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“LA FLOR” de MARIANO LLINÁS: SORPRENDENTE, ELUSIVA, COMPLEJA, PARODIA EN REFLEXIÓN, SE VIO EL SÁBADO A LA NOCHE POR LA SEÑAL I-SAT. Tres horas de una película que promete durar doce, dirigida por MARIANO LLINÁS, lo mejor del cine argentino pos-Favio Aniceto y la Francisca

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LA CRUELDAD COMO UNA FORMA DEL AMOR. EL AMOR COMO ODIO. EL ODIO EN FORMA DE AMOR. LA CRUELDAD COMO MODO HEGEMÓNICO DE LA CULTURA . LA CONFUSIÓN DEL SIN GÉNERO.

 

En la noche del sábado ví “La flor”, la última película de Mariano Llinás, estrenada en noviembre pasado. Dura tres horas y, hasta aquí, son dos episodios o capítulos de una obra que ha de extenderse, según se informa, a doce horas. La proyectaron por la señal I-Sat a las 22 y la repiten el miércoles 19 en el mismo horario (o sea, las 22).

 

  MIÉRCOLES 19, SE REPONE A LAS 22, POR SEÑAL I-SAT   

 

Mariano Llinás, director de "La flor" e "Historias extraordinarias". Foto de José Cerra. De La Agenda.
Mariano Llinás, director de “La flor” e “Historias extraordinarias”. Foto de José Cerra. De La Agenda.

 

 

 

Escribe
AMILCAR MORETTI

 

 

 

                   En lo narrado hasta ahora me llamaron la atención en “LA FLOR”  varios aspectos, en especial del segundo episodio. Me refiero en especial a la canción de amor a dúo que actúan en la sala de grabación la protagonista (la actriz Pilar Gamboa) y su amado o pareja en la ficción (1).

 

           Se trata de una canción al estilo Pimpinela, con preponderancia del discurso de ella frente al cual hay lugar únicamente (deliberado, por supuesto) para algunas expresiones sueltas de él, que solo atina a pedirle que se detenga o acabe. Todo el filme de Mariano Llinás (2), obviamente distinto al resto del cine nacional y de una originalidad y estilo personal que, es probable, de modo difícil tenga semejante en el cine mundial.

 

             El de Llinás no es solo único y diferente sino un cine para pocos, o no para todos. Llinás es el realizador de la anterior “Historias extraordinarias” (que, precisamente, también se proyecto el sábado en I-Sat, inmediatamente anterior, desde cuatro horas antes (dura casi tres horas). “Historias extraordinarias” (lo escribí hace tiempo varias veces en el diario “El DIA” de La Plata), del 2008, me parece, es lo mejor del cine argentino post-Favio “El romance del Aniceto y la Francisca”. Creo que da un salto hacia adelante, cualitativo, recoge toda la experiencia del “nuevo cine argentino 1995-2005” y proyecta líneas hacia un futuro posible.

 

                     Vuelvo a la canción a dúo de “La flor”, en parodia a Pimpinela y símiles. Todo el filme lo percibí como una parodia y como un reprocesamiento de aportes de varias fuentes (por ejemplo, esa musicalización a lo Bernard Herrmann que alude sin vergüenza a Hitchcock, y está bien que así sea, porque se trata de un acierto. Bien concebida y realizada la idea de la “copia”). Canción: Pimpinela es solo ella, la actriz (protagónica, en apariencia, dado que esto último tampoco es fácil de delimitar) de “La flor”, el personaje de ella. Despechada, vengativa, en revancha, en cólera. El rencor, resentimiento, el miedo. El Odio. Aquí es donde comenzó a interesarme, a interpelarme e impresionarme la sustancia y calidad temática del contenido musical expresado en el discurso de ella: crispada, casi en grito, enérgica, en ira. Es odio. Es amor. ¿Se entiende? Es amor-odio, u odio-amor. Se combinan y van juntos.

 

 

                      No es que me sorprenda esa dupla que -al menos desde Freud en adelante- está teorizada de modo desarrollado y que tanto desmiente la vaguedad de la idealización, convertida en lugar común cotidiano, del “amor cortés” y romántico siglo XII francés- Ese amor hoy sobreviviente enfermo terminal, así como causal de desencuentros y confusiones a veces letales, crueldad intersexual en grado innecesario pero explicable, si se sigue el hilo de la evolución del amor y su idea y práctica en el capitalismo, en este caso del último siglo y, más preciso, de los últimos diez años. 

