Si la Covid-19 es un engendro reactivo de la naturaleza hay que reconocer a esta última haber dado una muestra de construcción superior. En principio, produce despoblamiento, muerte masiva de débiles y pobres, disgrega y aísla individuos y sociedades, obliga al encierro privado, despierta sentimientos de incertidumbre, miedo, desconfianza y desconcierto y, en especial, descorporiza, desexualiza. La Covid-19 es clasista por eugenésica dado que se dirige de modo masivo contra la vida humana a través de un distanciamiento de los cuerpos a-sexualizado en su modo más amplio, esto es, no únicamente en lo biológico genital sino sobre todo en lo corporal afectivo. El costo del amor, así, se torna horrorosamente alto. Juntarse, besar, implica riesgo de muerte. Aislarse y desvanecerse en el autismo corporal supone la disolución de la tambaleante idea del Amor tal como la concibe el humano del Oeste del planeta al menos desde la primera revolución industrial. La pandemia de esta gama de virus es significativamente puritana en lo sexual amoroso. Tanto que parece contradecir la perfección de la Naturaleza. Mucho se asemeja a una trampa siniestra de la Cultura. Va contra lo humano, contra lo mejor de lo humano, el amor, y lo hace justamente con la fuerza contraria a la vida y el amor, la Señora Muerte, el Señor Matar.
AMILCAR MORETTI

Modelo: Gise
AMILCAR MORETTI. Mayo 2020,ed. BUENOS AIRES.
