Uncategorized

Cristo López, Julio López, la crucifixión diaria para ensombrecer navidades y fin de año. (Fragmentos en adelanto de la nota que este miércoles 18 publica el diario EL DÍA de la Argentina, en La Plata)

Google+ Pinterest LinkedIn Tumblr

La abyección humana es tal que dejan de existir palabras para nombrarla; es lo innombrable –no por boba inmoralidad- sino porque atenta contra la constitución identitaria de la condición humana. Ejemplo: detalles de Auschwitz o la ESMA, que hay que conocerlos, por supuesto, pero en su contexto clarificador específico y desde allí difundirlos. Julio López, el desaparecido testigo de torturas y asesinatos, hoy, es otro ejemplo, justo para navidad, como si lo ahora denunciado –veraz o no- hubiera sido lanzado con fecha premeditada. 

Julio López, el ex detenido político de la última dictadura militar, desaparecido en democra al declarar contra los autores de crímenes de lesa humanidad. Hoy se reactualiza su caso con declaraciones de un imprevisto testigo.
Julio López, el ex detenido político de la última dictadura militar, desaparecido en democra al declarar contra los autores de crímenes de lesa humanidad. Hoy se reactualiza su caso con declaraciones de un imprevisto testigo.

 

 

(a continuación un fragmento en adelanto al texto que publicará este miércoles 18 el diario EL DIA de la Argentina, en La Plata. Sección Espectáculos: ver «Cine en TV», por Amílcar Moretti. www.eldia.com.ar)

 

 

 

Cine por TV

 

 

PAPÁ NOEL Y JESÚS: SERRUCHO Y TORTURA

 

 

 

Por
AMILCAR MORETTI 

 

                                                                                                                                                 

           

             Papá Noel también puede ser un asesino serial que retorna amilcar moretti, 2013 P2250098 todos los años para vengarse, a sembrar el “regalo” de la muerte violenta. Esto va el viernes, por Space en horario central nocturno. Hay un plano ético en el cine. Ético, no moral, aún cuando pueda incluirlo. Es el plano que separa lo ético, digamos la decencia que impone una cuota mínima dignidad y la diferencia con claridad de la abyección. Hay un famoso y paradigmático ensayo cinematográfico que alude a esta distinción que plantea la metáfora “no apalabrada”, aunque sí poética, del cine. Ese “plano ético” depende de individualidades y también de momentos y climas de época. Creo que hay etapas de la historia que estimulan la abyección, la obscenidad (no como teta-culo, esa es la interpretación berreta y rústica de tan grave asunto). Me refiero que en oportunidades se propicia como “natural”, como “normal”  la negación de la decencia asociada a la dignidad humana. Simple: si no comemos todos y no vamos a la escuela todos mientras otros derrochan, entonces no hay dignidad: hay abyección.

 

              A veces, la abyección humana es tal que dejan de existir palabras para nombrarla; es lo innombrable –no por boba inmoralidad- sino porque atenta contra la constitución identitaria de la condición humana. Ejemplo: detalles de Auschwitz o la ESMA, que hay que conocerlos, por supuesto, pero en su contexto clarificador específico y desde allí difundirlos. Julio López, el desaparecido testigo de torturas y asesinatos, hoy, es otro ejemplo, justo para navidad, como si lo ahora denunciado –veraz o no- hubiera sido lanzado con fecha premeditada.

 

 

 

 

                 Las fiestas navideñas tienen un toque en falsete dado por el capitalismo de consumo, por la mercantilización de las emociones, se sabe. Hay que preguntarse si arruinar, empañar, embarrar, prender el ventilador con estiércol no es mucho más peligroso y ruín porque no parece ampliar el estado de conciencia político-moral, cívica y ciudadana, sino que también puede parecer que pincha el globo de una última ilusión, o una breve ilusión en la última parte del año. Julio López, hoy. (¿Necesito aclarar a esta altura de mi vida, oficio y escritura que cualquier denuncia sobre una atrocidad debe ser recibida y analizada, considerada?)  