 

 

                  Llinás realiza con altísimo y refinado, complejísimo tratamiento, un relato de tensión a base de primeros planos de la cantante en la ficción, cuyo rostro expone dureza en sus gestos, en su boca y furia en sus ojos. Medusa, a “Medusa” menciona en otro momento, otro personaje, como sintiéndose -creo que dice- prisionero o esclavo de Medusa, la divinidad femenina mitológica griega de serpientes en su cabello y que con mirada y melena petrifica o destruye dolorosamente a sus odiados, o enemigos y adversarios.  Aquí, Pilar Gamboa, una mujer que aparece particularmente hermosa, y hierática, construye con precisión el odio con gestos y -creo- con su voz. Al menos la voz en canto de alguien que ella hace suya sin que se adviertan faltas. Ignoro si canta Gamboa misma (otra vez la cuestión de no poder contar con los créditos, que no pude hallar en la web).

 

 

                        El tono, la ira, la gestualidad de ella, en la vocalización de un relato de canción de amor telenovelesco y kitsch, hacen que todo evolucione en esta segunda y completa interpretación hacia un grado de dramatismo y tensión que conmueve, inquieta, perturba (hay una interpretación cantada o dicha anterior, creo que sin la letra íntegra y más enfocada solo en la mujer personaje, casi como presentación). Aquí, en la segunda vez, ya en la sala de grabación, se integra a ambos interlocutores del dueto musical y pareja en la vida real (la ficción), en un momento de crisis, separación, definiciones, agravios, ofensas, amenazas y promesas de condenarse a estar juntos, no sin competencia y participación impiadosa con una tercera.

 

 

 

                La escena, que abarca y consiste en la canción entera en la sala de grabación, se desarrolla en un clima general en que los testigos, amigos y conocidos -implicados todos en diversos grado y manera- es de ira y odio mutuos contenidos en esos breves minutos únicamente por la fuerza impuesta del negocio de la productora encargada de la venta del tema. Solo el técnico de grabación está al margen y se limita a percibir lo que está logrado musicalmente en el género sin tener conocimiento, al parecer, del conflicto entre los personajes. Es casi como un personaje para evacuar tensiones, para establecer una diferencia que haga más evidente la unanimidad del odio, rencor, resentimiento e ira de todos los otros. Un pequeño universo muy jodido, irrespirable, enfermo, y cotidiano.

 

 

              Pero lo que interpela y en alguna medida, imprecisa, genera perturbación es el grado e intensidad del odio en el amor. Ella le promete, lo amenaza y condena a no abandonarlo nunca, no dejarlo jamás de amar para vigilarlo, controlarlo, manejarlo, sostenerlo, dañarlo, torturarlo, haciéndolo su esclavo o servil humillado. Un amor extraño, de altísima crueldad, que tiene que ver con la muerte y no tanto con la vida, y que, sin embargo, forma parte del cotidiano de la vida humana. La sutileza y complejidad conceptual lograda por Llinás, si se percibe este fragmento del filme desde el punto de vista señalado, son estremecedoras. La parodia pasa a ser una tragedia sin sangre, sin sangre al menos hasta ese momento (aunque el final de esta primera entrega de “La flor” deja abierta la puerta a homicidios y lo cruento).

 

       Retorcida, la historia, casi paródicamente retorcida, por momentos exagerada con deliberación, cuando en su extensión expandida en demasía parece -o logra- el alejamiento del espectador cinéfilo (ignoro lo que sucedería con el espectador común de telenovelas, al que no está dedicado este producto, eminentemente de elaboración intelectual diferente), cuando la hipérbole alcanza o limita con lo ridículo (el drama de TV), Llinás fuerza aún más los diámetros narrativos, se desborda sin que se note y hace ingresar en lo dramático-trágico.

