No sabía que quería. La Mujer. Esa Mujer-muchacha-nena que llegó a casa. No es fácil la situación. La tensión llega a hacerse insoportable. No digo que desconocía lo que quería. Ella sabía -“intuía”, ¿les gusta más?- pero no sabía que lo quería, que “quería eso“. Y el querer (eso) estaba.
Sucede así, muchas veces. Quería pero no sabía (“no se había dado cuenta” ¿Les parece más claro?). Entonces probaba aquí y allá pero como no sabía que quería Eso, que “intuía”, nunca estaba segura. Como he dicho otras veces, ese tipo de persona mujer cuerpo que no sabe que sabe. Lo quiere pero no lo sabe; mejor, no sabe que sabe. No se atreve a saberlo, por así decirlo. No quiere saber, pero quiere y sabe. Quizás porque ese querer le parece -como a muchas, a muchos- moralmente sancionable (esta es la razón más superficial y evidente; lo otro, lo verdadero radica más abajo, más profundo). Y entonces probaba, lo que al fin de cuentas -con la vara falsa de esa moral- resultaba pareciéndole más sancionable aún. Y la torturaba la culpa. ¿Era mariposa o era humana? Era humana pero también mariposa, y eso es ser humano. Esa es la condición humana. Conflicto. Y el sexo en el medio, o en el centro. Buscaba y no encontraba. No se animaba a encontrar, no vaya a ser que encontrase algo que quería pero que -decía- podía ser “moralmente rechazable” (la doxa, el saber vulgar). Como digo: las contradicciones, tensiones, paradojas del humano. Y además, si no te das razones vulgares es probable que corras el riesgo de ser o parecer más lúcido y loco. MACEDONIO FERNÁNDEZ, el maestro, lo sabía bien: “Oh no tan pronto hagas / de mí un ausente / y El ausente de mí / ¡Que no te lleves de mí Hoy! / Quisiera estarme todavía en mí.” (Citado por GERMÁN LEOPOLDO GARCÍA) (1)



“SE CONOCE LA CÉLEBRE VACILACIÓN DE CHUANG-TSÉ, EL ANTIGUO FILÓSOFO CHINO QUE SOÑÓ SER UNA MARIPOSA Y, AL DESPERTAR, NO ESTABA SEGURO DE ENCONTRARSE EN LA EXTRAÑA SITUACIÓN DE UNA MARIPOSA QUE SUEÑA CON SER UN HOMBRE. Quines conservamos la certeza de que el mundo es redondo y que los libros de astronomía que describen nuestro sistema solar no tendrían porqué mentir, tenemos una relación estética con esta parábola. Hay que suspender por un instante el cierre de la certeza, hay que identificarse con los enunciados de Macedonio (Fernández), para captar en algo al sujeto que los enuncia. La realidad, por pluralidad de casos que nunca podemos comprender, no le resultaba para nada evidente. ¿Le opondremos la fuerza de la costumbre? Resulta más incitante preguntarse por qué alguien puede creer, antes de intentar diagnosticar por qué hay quienes no pueden hacerlo.” (GERMÁN LEOPOLDO GARCÍA) (2)



“El problema no es entre la fantasía y la realidad (la mariposa es tan real como Chuang-Tsé), sino entre un saber sobre los cuerpos que supone la escisión y el deseo. Chuang-Tsé sabe que existen mariposas y hombres y desea liberarse de la cárcel de un cuerpo mortal, de sus bajas pasiones. ¿No se libraría de hecho si lograse saber que solo es una mariposa que sueña ser un hombre? Sería necesario que, a partir de esta certeza organizase toda la cadena preceptos en función de una nueva cadena de percepción ascensional, agregando a un saber sobre los sueños de las mariposas que -entre nosotros- se califica como delirio.” (3)


La modelo desconocida: quería pero no quería, deseaba pero no quería, quería pero no deseaba, sabía que quería pero no sabía que sabía, deseaba pero no quería, y quería pero no deseaba.
(1) (2) (3). Págs. 95, 111 y 112. GERMÁN LEOPOLDO GARCÍA en “Macedonio Fernández: la escritura en objeto”. Siglo XXI Argentina Editores. Buenos Aires, 1975).