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(La imagen de tapa, repetida al comienzo, es de AMILCAR MORETTI. Edición del 23 de julio 2024. BUENOS AIRES).
El miedo a la representación expresiva de la vulva es algo aún persiste como «obsceno», o sea lo que está o debe estar fuera de lo mostrable, representable. En cambio, crece sin control la exhibición de vulvas con sus labios abiertos por sus propietarias a través de las redes sociales. Cualquier chica de barrio o rústica rubia cheta de clase media venida abajo y dispuesta a formas directas o indirectas de comercio del sexo, muestra y vende las imágenes de sus genitales externos por medio de peculiares selfies. El retrato de la concha. Tal que, hoy, el retrato es la concha.
Es frecuente, que en los momentos de grandes crisis económicas, con hambre y desempleo, con gobiernos de derecha, al tiempo que crece la prostitución como labor de sobrevivencia o para consumos caros de Miami, se acumula la presión puritana. Ese puritanismo lo exacerban las redes, feminismo pequeño burgués de por medio. Que parece terminar en un empoderamiento que, tal como en mostrador de carnicería, se venden «contenidos» de vulvas rosadas y rojas abiertas a través de internet, lo que genera más distancia entre varones y mujeres, más puritanismo y más desequilibrio mental en soledad.
AMILCAR MORETTI