 

 

         Ese amor obligado y elegido, de prisioneros mutuos, puede ser buen tema para psicoanalistas, pero también para cinéfilos y espectadores dados a la reflexión de la propuesta o registro humanos del filme -propuesta y registro traducidos en formas muy precisas y repetidas: primeros planos bien cercanos con desenfoque de fondo o del coprotagonista. El procedimiento obliga al espectador a meterse en la pantalla o quedar pegado a ella, donde predominan los rostros y las voces y el parlamento, en general argumentativos pero de tono cotidiano.

 

                 De algún modo, Llinás opera un reprocesamiento del plano-contraplano convencional de la televisión y Hollywood. Y eso aquí resulta distinto por varios factores largo de suponer y clasificar, pero ese parece ser el resultado de la absorción y de lo paródico reflexivo de Llinás. Se trata de un tratamiento paródico reflexivo. En ello coopera lo retorcido de otras tramas con agregados, por ejemplo, de un grupo clandestino que trabaja con toxinas de escorpiones y otras varias vaguedades que llaman la atención por lindar con el delirio, pero no tanto, de cualquier modo, como la realidad misma, por caso que pueblos elijan a un presidente como Trump o bien al electo en Argentina hace un año por el 51 % para perjudicar al 90% de la ciudadanía. Todo complejo y lindante con lo fantasioso autodestructivo.

 

 

                       Ahora bien, en el momento actual se me ocurre y percibo una idea y conceptuación que circula en el ambiente de la cultura argentina urbana, con su mezcla de retrocesos sociales y económicos, reivindicaciones feministas, novedosas e incipientes politizaciones, economía-casino sustituyendo a economía productiva, ejecutivos de empresas financieras o multinacionales en los estamentos del gobierno en lugar de políticos de toda la vida preocupados por la comunidad, crisis de la pareja monogámica heterosexual, crisis de la familia nuclear de cuatro, disolución de las figuras de padre y madre (Eva Giberti alerta que en su consultorio ha advertido que ya no puede hablarse de falta o disolución-destitución de figura de padre, sino de ausencia de padre y madre, no hay Nombre del Padre, y que -aquí lo crucial- los chicos hacen una pregunta nueva y desconcertante: ¿Qué es ser hijo? ¿Cómo se hace para ser hijo?).

 

                     Esto último -lo dicho por Giberti- y las cuestiones generales antes enumeradas pueden vincularse con una realidad simultánea o aparecida junto a los hoy tan difundidos femicidios, que no está claro si han aumentado (habría que consultar o confirmar estadísticas al respecto, que no parecen abundar) o si bien hay una ampliación de la difusión mediática por causa de denuncias más abundantes. El resultado inmediato de todo esto, en uno de sus aspectos, parece ser la movilización de mujeres, cuestión casi mundial, pero en otro sentido hay un incremento en el nivel de miedo colectivo.

                  El efecto, consecuencia y hasta propósito de este temor social son impredecibles y de difícil elucidación. Uno de sus peligros es la implantación de la pena de muerte o la justicia por mano propia o la justificación de una represión de fuerzas de seguridad sin mediaciones legales, todos factores posibles de generalizarse y naturalizarse. Todo puede llegar a lindar con la política del linchamiento. Matamos mujeres y las arrojamos a la basura para después poder justificar el linchamiento público.

 

         Otro tanto sucede con la diversidad sexual, o multiplicidad sexual. Tema complejo y complicado porque cualquier argumento que no coincida con las respuestas e interpretaciones legítimas o acostumbradas de los movimientos de mujeres y feministas es pasible de hacerse coincidir con lo más retrógrado del clericalismo ultramontano, que está muy presente como elite de poder en nuestro país, aunque no lo parezca.  Este ordenamiento retardatario y restaurador conviene a una sociedad que las elites en el gobierno, en coincidencia con organismos internacionales como Naciones Unidas, OEA, FMI o bien países de máximo poder militar-mediático, como Estados Unidos, manejan como programa absolutamente planificado y a largo plazo, probando en diversas experiencias sociales y culturales. Eso, y además las cuasi-fantasiosas armas llamadas electromagnéticas que, para muchos, hoy explican las incidencias catastróficas de fenómenos naturales -tsunamis, inundaciones, sequías- de una intensidad y regularidad poco vistas.

