AQUÍ Y EN ESTE MOMENTO,
LA PRIVACIDAD ES NUESTRO ENEMIGO.
(HARVEY MILK EN EL FILME DE GUS VAN SANT)
Escribe
AMILCAR MORETTI
Sábado 20 de setiembre 2014
Argentina
Aquí y en este momento, la privacidad es el enemigo. Lo escuché anoche de boca de Sean Penn en una de las tantas reposiciones en televisión de «Milk», la biopic sobre Harvey Milk, el primer activista gay que llegó en libres elecciones y con identidad pública a un cargo político -concejal en la ciudad de San Francisco- y fue asesinado en 1978. Penn me despierta del lugar común en que suelen convertirse las acciones de autodefensa frente a la invasión y manejo que durante décadas perpetraron en Argentina las dictaduras cívico-militares-clericales para impedir cualquier escape al moralismo insensible y falso que el poder impuso siempre a la ciudadanía media. En esos años, no ahora -menos aún en estos últimos años de democracia constitucional-, el «no pasarán» antifascista desde el fortín propio de la privacidad fue crucial, esencial e imprescindible (y aún lo es, aunque no deba tomarse como dogma ineludible que sirve tanto para una cosa como para la contraria).
Esto porque hace poco me hospedé diez días en una suite de un hermoso hotel del Barrio de San Telmo, a media altura del 800 de la calle México de la ciudad de Buenos Aires. Fui a hacer una tarea que disfruto: mi fotografía de autor en desnudez femenina para publicar en mi dominio web privado, legal y pago: ERÓTICA DE LA CULTURA (www.moretticulturaeros.com.ar). Concurrieron a las sesiones varias bellas modelos, chicas vitales y apetecibles, no argentinas sino de Colombia y Venezuela. Hubo otras también, con las que no sesioné. Las argentinas parecieron ausentarse sin aviso, todo un síntoma de riesgo cultural y social. En mi reserva hotelera solicité una suite espaciosa con privilegiada luz natural de ventanales de balcón a la calle. Aunque no fui avisado y pagué por adelantado, se me adjudicó una suite igualmente luminosa y con balcón pero al interior de la manzana. Repito: no a la vía pública sino al interior del territorio comunal urbano. Como la luz y lo espacioso eran iguales, acepté sin decir nada.
Desde mi balcón al centro de la manzana se ven techos y edificios de alto de calles paralelas y laterales, algunos con balcones también, ubicados a 200 y 300 metros, calculo. Ventanas, también, claro. El primer día que asistió una bella joven modelo y posó desnuda en el balcón, creo recordar que nunca de pie sino siempre sentada, un vecino, una vecina, llamaron al hotel para presentar su queja ante la visión de ese hermoso paisaje natural y dejar sentada su amenaza de denuncia policial, es de suponer que en la seccional de la policía Federal ubicada a dos calles o quizás, tal vez, en las oficinas de Gendarmería, también allí cerquita, a unos pasos. En ese momento recordé que una noche, al salir al balcón, ví que las ventanas de edificios a cientos de metros permitían ver los televisores encendidos. No me gustó, no miré nunca más siquiera por azar, como esa fugacísima y única vez. Juzgué, además, que mi mirada era intrusiva, aunque las imágenes televisivas pudieran ser detestables.

La alegría de presentir haber hecho un buen registro de ese cuerpo en desnudez vital y alegre me fue empañada al día siguiente, cuando en conserjería me transmitieron la queja y el pedido de que no volviera a repetirse la situación dado que el hotel «no quiere tener problemas», dijeron los empleados, siempre muy amables y simpáticos, por cierto. Fue suficiente para no poder dormir una noche y agriarme un día entero. Tanto que decidí explicar en detalle quién soy, qué tarea cumplo, cómo me ubico en la cultura y soy uno de sus referentes en la ciudad de La Plata, detallar que mis publicaciones son eso -¡pùblicas!- desde hace décadas y mis fotografías son reproducidas con mi nombre y apellido en al menos una decena de páginas y blogs culturales de muchas partes del mundo. Que Vogue Italia ha tomado para su archivo algunas de mis imágenes de desnudo femenino. Que no ha incorporado más, es probable, porque no me ocupo en especial de enviarles muchas más y ni siquiera tengo perseverancia ni interés en hacérselas llegar con la frecuencia que me recomiendan colegas. Me basta con que Vogue haya adquirido dos imágenes entre cientos de buenos y muy buenos fotógrafos de todo el planeta que envían sus trabajos o creaciones.
