La imagen de tapa la compuso Amilcar Moretti en estos días de junio del 2024. Buenos Aires.
Difícil olvidar situaciones y vínculos, aunque breves, que se hayan vivido una serena alegría, sin ruidos. Esas jornadas de trabajo que reconcilian con el mundo. En el caso de la imagen de hoy, tomada en diciembre del 2014 en la primera de las varias sesiones que mantuve con Row, una muchacha de Venezuela, dos sensaciones me asaltan: una, la del verano nocturno y estrellado de un Buenos Aires visto desde el quinto piso en un suite ubicada en Viamonte y Avenida Callao. La quieta, pero no estrujadora noche de verano, con la ciudad tranquila a pesar del barullo diurno por las fiestas de fin de año. El aroma de la noche, su suavidad, el cuerpo suelto, tranquilo, pese al trabajo de horas. Una labor deliciosa.
La otra sensación es la recordada presencia de Row, suave, menuda, almendrada, plena de bienestar anímico, memoriosa, abiertamente generosa por una infancia feliz de la cual daba detalles y me contó anécdotas. En ese momento era en parte aún viajera (había recorrido el subcontinente aunque había recalado pocos años antes en Buenos Aires. De una desnudez sorprendente y desacostumbrada, propia de la gente que ha bañado su niñez con hermanos y amiguitos en los ríos de la costa caribeña. Una desnudez de andar natural, sin temores ante quien se reconoce como buen tipo. Atrevida, inteligentemente púdica, sin exhibiciones, delicada, pícara sin vulgaridades y sí con observaciones muy perceptivas, Row transmitía eso que no se me ocurre nombrar de otra forma que como alegre serenidad, bienestar de aquellos que han recibido la Gracia.
AMILCAR MORETTI