 

                   Lo que quiero decir no es que Llinás se refiere a estas cosas. Sería estúpido pensarlo. Es estúpido endilgarme semejante asociación. Digo, en cambio, que en ese clima cultural o momento cultural -espíritu de época- hay asuntos cruciales complejos, que corresponden a los llamados sistemas complejos, aquellos donde el entramado de factores y organismos es casi impensable y autorreproductivo hasta el nivel del descontrol y lo irreparable (ver: “”Sistemas complejos: una herramienta para abordar  problemas inesperados” http://www.ungs.edu.ar/ms_ungs/wp-content/uploads/2013/10/Suplemento_UNGS_11_web.pdf  ). (4)

 

                   Lo que quiero decir es que hay una nueva subjetividad advertible en la Argentina urbana y en gran parte del mundo. Sus características son imprecisas y poco clasificadas, pero se hacen sentir. Se perciben. Yo las percibo: fenómenos y comportamientos humanos y ambientales impensables: en esto hay coincidencia con tecnologías difíciles de entender o aún de pensarlas aunque ya sean aplicadas.

 

                      Este universo de cultura ha superado la conciencia media de percepción, por ausencia o abundancia de información. Ha tocado lo afectivo. Hay una nueva afectividad, una nueva subjetividad individual y colectiva no definida, sin límites precisos, que implica tanto al pensamiento como los sentimientos y las emociones, la afectividad toda, y por supuesto, a los asuntos privados e íntimos como la sexualidad y el concepto mismo del amor, que en su noción vulgar derivada del siglo XII cortesano francés, el amor romántico, sentimental, o bien liberal-sexual años sesenta, ya ha sido desbordado y superado por un estado de cosas muy confuso y no claramente percibido aunque sí actuado.

 

                    Sobre esto sí es posible advertir asuntos rozados y abordados en el drama-thriller, historia de amor, parodia reflexiva de Llinás, aún cuando sea probable que el mismo autor no tenga conciencia ni propósito claros de ello, lo cual es bastante típico en artistas y creadores. Ellos hablan de sí mismos, de lo que perciben y traducen sus emociones y pensamientos, observaciones y fantasías y su imaginario. En el caso del segundo episodio, el del tema del Amor-Odio u Odio-amor de “La flor” se trata de esa nueva subjetividad amorosa. Alan Pauls ha escrito novelas en torno a cuestiones semejantes.

 

                   Se trata del Amor y se trata de Odio. De la Pulsión de Muerte. De la Pulsión de Crueldad (3), del Poder de unos sujetos sobre otros en las relaciones íntimas, amorosas y laborales-sociales. La crueldad es predominante o alcanza niveles que azoran y hasta permiten pensar que muchas cosas están en peligro. En especial porque se confunde liberalidad con crueldad. Es como una especie de Libertad Caótica para Odiar. Esto no ha pasado nunca, o solo puede haberse vivido en culturas prolongadas en su etapa de descomposición definitiva.   

 

               Lo que quiero significar dice que el acierto de Llinás en “La flor” es que lo que aparece o puede parecer delirio o telenovela kitsch es un cuadro de horror indescifrable. Lo llamado Siniestro. Se sabe que lo Siniestro tiene como característica principal que aparece como lo cotidiano y normal. Lo Siniestro está en las cosas y sucesos, e individuos, cotidianos. Su complejidad, su siniestralidad, la siniestralidad de lo Siniestro radica en que se parece a lo habitual, que es lo habitual y no a muchos sorprende o siquiera es percibido como siniestro.

 

              Es el comportamiento de telenovela amorosa retorcida llevada a vida real. Lo perverso hecho normalidad a exhibir y, a la vez, nadie advierte esa sobreexhibición. Cuando ella, el personaje de Gamboa, canta su canción de amor y promete su “sacrificio” de dedicarse a él, con todo su amor, y no abandonarlo nunca, solo y únicamente, sobre todo para destruirlo se advierte o sospecha que Llinás sospecha que está hablando de lo que no es hablable, que alude a aquello de lo que no se habla y sí se actúa todos los días. Llinás, con el lenguaje de lo incompleto y lo impensable del cine, del arte, si quiere decirlo así, está pensando en lo impensable. Piensa y siente lo impensable y lo in-sentible.

 

                 Si es así, como imagino y percibo, como me ha impresionado, este inicio de “La flor” es una de las primeras exploraciones -seguramente haya otras, en otras partes del mundo- que comienzan a pensar lo impensable, a intuir lo no pensable, a percibir y dar prueba de lo impensable.  Y para eso nada más preciso que el arte, o la poesía. Nada más preciso y claro, nada más orientativo, que lo poético. Que la Poética. Así, la de Llinás sería una Poética (tal vez Televisiva) del Odio. O Una Poética Alusiva a/de lo Impensable como Grado Siniestro Supremo del Odio y la Crueldad.

 

La compañía Piel de Lava se formó en 2003 y está integrada por Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes. Aquí, Gamboa es la que sostiene un tul o tela, en una de sus obras en la municipalidad de Rafaela, Santa Fe. De https://rafaela.gov.ar/festivaldeteatro/ObraVer.aspx?i=134
La compañía Piel de Lava se formó en 2003 y está integrada por Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes. Aquí, Gamboa es la que sostiene un tul o tela, en una de sus obras en la municipalidad de Rafaela, Santa Fe. De https://rafaela.gov.ar/festivaldeteatro/ObraVer.aspx?i=134

 

 

 

(1) Lamento no haber podido o acertado en  averiguar en internet el nombre del actor. Y no tengo a mano una copia de la película para identificarlo en los créditos. En cuanto a Pilar Gamboa integra desde el 2003 el grupo Piel de Lava junto a Elisa Carricajo, Valeria Correa y Laura Paredes.

(2)  http://laagenda.buenosaires.gob.ar/post/143480109965/amar-la-trama

(3) Págs. 42-46 de JACQUES DERRIDA en “Estados de ánimo del psicoanálisis”. Editorial Paidós, 2000-2015. POSLACANIANOS en Biblioteca Fundamental de las Ciencias de Psicología, Buenos Aires-Barcelona. 

 

(4) http://www.ungs.edu.ar/ms_ungs/wp-content/uploads/2013/10/Suplemento_UNGS_11_web.pdf

 

 

http://tallerlaotra.blogspot.com.ar/2016/04/a-quintin-le-dan-mucha-bronca-los.html

 

3 Comentarios

  1. JUAN SANCHEZ

    AMILCAR, A LOS QUE TE SEGUIMOS NOS TENES ACOSTUMBRADOS CON TUS MAGISTRALES ANÁLISIS QUE, PUEDEN EMPEZAR POR UNA PELÍCULA Y DERIVAR EN RELACIONES PSICO-SOCIOLÓGICAS, POLÍTICAS, ETC.
    LO LEI 2,5 VECES Y POR SUPUESTO QUEDO CON INCONTENIBLES GANAS DE VERLA “LA FLOR” EL 19.
    JUAN.

  2. Amilcar Moretti

    Gracias, Juan. No concibo la crítica de cine o de arte si no la inserto, para su aplicación efectiva, en su propio contexto actual político e histórico. Para mí esa tarea abarca todo y es lo que un poco da sentido a todo esto que nos lo quieren hacer aparecer como sin-sentido. Pero tiene un sentido. Y tenemos que dárselo nosotros.
    En cuanto a “La Flor”, el miércoles 19 a las 22, tomala con cuidado, no solo porque son tres horas y dos capítulos diferentes, sino porque juega mucho, sobre todo en el segundo episodio, el del amor, con el fantasma de la telenovela, lo ridículo o grotesco increíbles, pero si se capta y absorbe, si aceptás la propuesta y jugás su juego, entrás en un mundo “extraño”, extravagante, del amor, convertido en odio. ¡Mirá cómo son las cosas! Y ahora resulta que, en este momento, todo es fomento del Odio, de la crueldad, en Argentina, en América latina y en el mundo. ¡Tan horroroso como sorprendente, pero vale la pena ver el espejo del odio en la cara del amor!
    Amilcar

    (otra vez gracias)

  3. Juan Carlos Arnaldo

    Me gusto mucho su comentario sobre el primer episodio de la película. En lo referente al segundo(personalmente me aburre menos Antonioni), en cuanto al amor odio que prolifera en los últimos 10 años y da lugar a que Trump y Macri lleguen al poder me conmovio: Espero que este director haga alguna película con canciones de Los Parchis.

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