 

Jeffrey Hunter, en la clásica de Nicholas Ray, "Rey de reyes". El dolor no es del tormento físico, el dolor máximo es el de la madre a quién ha quien han asesinado a su hijo, con humillación. La abyección es que los hombres maten a sus hijos, descendientes, jóvenes.
Jeffrey Hunter, en la clásica de Nicholas Ray, «Rey de reyes». El dolor no es del tormento físico, el dolor máximo es el de la madre a quién ha quien han asesinado a su hijo, con humillación. La abyección es que los hombres maten a sus hijos, descendientes, jóvenes.

 

 

 

Cristo no es Mel

 

La pasión de Cristo no es la de Mel Gibson, también es obvio. Sin embargo, fue la idea que tiene Gibson –norteamericano-australiano- sobre la cuestión, un hombre ultraderechista y católico. ¿O deberé decir católico ultraderechista? No voy a atrincherarme en la habitual honestidad y franqueza de Pier Paolo Pasolini, que en 1963 en pleno Concilio Vaticano II y Juan XXIII, aunque acusado de “marxista” (en lo personal de sus ideas políticas lo era, pero a su manera singular, expulsado de la clerecía del PC, y también del clericalismo burocrático reaccionario vaticanista). ¿Marxista en “El evangelio según San Mateo”? Quizás, pero aprecio con más nitidez una humildad comunitarista cristiana primitiva. Y me agrada, me hace sentir bien en mi condición humana. Pasolini opta por la humildad, el silencio y centra el dolor no en el detalle de la tortura, del sacrificio, sino en el dolor de María. ¿Madre de Plaza de Mayo? ¿Por qué no? La historia se repite, distinta, pero vuelve una y otra vez. El dolor de una madre con gratitud no ha de ser menor o mayor según quién sea o haya sido su hijo sacrificado.

 

 

—————————————————————-

                 Las fiestas navideñas tienen un toque en falsete dado por el capitalismo de consumo, por la mercantilización de las emociones, se sabe. Hay que preguntarse si arruinar, empañar, embarrar, prender el ventilador con estiércol no es mucho más peligroso y ruín porque no parece ampliar el estado de conciencia político-moral, cívica y ciudadana, sino que también puede parecer que pincha el globo de una última ilusión, o una breve ilusión en la última parte del año. Julio López, hoy. (¿Necesito aclarar a esta altura de mi vida, oficio y escritura que cualquier denuncia sobre una atrocidad debe ser recibida y analizada, considerada?)     

———————————————————————-

 

 

 

 

En última instancia, para no caer en confrontación busco el lugar de decencia que complace y resulta claro sin excusas ni coartadas: “Rey de reyes”, de principios de los años 60. Jeffrey Hunter, poco recordado hoy, es Cristo, y lo dirige el maestro Nicholas Ray, el del parche en el ojo, el hombre sobre el cual hizo después una buena película el alemán Wim Wenders. Nicholas Ray con musicalización de  Miklós Rózsa: “Rey de Reyes” la ví en mi adolescencia y allí el dolor sentido era el de todos, no el de la tortura física de un extraordinario. No se reclamaba sangre para purificarse.  Esta tesitura es malsana, psicópata. No hay nada que lavar con sangre: nada. Nos purificamos con agua, con agua pura, hasta donde cada uno pueda consigo y ayudar al otro, “con-pasión”, es decir, identificándose con la “pasión sentida por el otro”, aunque no sea la nuestra, porque allí está la grandeza, la gratitud por haber sido elegido en condición humana y asumir propia esa condición, en libertad.

 

 

 

 

————————————————

 

             Pasolini opta por la humildad, el silencio y centra el dolor no en el detalle de la tortura, del sacrificio, sino en el dolor de María. ¿Madre de Plaza de Mayo? ¿Por qué no? La historia se repite, distinta, pero vuelve una y otra vez. El dolor de una madre con gratitud no ha de ser menor o mayor según quién sea o haya sido su hijo sacrificado.

————————————————–

 

 

 

   Mel Gibson no: dogmatiza el tormento. Predica que solo la tortura, el tormento físico es el que purifica y libera, y salva. