MIS TRABAJOS Y DÍAS

EL PLACER SEXUAL ORTOPÉDICO DE HACER UN GRAN NEGOCIO. Escribe Amílcar Moretti

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Un nuevo reordenamiento mundial sobre tres bases: desglobalización, desdolarizacxión y despoblación. Los seres humanos no son necesarios. Sobran, al menos muchos de ellos. En un mundo de 8 mil millones de humanos para esta planificación serían «innecesarios» unos 3 mil millones, al menos.

 

Escribe
AMILCAR MORETTI

 

                   El (supuestamente) escandoloso francés Michel Houellebecq -ha presentado nuevo libro, antimusulmán- ya en el 2001 sostiene en «Plataforma» que lo que el oeste -occidente- ha perdido es el goce del intercambio sexual. Dice que «si uno quiere sexo de verdad hay que ir a los países del Tercer Mundo»(1) . Igual sucede en Japón (2) , y en Corea del Sur (3), donde lo que vale es el rendimiento, no el goce y entrega en intercambio de amor sexual gozoso. Antes, fue Estados Unidos. En 1990, en «Anatomía del sexo y el poder» Michael Hutchison define la relación entre el sexo (la cultura sexual, o la sexualizada cultura) y el poder en Estados Unidos, país al que define como «obsesionado por el sexo» con su derivación en el «puro placer sexual que representa hacer un gran negocio». El orgasmo de ganar mucho dinero, ilusorio, como una forma de poder, porque el sexo es poder en sí mismo (4) . Más cerca, el pensador coreano residente en Alemania, Byung-Chul Han, plantea «Las agonía de Eros» (5) como resultado del capitalismo neoliberal en que el sexo pasa a ser un «emprendimiento» más, no el más valuado, un emprendimiento privado, de patrón-empleado que se «emplea» a sí mismo. Se hace la paja, en el sentido más amplio de Paja.

 

                  De modo tal que, la amplitud sexual que trajeron los años 60, después en nuevas corrientes de los feminismos, pasó de reivindicar la masturbación como la forma más primitiva y originaria de erotización del cuerpo a elevar al dildo y la masturbación como una forma de poder. Un modo del poder. El poder de autoabastecerse. De bastarse así mismo, donde el varón no es necesario porque están los bancos de semen y la genética y porque el dildo -consolador- sustituye al pene. El dildo en la cartera para la mujer «moderna», hasta no hace mucho rezaban las sexólogas televisivas como la manera de liberarse de ataduras. Y en su momento, post-dictadura militar aquí, lo fue, o sirvió. No pene, brutalizado. Dildo.  Mujeres -ya no varones- pajerizadas. Mucho se habla de los machos pajeros. Hay que comenzar a hablar de las pajeras dildeanas.

 

 

                     Esto me recuerda lo dicho por un amigo en el exilio al respecto: «De la mosca en la leche, parece haberse convertido en la leche misma». También me viene a la memoria aquel chiste irónico (y revelador) de Woody Allen -figura que ha pasado a ser un «apestado», junto a Polanski-. Decía así: «Tengo experiencia en sexo. Practico mucho solo».

 

         En suma, la diversidad que implica una apertura a opciones, voluntades, decisiones o identidades no rígidas, parece haber tomado el centro hegemómico por sobre el goce heterosexual, que, preciso otra vez, es el principal conflicto (sexual) de lo humano. El humano lo es por estar atravesado por el lenguaje, la idea de finitud y el sexo como placer (no -imprescindiblemente- animalmente reproductivo). Hasta es posible imaginar utopías en que el humano liberado al sexo total y libre pierde su ideario de trabajo y producción (y explotación en el capitalismo) para terminar mordiéndose la cola, atarse a la muerte. La sexualidad gozosa de lo erótico creativo es cultura (no Ilustración, no Razón endiosada, Razón Instrumental) , es lenguaje, es humano, solo humano, dolorosamente humano.

 

 

                  Pero, sucede hoy que en la etapa de financierización y virtualidad tecnológica, la mano de obra -obrero, proletario- ya no es necesaria, o imprescindible. El dinero fabrica dinero, ahora. La industria es el dinero mismo y el papel moneda pasa a ser bitcoin, o dinero virtual, que no existe, o existe y no lo percibimos, desmaterializado, «espiritualizado». El cuerpo pierde sentido. La carnalidad sensual dejada de tener sentido: el goce es el dinero y el dinero virtual, que no solo da poder sino también «autogestión». Así, no sería -supuestamente- esclavo de alguien pero sí de sí mismo, en la medida en que uno es su propio patrón, su propio capitalista, su propio explotador. Desaparece el sujeto, la subjetividad, queda el individuo autista-individualista. Ni siquiera es masa.

 

 

                    Hay análisis muy interesantes que mencionan esta nueva etapa del orden mundial, donde no hay socialismo y sí lucha intercapitalista, o inter-poscapitalista entre Estados Unidos, Rusia y China. Para el nuevo reordenamiento mundial, al menos desde nuestro norte, las tres bases son las siguientes: desglobalización, desdolarizacxión y despoblación. Los seres humanos no son necesarios. Sobran, al menos muchos de ellos. En un mundo de 8 mil millones de humanos para esta planificación serían «innecesarios» unos 3 mil millones, al menos.

 

                 Suena a  fanta-ciencia ficción, pero no lo es: basta escuchar en castellano al periodista Max Keiser en «Max Keisert Report». Microsoft, Google, Apple y Amazon superan hoy el billón de dólares, en un mundo donde todo tiende a ser virtual y solo hacen falta servicios como tendidos eléctricos, pero no fábricas, que podrían estar concentradas en grandes empresas o muchas microempresas subterráneas neo-feudales. A esto le llaman fascismo neofeudal, no fascismo capitalista industrial, sino neo-feudalismo (señor feudal-siervo) tecnotrónico. Escúchese con atención a Keiser y la investigadora Stacey Herbert:

 

https://actualidad.rt.com/programas/keiser_report/342490-clase-neofeudal-genera-mercancias-virtuales-mercado

 

                   Y si los humanos no son necesarios para ser explotado y acumular capital, lo que es descartable son sus cuerpos, sus subjetividades. Hay que despoblar, predican en secreto, no solo con guerras interminables, sino también con pestes nuevas, cataclismos «naturales» inducidos y desnutrición o futuras guerras por el agua. En Africa ya se ha consumado, y nadie -o casi nadie- dice o sabe algo.

 

 

               En este plan de despoblamiento la diversidad sexual encaja como un elemento que, de origen liberador o ampliatorio de la corporalidad, se convierte en otro modo de no reproducción. No regular, sino esterilizar. Métodos ya aplicados sin consultar en algunos países de América del Sur con miles de mujeres pobres, quienes ingresaron a hospitales por un motivo y fueron declaradas de alta tras esterilizarlas sin consentimiento.

 

 

              El que sale perdidoso en esta gran confusión es el goce y placer heterosexual. Lo sustituye la virtualidad, el consumismo como «reemplazo» en goce paranoide-masturbatorio, la genética, la eliminación de ancianos y niños por desnutrición o falta de leyes sociales-previsionales, la prédica evangelista como sustituto de las religiones tradicionales (con gran repercusión en Brasil y Bolivia, entre nosotros) y la mecánica pornográfica. El sexo pasa a ser un negocio. Un comercio. No una forma de intercambio afectivo amoroso-gozoso liberador sino trueque mercantil, donde el gozo-placer mismo es virtual, no existe. No existe en la/él que vende y solo existe como eyaculación-excreción en el que compra. También vale entre mujeres, y poco se habla de eso. La pornografía, de aprendizaje pedagógico, se asume como hegemonía mecánica-acrobática, una especie de biónica digital, con mujeres -o boys, chongos, jineteros- que descarnalizan el cuerpo, le quitan identidad y le añaden otras de ortopédia, genética, neuroquímica, hormonal, quirúrgica, biónica.

 

               El placer heterosexual sigue siendo el centro del conflicto, con el erotismo como refinamiento sensual y reflexivo. No pijas sino dildos, no accesorios sino intrumentos peneanos del vacío, del sentimiento de vacío y descartabilidad. Maten al «negro de mierda», dicen ahora otros mestizos, y patean su cabeza en el piso. También entre mujeres.

 

 

(1) ágs. 193-206 en Michel Houellebecq, «Plataforma». Anagrama-Página12, 2001-2002-2012, Buenos Aires

(2)  https://www.youtube.com/watch?v=jsvq5KeHdiA

 

 

 

(3) «PARASITE» NO ES FANTASÍA. Por Julián Varsavsky. Diario Página12 de Buenos Aires. Jueves 27 de febrero 2020.
https://www.pagina12.com.ar/249758-parasite-no-es-fantasia

(4) Mihael Hutchison, «Anatomía del sexo y el poder», 1990, Ediciones B, Barcelona, España.

(5) Byung-Chul Han, «La agonía de Eros», Editorial Herder, 2012-2016, Barcelona, España.

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