«El destino del peronismo es el destino de la Argentina». Con esta definición da fin a su monumental libro de memorias (750 páginas), «Militancia sin tiempo. Mi vida en el peronismo», que Planeta editó en diciembre del 2011 (en estos días se conseguía por 30 pesos en las librerías de la avenida Corrientes, en Buenos Aires). El destino del peronismo es el destino de la Argentina: el que no sabe o reconoce esto, o actúa de mala fe o no entiende nada de política y de la Argentina. En la Argentina todos somos peronistas, suelo decir, todos, aún los gorilas y antiperonistas recalcitrantes lo son. Todo se define en función del peronismo, esa masa histórica original que ha interpretado de modo irrepetible algo sustancial del peculiar acontecer de nuestro país, único en el mundo. Y allí reside, justamente, su permanencia y mutación desde 1945 y también su «misterio». Antonio Cafiero falleció a los 92 años. Repito que solía contar con gracia un chiste o anécdota sobre el «enigma peronista», esa forma de populismo distribucionista, nacional y original, único, ni fascista ni comunista, ni de centro ni de derecha ni de izquierda: solo peronista. La anécdota es la siguiente y Cafiero apelaba a ella cuando le preguntaban qué era el peronismo, el porqué de su permanencia, de sus vaivenes, sus pasiones y apasionados odios que siempre generó, de su movilidad vital y siempre transformada e inesperada. Va: Muere un gran pensador argentino, pongamos Bernardo Houssay, y dios lo recibe ansioso de hablar con él. El sabio también muy ansioso porque quería hacerle a dios una pregunta cuya respuesta lo intrigó toda la vida y nunca había podido encontrar en sus largas reflexiones. Houssay y dios se encuentran: Houssay le pregunta primero que nada: «Dígame, cómo fue hizo que crear todo en siete días?». «Ah, fue una pavada, después te digo», le responde dios. «Pero antes, decíme: «¿Qué carajo es el peronismo?» (AMILCAR MORETTI)
«QUE PREVALEZCAN LAS SAGRADAS REBELDÍAS POR SOBRE LA SUMISA PRESERVACIÓN DE LA CALMA»
«La vida militante de los peronistas se ha destacado por la necesidad de contrarrestar las avanzadas del antiperonismo. Sin proponérmelo de antemano, me he convertido en el veterano de estas luchas. Algunos aseguran que me han visto como un solitario guerrero samurái blandiendo mi espada contra la oscura derecha neoliberal. Otros afirman haberme espiado mientras calzaba sobre mí una armadura y lanza en ristre me abatía contra el fantasma del progresismo. A veces, provisto de una dosis de humor y actitud deportiva, y otras, amargamente, me he puesto una mochila al hombro, la de guardián de las esencias y la unidad peronista. No menos importante ha sido también mi aliento para que prevalezcan las sagradas rebeldías por sobre la sumisa preservación de la calma».
(Página 629 de «Militancia sin tiempo. Mi vida en el peronismo». Antonio Cafiero. Espejo de la Argentina, editorial Planeta. Buenos Aires, diciembre del 2011.)