“Jean Marie Le Pen, padre de Marine (la ultraderechista líder del Frente Nacional), aireó la teoría de complot que circula en Francia. “El atentado tiene la firma de los servicios secretos”, consideró Le Pen en una entrevista a un diario ruso.”
(“Colimba y complot” (recuadro).Sobre el asesinato de dibujantes y otras personas en la revista de humor “Charlie Hebdo”. Diario Página12, de Buenos Aires, sábado 17 de febrero 2015, pág. 17)
En cuanto a lo ocurrido al fiscal Alberto Nisman abundan y rellenan las numerosas opiniones, juicios y “análisis”. En general, sin pruebas y con la única intención de debilitar al gobierno argentino. Otro tanto sucede, en otro espacio lejano pero en tiempo simultáneo con el atentado anterior a “Charlie Hebdo”. Mi criterio no agregaría más a lo dicho en los medios de prensa, sobre todo aquello acallado y no demasiado divulgado. Sí creo que la guerra -no contra el “terrorismo internacional”- ha entrado ahora en una nueva etapa: comenzó aquí a morir gente. “Comenzaron a matar”, como me dice un compañero.
Repito solo lo afirmado por Luis Bruschtein el pasado sábado 17 de enero (apenas unos fragmentos de su nota):
“El fiasco del Gobierno en el esclarecimiento del atentado (a la AMIA) está también signado por la permanencia de Antonio “Jaime” Stiuso, como director de Operaciones en la SIDE, que era el responsable del contacto con la CIA y el Mossad, los servicios secretos de Estados Unidos e Israel, que proporcionaron la mayor parte de la información sobre la pista iraní que presentó Nisman. Los wikileaks de la embajada norteamericana en Argentina, confirmados en el ámbito de los servicios de inteligencia, muestran que Stiuso trabajaba más para el Mossad y la CIA que para la Casa Rosada, y que Nisman trabajaba más para esas embajadas y para Stiuso que para la Justicia. La culminación del proceso terminó de confirmarlo.”
(…)
“En ese momento, Estados Unidos estaba preparándose para una guerra con Irán igual que Israel, que amenazaba con bombardear a Teherán por temor al desarrollo de una bomba atómica en ese país. El Mossad y la CIA descartaron la pista siria y sus posibles ligazones con alguna conexión interna y se abocaron a aportarle información a Stiuso y a Nisman sobre la pista iraní, que además era funcional a la política exterior de sus gobiernos. Nisman construyó su acusación con esta información y la presentó. El Gobierno no puso reparos y respetó las decisiones judiciales. No le importó si era funcional a amigos o enemigos y desarrolló una estrategia internacional para lograr la captura de los ocho acusados iraníes y uno libanés. Se hizo la denuncia a Interpol…”
“Desde ese momento –hace ya varios años– hasta ahora, el fiscal no aportó nada más. Armó un relato hipotético de la manera en que se habría realizado el atentado, pero casi no generó prueba para sostenerlo en un tribunal, como lo indicó el juez Rodolfo Canicoba Corral, a cargo de la causa. Si los acusados hubieran comparecido ante un juez, hubiera sido muy difícil declararlos culpables. Resulta evidente que la CIA y el Mossad habían aportado la información pero no la prueba, como si les interesara más la denuncia política contra el régimen iraní que el juicio a los responsables del atentado a la AMIA. Y todo hace pensar que Nisman y Stiuso se limitaron a los objetivos que se planteaban esos servicios de inteligencia extranjeros.”
“Argentina venía reclamando que el gobierno iraní aceptara algún tipo de vía consensuada para destrabar la investigación. Tras hacer oídos sordos, el gobierno iraní sondeó una posibilidad y de allí surgió el memorándum de acuerdo con Irán para que el juez argentino tomara declaración indagatoria en Irán a los acusados. Nunca se habló de impunidad ni de levantar los alertas rojos que el juez había pedido a Interpol. Pero Nisman y Stiuso se opusieron y por lo tanto es posible inferir que también se oponían la CIA y el Mossad porque podía llegar a debilitar, si no ofrecía prueba contundente, la denuncia contra el régimen chiíta. Los periodistas obtienen parte de su información de los servicios de inteligencia en general. Y fueron periodistas argentinos, ligados a estos servicios, los que lanzaron las denuncias de que se había pactado impunidad a cambio de comercio. Una patraña considerable porque Argentina no necesita más mercados para sus granos y, si los necesitara, puede encontrarlos sin recurrir a Irán con el consiguiente costo político que eso tendría.”
(LUIS BRUSCHTEIN, “Un fiscal en la embajada”. Diario Página12, Buenos Aires, sábado 17 de enero 2015, pag.2)
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-264164-2015-01-17.html