HEBE DE BONAFINI, CORTÁZAR Y YO
UN COMENTARIO SOBRE UN COMENTARIO: EL COMENTARIO COMO REFLEXIÓN O COMO “EXPLICACIONES PARA DAR FACILIDAD” (¿”FACILIDAD”?). ¿O EL “COMENTARIO” COMO INTERPRETACIÓN SUSANSONTANESCA O BARTHIANA, “ALLA MORETTIANA”. EL COMENTARIO SOBRE ARTE Y CULTURA Y POLÍTICA Y ERÓTICA ES UN GÉNERO DE LA LITERATURA. EL COMENTARIO CRÍTICO, COMO LA CRÍTICA, ES LITERATURA.
El texto que sigue lo escribí de un tirón para la publicación “NALGAS Y LIBROS. La página fetiche de los intelectuales íberoamericanos”. Lo fue a propósito de una nota o crítica del escritor venezolano LUIS FIGUERA
http://nalgasylibros.com/el-examen-de-cortazar-a-proposito-de-hebe-de-bonafini/#comment-909
CORTÁZAR, HEBE, PLAZA Y MADRES DE MAYO Y YO
Por
AMILCAR MORETTI
Martes 16 agosto 2016
No he leído esta novela publicada (1986) tras la muerte de Cortázar. No puedo hablar de ella; si, en cambio, de casi toda su obra, y de sus libros centrales. Entre otras cosas, porque soy lector y crítico de cultura, cine y libros y estudié el profesorado de letras de Cortázar. Tengo entendido que data de los primeros años 50 y fines de los 40, cuando Cortázar se traslada de Argentina a París en cierto clima que para el antiperonismo estimulaba la derecha cultural católica reaccionaria con la que, en ese momento, había pactado Perón. Perón, la fractura de progreso social de mitad de siglo XX que aún no ha sido superada en sus logros y avances y está hoy -agosto 2016- en grave disputa y regresión a 20 años antes a la asunción del general Perón, en 1945. Cuando el socialismo se ha doblegado y degenerado y el comunismo no existe, el peronismo luce su herencia de hijos nuevos, y si molesta es porque es distributivo e igualitario. Sí, puede establecerse una continuidad entre esa gente del libro de Cortázar y la que ronda desde 1977 la Plaza de Mayo, única en el mundo porque en esa Plaza se hizo la república y la nación y porque ahí resuenan los clamores populares, hoy, frente a la Casa de Gobierno. Las concentraciones de Perón eran de fiesta. No eran combativas del proletariado sino de festejo, mambo y cumbia de la alegría obrera con trabajo que podía enviar a su hijo a una universidad gratis, único en el mundo. Hay una continuidad entre esa chica rubia de blanco de Cortázar y la señora Hebe de Bonafini. Se elige la Plaza de Mayo para que se sienta y vea lo único en el mundo: un pañuelo blanco en la cabeza de 20 mujeres que dan vuelta en silencio frente a un monumento en la cara de los militares que encarcelaron, secuestraron, violaron sexualmente, despellejaron y mataron con electricidad en los genitales a 30 mil prisioneros, tirando sus cadáveres o cuerpos vivos al Rio de la Plata o al mar, sin revelar nunca qué hicieron con los restos, siquiera los huesitos. Las Madres de Plaza de Mayo, junto a las Abuelas de Plaza de Mayo, son únicas, diferenciadas y paradigmáticas en todo el mundo. Un grupo de mujeres desarmadas, mujeres ya mayores y nunca interesadas antes en lo político, salieron a mostrar su silencio -los hombres habían sido vencidos y masacrados, sumidos en la depresión, y salieron algunas mujeres por sus hijos- frente a un pueblo que no quería escuchar ni ver apabullado por el miedo, por el terror. El Horror. El Horror. Lo innominable. ¿Como relatar el detalle del ex hermano del jefe del ERP, una organización armada trotzkista, despellejado vivo colgado de los pies durante días, como una res? ¿O prisioneros vivos y muertos quemados sobre cubiertas de autos? ¿O adolescentes niñas de 14 años violadas analmente por serie de hombres? ¿Cómo se cuenta que se ponga a una adolescente desnuda sobre su padre desnudo sobre una cama de hierro y se le aplique electricidad a ambos? ¿Cómo se cuenta? Una forma es no caer en la obscenidad que rozo, esta pornografía perversa del actuar ajeno, y ponerme en silencio un pañuelo blanco, un pañal de niño recién nacido en la cabeza y salir a dar vueltas a un monumento hasta que se haga la noche, todos los jueves. En una ciudad del interior, importante, Tucumán, había sido tal la matanza que una mujer sola, la única persona, la esposa del médico del pueblo secuestrado y torturado salía a girar con su pañuelo en la testa en torno a su monumento provinciano. ¿Lady Godiva? Nadie se detenía. Nadie le preguntaba. Sola ella lo hizo todos los jueves por años y años, hasta que falleció hace poco. ¿Cómo sería cuando caía la luz del sol? El marido médico -elegido intendente comunal- había intentado cobrar impuestos a grandes millonarios, hoy semijuzgados y en libertad, propietarios medievales de un cañaveral poderoso de la industria azucarera ya desaparecida. Cobrar un impuesto. Cortázar, sí, es posible que captara algún hilo de esa tradición de marcha de niños camino al horno de Auschwitz o de la Cruzada de los Niños. Es posible. Pero en 1976 y antes, 1975, muchos “ángeles rubios” torturaban y muchos “negros” o pobres de piel oscura fueron desollados y violados, sus cuerpos nunca aparecidos. Los hijos, robados. Hasta hoy se han identificado a cerca de 120 entre los supuestos 600 (como mínimo) apropiados. Tragedia griega: el cadáver del vencido no entregado, humillado. Plaza de Mayo, la Atenas de América Latina y del mundo.
