(La foto de tapa fue tomada del diario El País y pertenece a la Agencia AFP)


Escribe

Amilcar Moretti

(Esta nota fue publicada originalmente en la plataforma X (ex Twitter), el miércoles 18 de junio, a la noche)

Más de un millón de argentinos salieron a las calles de Buenos Aires y otras ciudades este miércoles 18 para apoyar a Cristina Kirchner en prisión por razones que, según los especialistas, no tienen ningún fundamento. Todo es inventado y nada está probado. El peronismo, como movimiento de masas, que permanecía dormido y muchos creyeron muerto tras las elecciones que en el 2023 dieron un triunfo del 56 % a la ultraderecha del liberalismo, parece haber despertado. Todo indica que sí: la prueba es la persistente movilización de miles de personas desde hace días. Movilización de protesta social pacífica, vale aclararlo. El gobierno puso en la calle unos 2.700 miembros de diferentes fuerzas de seguridad. Detuvieron algunas columnas y ómnibus pero no pudieron impedir el millón de ciudadanos en las calles, sobre todo en la histórica Plaza de Mayo de Buenos Aires y en las largas avenidas que confluyen hacia ella. Solo 300 mil personas movilizadas no pueden ser detenidas por la policía; es desbordada y la represión generaría un caos, disturbios e insurrección social de características impredecibles. Y no hubo 300 mil personas, se reunió más de un millón. La policía no pudo propinar garrotazos y gases asfixiantes como todos los miércoles hace contra un pequeño grupo de ancianos jubilados que se reúne para reclamar un aumento de su miserable ingreso previsional.
Foto tomada de EL DIARIO, de Argentina
                                     Lo dicho, uno de los aspectos de la gran movilización del miércoles 18 contra el gobierno y a favor de Cristina F. de Kirchner es el señalado: el peronismo, que es un movimiento político-social y no un partido, parece haberse puesto en marcha. Dicen que meter presa a Cristina significó haber «despertado al gigante dormido»: el peronismo que -téngase muy en cuenta- data y subsiste desde 1945. Otro aspecto, mejor, detalle, es que la CGT no apareció. Se notó la ausencia de las grandes columnas obreras que estuvieron en la fundación y sostén del peronismo, por tradición. La CGT no declaró la huelga general. Los trabajadores no estuvieron, salvo de manera dispersa o individual. Otro detalle: el millón de feministas a la argentina, con mucha incidencia de una cúpula catedrática de teóricas de clase media blanca formada por ensayistas como la estadounidense Judith Butler y otras del mismo palo del Norte desarrollado, ese millón de feministas tampoco estuvo. No hubo grandes columnas de pañuelos verdes. Las feministas argentinas militantes no son peronistas, en general son progresistas social-demócratas, al estilo europeo o estadounidense, su inspiración. Y si son feministas y peronistas, en ese caso han sostenido la fantasía delirante y despropósito de suponer que constituían el «movimiento social de masas más grande de la Argentina», superando, claro, al peronismo. Así me lo enrostró, desafiante, una funcionaria y militante peronista, hablándome con la letra «e». Una notable y curiosa falta de conciencia de realidad, si no una traición al movimiento popular y nacional, según como se mire.
                     A mi entender, el tercer punto a destacar es en qué medida esta gigantesca movilización popular afectó o debilitó al gobierno de ultraderecha, que ahora ha legalizado el libre espionaje sin orden judicial sobre cualquier expresión de los ciudadanos en democracia, por ejemplo, lo que se escribe o publica en las plataformas digitales. La policía federal puede detener y allanar sin orden judicial, y encarcelar, según interpretaciones que hagan ¿quiénes?, y que como mínimo son opinables. Es antidemocrático. Es una acción propia de una dictadura, y el actual es un gobierno elegido por el 56 % en democracia. Vale acotar que gran parte de ese 56 % antiperonista visceral o directamente gorila, parece a esta altura haberse arrepentido de su voto dado que, si puede aún comer, tiene que pagar la comida diaria con tarjeta de crédito y no puede alquilar ni un rancho destartalado dado el bajo nivel de los salarios, casi congelado desde hace año y medio, y los desproporcionados montos de los alquileres.
                       El gobierno tiene que haber recibido un duro impacto, a lo que se suma que no puede manejar la economía y el mundo exterior ya desconfía también de su capacidad para mantener la gobernabilidad. La inflación se desaceleró, pero porque la gente no compra, no come. o come mal. Bien, si el gobierno ha resultado afectado por una movilización popular callejera que parece ha de continuar, cabe conjeturar que el Poder le suelte la mano, y lo deje solo, a la deriva. Versiones circulantes adjudican la decisión de condenar a prisión a Cristina K. a un político opositor de derecha, en algún momento aliado del gobierno, pero defraudado por este último al no cederle cargos de decisión. Según estas versiones, también actuarían «más arriba» corporaciones mediáticas. Cierto o no, y parece que lo es, el perjudicado directo del «despertar espontáneo del peronismo» popular y masivo en apoyo a Cristin K. , sería el gobierno.
                                 Esta última cuestión se vería o resolvería en corto tiempo, para lo cual es necesario que la movilización popular se prolongue. ¿Cuánto tiempo puede durar un gobierno debilitado en lo económico y también en lo político si a ello se suma un descontento social activo generalizado?

Escribir un Comentario