Allí, más allá de su altura, de su cuerpo contundente, se representa como indudablemente bella. Sucede que aunque en el fondo uno supone que lo sabía, no lo sabía. O, como suelen decir los psicoanalistas, no sabía que lo sabía. No saben que saben. Ser bella, digo, muchas muchachas bellas. Eso sucede con Cata, que recién comienza a reproducir para afuera -cuando uno la guía con pequeños detalles- la rica expresión de belleza y sensualidad que no sabe -aunque sabe- que tiene contenida. En el mismo sentido, es como escuchar el sonido sólido y a la vez suave del saxo tenor de Illinois Jacquet y saberlo bello en “You´re My Thrill” y al mismo tiempo no reconocerlo. No saber que se lo sabe-siente bello. Basta escucharlo.
Escribe
AMILCAR MORETTI
Algunas muchachas que modelan en desnudo son bellas sin saberlo. Lo que es peor, sin creerlo. Es como que necesitaran que alguien de afuera, idóneo, les dijera e hiciese notar la belleza de su cuerpo joven. Me ha sucedido con muchas chicas que me han elegido para hacer su primer desnudo, aún también bailarinas y actrices, que son con las que más trabajo porque suelen tener menos problemas con el manejo del cuerpo que las modelos, las de pasarela en especial, rígidas y congeladas por el cuadro social de moralina pequeño burguesa, que tampoco pueden cumplir. (En el desnudo femenino, aún en la muchacha que se dice más “liberada”, hay algo del orden de la culpa y la pecaminosidad que establece una “religiosidad” puritana que no es tal, sino ambigua y equívoca. En paradoja, también, son las escorts o acompañantes, en su disociación, las que más se niegan al registro en seriedad de la desnudez, aún cuando se promocionan por cientos en internet en estado de semidesnudez vulgar).
Esta singular cuestión de la belleza no reconocida por su propia poseedora suele producirme siempre la misma sorpresa, como algo extraño que, sin embargo, tiene su explicación, según trato de dar indicios al final. María, esta María que se incorpora ahora a ERÓTICA DE LA CULTURA por la razón que fuese, es una de las tantas que también me eligió a mí para hacer su primera vez en imágenes de desnudez. También, como otras varias, comenzó con algunos reparos sobre su propio cuerpo. Al cabo de una media hora, como con muchas iniciantes en igual situación, comienza a sucederse un proceso doble siempre similar. Ocurre que comienzan a soltarse, a acostumbrarse a la propia desnudez, y entonces señalan sus “defectos”, que no suelen ser tales, o suelen ser muy atractivos, o, más aún, son detalles a los que un varón no les presta atención.
Todo depende del gesto, de la actitud para mostrar el cuerpo, de la mirada, de la sonrisa, de la flojedad, de la forma de mover y llevar el cabello, de la representación –contenida en lo profundo de toda mujer– de que están en disponibilidad, lo que por supuesto con el autor de fotografías no es así. Una mujer resulta el máximo de atractiva no solo cuando se produce sino cuando traduce que está en situación de disponibilidad. Aunque fantasía masculina, allí es cuando resultan bellas, hermosas, muy atractivas.
A estas chicas con estas “dudas”, cuando se les pregunta si nunca nadie les dijo que son lindas, hermosas, muy bonitas o directamente bellas (y ello poco tiene que ver con la “perfección” física), dicen que sí, pero que lo han hecho varones o mujeres, chicos o chicas que desean vincularse con ellas, y que por ese interés su valoración no les resulta confiable. En cambio, la apreciación de un profesional, como dicen ellas (no me canso de repetir que no soy un profesional, ni quiero serlo, sino un creador de fotos de autor y expresión en desnudez femenina-), les resulta garantía de su atractivo.
Es lo que comienza a suceder con esta María, que recién conocí este último viernes. María, cuando se suelta, algo que comienza a hacer por primera vez ante un extraño, con las indicaciones del caso -no convencionales, en especial- inicia el tránsito de saber cuál es el camino -su camino propio- y cuál es el gesto del cuerpo, la respiración y la postura. Allí, más allá de su altura, de su cuerpo contundente, se representa como indudablemente bella. Sucede que aunque en el fondo uno supone que lo sabía, no lo sabía. O, como suelen decir los psicoanalistas, no sabía que sabía. No saben que saben. Ser bella, digo. Y en cuanto a esa seguridad o no en la propia belleza corporal, en el atractivo ejercido sobre el otro, tiene que ver con la investidura libidinal del padre, en su justo término, ni incestuosa ni indiferente. De ese justo término medio valioso depende el disfrute y placer que esa mujer, toda mujer, pueda darse a sí misma al tiempo que se lo da al otro. Lo más frustrante para su vida que pueda hacer en estos casos una muchacha que modela en desnudo es absorber como propia, necesaria o obligatoria la noción de lindura (no belleza) vulgarizada por los medios. No otra cosa que la atracción de la botinera, producto rústico y torpe de mercado. Lo demás, acá, depende del autor de la imagen, que por cierto es mucho.
AMILCAR MORETTI fotografió a (María).
EROTICA DE LA CULTURA, como siempre, agradece el invalorable aporte de YOUTUBE sus colaboradores a la cultura mundial.
Illinois Jacquet – You’re My Thrill
gilberto givemeup
Publicado el 26/2/2014
LP “Desert Winds” (Verve – 1964)
With Kenny Burrell on guitar