Morgue y otros cuentos».
Versión española de Hugo Brown. Biblioteca Básica Universal. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires, 1969.