Me ocupé, por supuesto, de detallar que la difusión de mis desnudos de autor, siempre primero y en exclusividad en ERÓTICA DE LA CULTURA, ha adquirido -como dije- una distribución ampliada en distintos lugares del planeta, algunos impensados y lejanísimos. De que las chicas que modelan son actrices y bailarinas que actúan desnudas para mi registro fotográfico y que son bien pagadas, con contrato, quizás con los honorarios más altos que para tal tarea se pagan en Argentina. Sin contar que, como soy escritor, también escritor de periodismo, crítico de cultura y autor de textos de ensayo y ficción, de arte y de cuestiones políticas, sociales y culturales, la propuesta de mis fotos de autor en desnudez femenina se completa con el añadido excepcional -no lo hace otro autor de fotografías y a la vez escritor- de material escrito de mi autoría y de grandes filósofos, pensadores, poetas, psicoanalistas y políticos. Más la integración de música que selecciono en particular (mediante el aporte invalorable de YOUTUBE) para cada imagen o serie de fotos sobre un tema, una situación o lo que fuese que me motiva en ese momento.
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La difusión de mis desnudos de autor, siempre primero y en exclusividad en ERÓTICA DE LA CULTURA, ha adquirido -como dije- una distribución ampliada en distintos lugares del planeta, algunos impensados y lejanísimos. De que las chicas que modelan son actrices y bailarinas que actúan desnudas para mi registro fotográfico y que son bien pagadas, con contrato, quizás con los honorarios más altos que para tal tarea se pagan en Argentina. Sin contar que, como soy escritor, también escritor de periodismo, crítico de cultura y autor de textos de ensayo y ficción, de arte y de cuestiones políticas, sociales y culturales, la propuesta de mis fotos de autor en desnudez femenina se completa con el añadido excepcional -no lo hace otro autor de fotografías y a la vez escritor- de material escrito de mi autoría y de grandes filósofos, pensadores, poetas, psicoanalistas y políticos.
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Pedí con énfasis que, de ser posible, de haber alguna nueva queja o amenaza transmitieran al autor de la misma esta información, a fin de cubrir su desconocimiento e ignorancia y aclarar su prejuicio moral bobo. Dejé por escrito todos mis datos, direcciones, links de páginas web, empresa de prensa escrita tradicional en la que trabajo y publico con mi firma desde hace décadas (con cerca de 5.ooo -cinco mil- publicaciones firmadas). Y anuncié mi profundo deseo de que se repitiese la queja para no solo hacer la enunciación pública del hecho sino suscitar un debate en el que pudieran intervenir todos, al menos en internet. Y que lamentaba el perjuicio que pudiera sufrir el hotel por causa de un bobo o boba espías censores.
Me pidieron o sugirieron que tratase de evitar la repetición de una situación similar y que en todo caso bastaba con que «corriese la cortina». Respondí que haría todo lo posible por pasar desapercibido para semejante mirada de vecinos muy dedicados, pero que me restaba luz, por la cual había pagado, y que la luz es la razón de ser de la fotografía. Sin luz no hay fotografía. Que además hacía falta mucha dedicación para visualizar a 200 o 300 metros lo que sucede en un balcón o a través de un ventanal de un quinto piso que da al interior de manzana. Que igual podía suceder que fuera espiado aún sin salir al balcón, que por lo demás es mi derecho. Que solo en las vistas a la vía pública pueden ser observadas o reprochadas conductas de mostración en desnudez. Que durante la noche, con la luz prendida, también podría ser espiado y vigilado por vecinos colaboracionistas, envidiosos/as, voyeurs, mirones y toda clase de psicópatas, vigilantes desocupados, purificadores de la moral ajena.
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Me sugirieron que tratase de evitar la repetición de una situación similar y que en todo caso bastaba con que «corriese la cortina». Respondí que haría todo lo posible por pasar desapercibido para semejante mirada de vecinos muy dedicados, pero que me restaba luz, por la cual había pagado, y que la luz es la razón de ser de la fotografía. Sin luz no hay fotografía. Que además hacía falta mucha dedicación para visualizar a 200 o 300 metros lo que sucede en un balcón o a través de un ventanal de un quinto piso que da al interior de manzana.
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Expliqué y puse por escrito que se trata de mi actuar privado, que no debe ser mirado ni espiado ni controlado por vecinos desde ventana que dé al interior de manzana (no a la vía pública). Señalé que quien debía quejarse y hacer la denuncia soy yo, por sufrir una intromisión en mi vida privada. Que de igual forma, en una noche sofocante de pleno verano, si durmiera con el amplio ventanal abierto y encendiera la luz para levantarme de la cama e ir al baño, también puedo ser espiado por el perseverante vecino o vecina. Que es probable que usasen prismáticos. Que era una intromisión, una invasión. Y que de todas formas iba a hacer pública la situación, mi única y gran defensa, hacerlo público. Lo que cumplí por escrito a los pocos días cuando me pidieron opinión sobre el hospedaje durante mi estadía (ver en Booking, empresa internacional de contratación de hospedajes y viajes, www.booking.com) . Y lo que hago ahora.

