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Náufragas, migrantes forzadas, itinerantes sin destino: EASY RIDER. Escribe AMILCAR MORETTI

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EASY RIDER: NÁUFRAGAS DE OLEAJES Y TORNADOS, EN UN MUNDO EN QUE YA NO QUEDAN LUGARES DONDE HUIR

 

AMILCAR MORETTI, autor de la foto. Registro en suite con balcón en hotel Babel de San Telmo, Buenos Aires Ciudad. Ed. abril 2016. Argentina. San Telmo es uno de los más tradicionales barrios de la Buenos Aires, donde en un principio hubo asentamientos de habitantes africanos traídos por España como esclavos.  (AMILCAR MORETTI, author photo. Registration in a hotel suite with balcony Babel San Telmo, Buenos Aires City. Ed. April 2016. Argentina. (San Telmo is one of the most traditional neighborhoods of Buenos Aires, where initially there were settlements of African people brought by Spain as slaves.)
AMILCAR MORETTI, autor de la foto. Registro en suite con balcón en hotel Babel de San Telmo, Buenos Aires Ciudad. Ed. abril 2016. Argentina. San Telmo es uno de los más tradicionales barrios de la Buenos Aires, donde en un principio hubo asentamientos de habitantes africanos traídos por España como esclavos. (AMILCAR MORETTI, author photo. Registration in a hotel suite with balcony Babel San Telmo, Buenos Aires City. Ed. April 2016. Argentina. (San Telmo is one of the most traditional neighborhoods of Buenos Aires, where initially there were settlements of African people brought by Spain as slaves.)

 


 

 

 

Escribe
AMILCAR MORETTI

Viernes 25 de marzo 2016
Argentina

 

 

 

 

             amilcar moretti. autorretrato 2015. Perfil WEB P1140792Son náufragas, a la deriva, llevadas por las olas. Se dicen (a sí mismas) que eligen su rumbo y el derecho a cambiarlo de un momento al otro, sin previas ni adelantos, impensados. Pero simplemente las lleva la corriente del agua. No saben con certeza siquiera hacia dónde van, dónde recalarán, sin puerto fijo, que puede cambiar según nuevas y fugaces circunstancialidades. No son viajeras, son personas en situación de naufragio. Portan una carga de malestar y angustia que ilusionan se disipará al cambiar de escenario, pero lo más que logran es que, después de un tiempo,  en una nueva escenografía sientan la reaparición del peso de la mochila que forma parte de ellas, que llevan consigo y de las que no pueden, solas, desprenderse.

 

 

 

 

 

 

                     Con vanos orgullos, creen que pueden desembarazarse de la piedra de Sísifo, pero es imposible e inútil, a menoss que se amputaran, como si se cortaran una mano o se hicieran tajos en un brazo, lo que no es infrecuente. O bien optan por el adormecimiento de algún intemedio supletorio de sustancias ajenas, que ponen en su adentro y excusan con la palabra libertad, pero al cabo obtienen apenas un apagón transorio cuanto más, fugaz para vislumbrar de nuevo una más sentida molestia total.

 

 

 

 

               O el ruido, se hacen ruido para no escucharse. Se enruidan y activan de acá para allá todo el día y parte de la noche, para no sentirse. Les llega entonces el mismo fantasma que reabre puertas nuevas a lo largo de todo el pasillo, como al aprendiz de brujo del disney se le multiplican las escobas de manera incontrolable. Desesperan. Les duele así hasta el pelo. Los cabellos duelen, se enrulan de electricidad sin luz, a punto de electrocutarse sin encender luces que ofrezcan claridad esperanzadora y poder decirse, aquí, aquí sí podré descansar, para reponerme y seguir.

 

 

 

 

                 Náufragas, personas después del hundimiento de la nave familiar y de todos, también la nave social y comunitaria. Migrantes. Itinerantes por migracion forzada. Suponen que han decidido irse, estar lejos y de un lado a otro, en busca del tiempo y lugar perdidos, del sentido perdido o siempre ausente. Pero han sido empujadas. Las migrantes por expulsión han sido empujadas, y ahí fue cuando decidieron saltar, para conservarse vivas. Al menos, la vida. Que es mucho. Pero no decidieron del todo por sí solas. Las arrojaron.

 

 

 

 

                 Las persiguió la turbulencia de la inundación negra y sucia, que trae toda la porquería. Huyeron. Por eso son huidizas. Están en constante fuga, huyen. Explican que necesitan cambiar, como todos lo necesitamos, y como todos cambiamos aunque creamos que no. Es lo que el tiempo le hace a los humanos: los cambia, los transforma, los deforma, los mejora. Los cambia.

 

 

 

                   Pero ellas huyen, expertas en fugas. Hablan lo que no saben, lo que no pueden sostener. Huyen, fugan pero ya no de la inundación turbia que está ahora en todos lados, sino de sí mismas. Migratorias de sí mismas. Expulsadas de sí mismas no encuentran puerto seguro en el que recalar para siempre, y comenzar a sembrar para recoger cuando hayan echado raíces, cuando las raíces aguanten el tornado que quiere arrancar todo y se lleva a muchos. Náufragos del viento y de la corriente. Me da pena que no sepan que ya no hay dónde ir, dónde refugiarse. Se han acabado los sitios. O se hace comnidad con los iguales y hasta diferentes en algún punto, o la supuesta viajera será solamente la eterna errante.

 

 

(texto inspirado en numerosas y repetidas experiencias con muchachas que en los últimos años he contratado como modelos para fotografía de autor en desnudez)

 

Imagen consignada en http://saudadeparisina.blogspot.com.ar/2011_01_01_archive.html
Imagen consignada en http://saudadeparisina.blogspot.com.ar/2011_01_01_archive.html

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