Algunas entienden.
«el delicioso apretón de su sexo, la lealtad de su vaivén…»
«…yo me embriagaba con el olor de niña que exhalaba tu brazo desnudo, y con el olor de tus cabellos, asesinado más tarde por algún perfume de moda…»
«La ternura redondea el triunfo verdadero, la dulzura lubrifica la liberación genuina: esas emociones no son síntomas de gloria o de pasión en nuestros sueños.»
Vladimir Nabokov (de «Ada o el ardor«, considerada la mejor novela del eximio narrador ruso. Fragmentos en: http://lasninfulasdeyoknapatawpha.blogspot.com.ar/2015/02/fragmentos-de-ada-o-el-ardor-de.html )

Escrito por
AMILCAR MORETTI
(Comentario enviado el 25/01/2016 a las 4:06 am en respuesta a Alejandro)
Gracias, Alejandro. Siempre trato (esa es la intención, y con frecuencia lo logro) de que las modelos sean chicas comunes, lindas, atractivas o bellas, pero cotidianas, no modelos de pasarela, de 1,85 y superdelgadas (que tienen sus deficiencias reales, y suelen ser menos lindas que en las imágenes de revista).
Esa libertad que tu percibes es real y el toque de cotidianidad hace que la libertad representacional, en su representación, sea, al final, real, o verdadera, en cierto modo. Yo impulso a ellas a que se dejen llevar por lo que quieren o fantasean hacer, hasta que se olvidan de mí, y yo -pocos me creen-, yo también me olvido que hace varias horas que estoy con una hermosa muchacha desnuda.
Yo afirmo y siento siempre: “No miro yo. Mira la cámara”. Es como si la cámara fuera un ser viviente. Yo la dirijo y motivo (a la cámara) y ella “saca fotos por su cuenta”. ¡Ja!
Y es así, en gran medida. Nunca o pocas veces me doy cuenta del todo de aquello que va a resultar en el registro. Hay una distancia entre lo que me propongo y lo que la cámara obtiene.
Y además, después está el segundo acto creativo, la segunda etapa (como la corrección de un texto literario, donde se corrige, se agrega, se quita) que es la edición, o “la repintura” de la imagen, un pintar sobre, sin deformar. Una tarea laboriosa, esforzada, de paciencia y, a veces, cansadora, muy agotadora.
Pero es entonces que yo las creo bellas. “Yo las hago bellas”. Son lindas, atractivas, deseables y “yo -siento- las hago un sueño”, que a veces termino por creer yo mismo. Como cuando voy -o iba todos los días- a una sala de cine: Me quedaba dentro de la película. No pienso tanto en Woody Allen como en Vincent Minnelli, Stanley Donen, Kurosawa con Scorsese y Van Gogh en los campos de girasoles y los cuervos. Vivía la película.
Supongo que algo de esto sucede desde hace décadas con los shows de rock y sus chicas seguidoras, o Tinelli y la “televisión que baila”. Aunque sea todo ficción. La diferencia está en si se miente o se busca decir alguna verdad. No la Verdad, sino alguna parte de la verdad.
Yo digo: “Hacer fotos verdaderas”. O lo más aproximado a lo que yo siento que es una parte de la verdad. No quiero vender nada, porque no gano ningún dinero con ello. Eso me da, a la vez, una muy grande libertad. Y les aconsejo a las chicas: “Aprovéchenme”. Algunas entienden. En casos excepcionales intercambian con sinceridad, con afecto y agradecimiento.
Gracias, Alejandro
AMÍLCAR
(El mío es un texto -ahora corregido, con algunos añadidos- en respuesta espontánea al comentario de «Alejandro»)
(Alejandro
(cuerv…128…@hotmail.com
(181.169.220….
(Enviado el 24/01/2016 a las 9:01 pm
«Increible estas fotos Amílcar, me gustaria ver mucho mas de esta sesion, gracias por la poesia que transmiten sus imagenes y por mostrar a tan hermosas mujeres en tal grado de libertad con su cuerpo»)