AMILCAR MORETTI
Escritor de periodismo, crítico de arte y cine y cultura, autor de fotografía de desnudo femenino
www.amilcarmoretti.com.ar
https://amilcarmoretti.com
EROTICA DE LA CULTURA
Buenos Aires
“El examen” de Cortázar, a propósito de Hebe de Bonafini
El horror contra el que tuvo que luchar la organización Madres de la Plaza de Mayo, no tiene comparación en el mundo moderno. Una dictadura que no solo desaparecía a sus hijos, sino que se apropiaba de sus nietos y los regalaba, muchas veces a los torturadores y jefes de la dictadura militar.
8 agosto, 2016
Por Luis Figuera
Escrita en 1950 y sólo publicada 36 años después, “El examen”, es un relato poco publicitado dentro de la obra del argentino, aunque guarda el germen inicial de aquel inmortal que sedujo a sus lectores machos.
Escrito en un conjunto de códigos insinuantes que nunca terminan por concretarse, y que describen fenómenos extraños en una Buenos Aires cubierta de niebla densa, y donde se suceden extraños rituales de multitudes que parecen anticipar desde una memoria sagrada, esculpida con el martillo de los Dioses, liturgias para grandes y memoriosos sucesos.
La aventura de cinco jóvenes argentinos que vagabundean por la ciudad, sirve de pretexto para armar una especie de sinfonía porteña que para los amantes de los fenómenos paranormales es una premonición literaria de lo que vivió Argentina después de la muerte de Evita de Perón.
Sin embargo el relato puede interpretarse como una anticipación en el tiempo y en otra realidad, a los sucesos en la capital durante el año dos mil uno, y que con el lema “que se vayan todos”, generaron la destitución del presidente De La Rúa, después de una cruel represión, y sus sustitutos en un lapso de aproximadamente 25 días. . “…la Casa Rosada crecía en el aire de niebla, asomando a jirones, con luces en los balcones y en las puertas. “Recepción”, pensó Juan. “O cambio de gabinete”. Pero esto último era absurdo no prendían luces extras para tal cosa…
Recuerdo haber leído “El examen”, meses antes de la crisis institucional, y en sus páginas pude intuir y aún lo sostengo, una alegoría casi premonitoria al nacimiento de Las Madres de la Plaza de Mayo, lo que se describe con una prosa maravillosa y a veces surrealista en algunas páginas se aproxima de alguna manera a los ritos de las mujeres que acudían a la plaza a reclamar sus hijos. “Era un círculo, los tipos se tenían del brazo y rodeaban a la mujer vestida de blanco, una túnica entre delantal de maestra y alegoría de la patria nunca pisoteada por ningún tirano, el pelo muy rubio desmelenado cayéndole hasta los senos. Y en el redil había dos o tres hombres de negro, achinados y enjutos, Clara los vio que oficiaban algo, que servían en la ceremonia con movimientos de pericón desganado”.
Entre esas mujeres estaba Hebe de Bonafini, convertida, gracia a su constancia y dignidad, en un símbolo de la lucha contra uno de los horrores más grandes que ha conocido la humanidad, merecedor de una antología universal de la infamia junto al holocausto, la guerra en Yugoslavia, y la dictadura chilena.
El horror contra el que tuvo que luchar la organización Madres de la Plaza de Mayo, no tiene comparación en el mundo moderno. Una dictadura que no solo desaparecía a sus hijos, sino que se apropiaba de sus nietos y los regalaba, muchas veces a los torturadores y jefes de la dictadura militar. Hebe de Bonafini, jugó un papel crucial en la lucha contra ese barbarismo, ese primitivismo ancestral que se instaló en el país sureño.
“El examen” es un relato perturbador que recupera el habla del hombre común y ahonda en el miedo de un país complejo que se auto flagela, y esculpe sus bendiciones y sus maldiciones, hurga en la psiquis de una sociedad conservadora que vive sus horrores puertas adentro con sus simbologías y sus anticipaciones.
Unos diálogos entre los protagonistas son reveladores “- No sé para que vamos a la plaza de Mayo. – A Stella le gustaba – dijo Clara-. …Parece que siguen con las ceremonias… – No hablés así – dijo Andrés, muy serio-. La gente no viene solo por el diario. Ninguna campaña publicitaria puede explicar ciertos furores y ciertos entusiasmos. Me han dicho que los rituales son espontáneos, que a cada rato inventan nuevos…”
Los presentimientos que acosaban a un joven llamado Julio Cortázar, continúan allí acezantes en las boca calles porteñas, el barbarismo de la pampa, con su gaucho a caballo y los juegos de cuchillo que describió Borges anidan en la memoria, el miedo de las castas a perder privilegios también es ancestral, y que ahora lo represente un “hijo de las remil putas”, como ha definido Bonifani a Macri es simple cuestión de gustos.
Luis Figuera
Cuentista, columnista y político venezolano.