¿Es que si hay una Bella, siempre la hija menor, la más amada por el padre, acaso la más bella por alguna de las dos condiciones anteriores, si hay una Bella, entonces, debe haber siempre una Bestia? Sabemos que la apariencia de Bestia puede ser cobertura o pena de la belleza, aún también de la belleza que no ha podido ser. Simple enredo para engañar y encubrir la fragilidad. No es este un mundo apto para débiles. La pureza se mancha de a poco. Si permanece, se convierte en tristeza. Fellini cuenta que en la calle -la vida-, en este mundo al menos, la inocencia-ingenuidad se desvanecen y que Gelsomina muere triste (¿en estado inmune de gracia?) mientras que Zampanó, su Bestia, perdurará solo en un arrastre de lamento.
¿La Bella puede vivir sin la Bestia? ¿Bestia tiene algún sentido sin Bella? No serán todos príncipes de corazón, jóvenes de corazón. No tenemos esa facilidad. Se harán grietas y al final faltará con arrugas lo que no estuvo nunca. ¿Bella perdurará bella? No aquí, o no para todos. Es cierto, la flor apagará su esplendor, y también es verdad que no debemos afligirnos porque resonará siempre el recuerdo del instante, si somos cuidadosos y estamos atentos. Yo, Bestia, ya ahora estoy seguro, no seré príncipe, sobre todo porque no creo en ellos. Pero si sé que conservo a Bella. Nadie puede ahora empañarla. No está en mí, siquiera; la veo siempre que deseo. ¿Pueden sacarme el deseo? No, el deseo es Bella. Perfume, fragancia de un rinconcito oculto ahora de mi memoriar. (AMÍLCAR MORETTI)
“La gran ciudad es un juguete maravilloso
Hecho justo para una chica y un chico.
¡Veremos Buenos Aires
en una isla de alegría!”
“The great big city’s a wonderous toy
just made for a girl and boy.
We’ll turn Manhattan
into an isle of joy!”
(estrofa de “Manhattan”, por Rod Stewart y Bette Midler)