Y al regreso a mi hogar, al mirar televisión este jueves 19 a la noche, veo y escucho a Sean Penn (1) decir como militante de una causa: «La intimidad es el enemigo». En el papel de Harvey Milk, el activista gay norteamericano, propone como estrategia para defenderse de las agresiones a la vida sexual privada de cada uno luchar contra la privacidad. Hacer pública la condición homosexual, si en serio se cree que no hay nada ilegal ni insano en ello. Que lo público, el hacer público lo privado de cada uno es un mecanismo válido de tipo político para que la propia privacidad y la ajena no sean invadidas, interferidas, juzgadas, sancionadas por una pública moral anónima que, se supone, es sana en todos los casos solo por ser adoptada por la media poblacional o la mayoría. Noción de «normalidad» que puede remitir al hitlerismo, mayoritarios por años en Alemania y aceptado y asumido y defendido por la gran mayoría de los alemanes, además de por buena parte de las poblaciones francesa, inglesa y norteamericana, con simpatías por el fascismo y el hitlerismo. Se ha olvidado que ser fascista, del fascio mussoliniano, que ser franquista (aún hoy) era elogiable y legítimo, opciones políticas comunes, normales, «naturales», propias de un tiempo patológico caracterizado por el ánimo o pulsión de muerte.
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Veo y escucho a Sean Penn decir como militante de una causa: «La intimidad es el enemigo». En el papel de Harvey Milk, el activista gay norteamericano, propone luchar contra la privacidad como estrategia para defenderse de las agresiones a la vida sexual privada de cada uno. Hacer pública la condición homosexual activa, si en serio se cree que no hay nada ilegal ni insano en ello. Que lo público, el hacer público lo privado de cada uno es un mecanismo válido de tipo político para que la propia privacidad y la ajena no sean invadidas, interferidas, juzgadas, sancionadas por una pública moral anónima que, se supone, es sana en todos los casos solo por ser adoptada por la media poblacional o la mayoría.
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De modo que, en cierto momento y en ciertas circunstancias, en esta ocasión y en este momento democrático de la Argentina, la privacidad es nuestra enemiga. Que hay que hacer público todo y desde allí discutir, debatir, acordar, corregir, sancionar, habilitar, aceptar, consensuar. Que la transparencia en democracia, aún como ilusión, es eso. Que eso les cabe e involucra tanto al gobierno como a la oposición, y en especial a la sociedad argentina toda. Que se debe hacer saber todo, porque si no la privacidad está en peligro. Que en democracia el delito se esconde porque apela al derecho a la privacidad. Que en ciertos momentos de dictadura defender el búnker de lo privado, de lo que se hace puertas adentro, puede ser aceptable y estar bien. Pero que la democratización en riesgo es otra cosa y que no toda verdad social lo es siempre, o no resulta verdadera siempre o que la verdad no siempre ayuda a despejar la verdad.
Que el ciclo kirchnerista de diez años ha ampliado los márgenes de libertad como hacía décadas no se veía, y que ese espacio ganado está peligro. Que a veces lo pone en riesgo la misma sociedad, o al menos sectores de la sociedad. Que la pedofilia debe denunciarse, hacerse pública; que los sacerdotes pedófilos deben ser denunciados públicamente y en los tribunales; que el lavado de dinero y la gran evasión impositiva deben hacerse públicos; que el no pago de retenciones y no liquidación y declaración de las fabulosas sumas de dinero de lo producido acá y vendido en el extranjero deben hacerse públicos.
Y que los denunciadores y ofendidos deben identificarse, porque estamos en el mejor período democrático en décadas y corre peligro dicha democratización. Y que si alguien se hospeda en el mismo hotel en que yo lo hice, debe saber que si alquila una habitación con vista o balcón al interior de manzana puede ser espiado y vigilado desde la calle Piedras entre el 600 al 700 de numeración domiciliaria, que alguien o varios desconocidos de los departamentos traseros, desde los pisos superiores, pueden estar en estado de vigilancia de tu hacer privado, cometiendo un delito de intromisión. Que Ud. debe olvidarse de tomar sol desnudo, aunque tenga cuerpo bello, aún detrás del vidrio de su ventanal. Será espiado. Que es posible que se trate de algún anónimo del cuerpo trasero del edificio en torre ubicado sobre Pirulo. O que tal vez, lo sea de la calle Chile entre el 800 y 900, Chile entre las calles Tacuarí y Piedras del barrio de San Telmo, cerca de donde se halla ubicado el hermoso Museo Nacional de Historia del Traje, que no ha de ser difícil de ubicar en el número 832.
(1) «Para este movimiento en este momento, y no digo esto como concejal… La intimidad es el enemigo.»
http://piropodeamor.com/frasesen-milk-un-hombre-una-esperanza-2
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EncuentroenelEstudio
Publicado el 2/3/2012
Encuentro en el Estudio
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