EL ARDOR

Modelo: Aurélie
EROTICA DE LA CULTURA agradece, como siempre, la contribución enorme que YOUTUBE y sus colaboradores de todo el mundo hacen a la cultura global.
Tango A fuego lento – Salgan/ Dudamel and Berlin phiharmonic
Publicado el 5 marzo. 2013
Dudamel and Berlin phiharmonic
Licencia de YouTube estándar
3 Comentarios
Bellas fotos, bella mujer, un comentario de los tuyos, siempre tan lúcidos y reveladores y como frutilla del postre la elección de un regalo musical magnífico.
Veo con frecuencia espectáculos en ese gran anfiteatro en un bosque de Alemania por el canal Arpeggio de la TDA (¿Cuánto durará?), un lugar que debe reunir a más público que el mayor de los estadios deportivos. Tocan allí los más grandes artistas, , las más prestigiosas orquestas y solistas y los alemanes llenan el lugar, ellos generalmente tan estructurados, se relajan un poco en ese lugar y algunos hasta hacen un picnic. Pero con Dudamel no hay estructura que aguante, les sacude la estantería. Gustavo Dudamel, con perdón de los «republicanos», es otro legado del comandante Chavez o, para que no se enfurezcan, de las políticas culturales de sus gobiernos. En Venezuela existe, por esas políticas, una excelente formación de músicos jóvenes y dos notables orquestas sinfónicas, una juvenil y otra de adultos. Y son caribeños. Las salas de conciertos se llenan en Venezuela, sobre todo si dirige Gustavo y cuando finaliza el programa de música clásica «normal», el melenudo no puede contener su ADN y… ¡vienen los mambos! que la concurrencia festeja y acompaña con estruendoso entusiasmo, los músicos disfrutan ¡y hasta bailan! Una fiesta. Acá Dudamel, posiblemente el mejor director del mundo en este momento, riéndose pícaro metió a la respetadísima Filarmónica de Berlín en un tango extraordinario, los músicos tenían expresiones de placer (todas no son tocatas y fugas, che) y ´a muchos de los estructurados asistentes se les atragantó la salchicha con kétchup, pero de gusto….
Sí, Dudamel es una demostración de que los gobiernos populistas latinoamericanos crean, pulen y direccionan el talento que a veces puede adivinarse en estado de conservación. Dar formación clásica a un músico popular o espontáneo creativo, artistas en general, le abre puertas de imaginación y construcción que no son solo técnicas sino amplitud de recursos e instrumentos para expresar aquello que no encuentra palabras para ponerse en obra y que, al acceder al intrumento preciso, convierte el magma, lo difuso pero profundo, en algo claro e insondable, repleto de valores siempre nuevos. El capitalismo también tiene su altísima porción de creatividad, dado que la acumulación permanente e imparable de capital se derrama, en quien tiene las posibilidades económicas, en creatividad de arte o cultura. Pero hay un desperdicio y una altísima porción de mercadismo. La metaforización de la creación de nuevos objetos bellos o imprescindibles a los que ya tiene la naturaleza aumenta cuantitava y (quizás) cualitativamente en la igualdad de la distrubución en libertad. Pero ¿quién explica esto sobre el populismo democrático y distributivo latinoamericano, el Otro Occidente? Al capital, o a esto de ahora, que no se sabe bien qué es, le resulta insoportable. Lo que Mao denominaría una contradicción antagónica. E invivible, agrego yo.
Gracias, Carlos
Sí, Dudamel es una demostración de que los gobiernos populistas latinoamericanos crean, pulen y direccionan el talento que a veces puede adivinarse en estado de conservación. Dar formación clásica a un músico popular o espontáneo creativo, artistas en general, le abre puertas de imaginación y construcción que no son solo técnicas sino amplitud de recursos e instrumentos para expresar aquello que no encuentra palabras para ponerse en obra y que, al acceder al intrumento preciso, convierte el magma, lo difuso pero profundo, en algo claro e insondable, repleto de valores siempre nuevos. El capitalismo también tiene su altísima porción de creatividad, dado que la acumulación permanente e imparable de capital se derrama, en quien tiene las posibilidades económicas, en creatividad de arte o cultura. Pero hay un desperdicio y una altísima porción de mercadismo. La metaforización de la creación de nuevos objetos bellos o imprescindibles a los que ya tiene la naturaleza aumenta cuantitava y (quizás) cualitativamente en la igualdad de la distrubución en libertad. Pero ¿quién explica esto sobre el populismo democrático y distributivo latinoamericano, el Otro Occidente? Al capital, o a esto de ahora, que no se sabe bien qué es, le resulta insoportable. Lo que Mao denominaría una contradicción antagónica. E invivible, agrego yo.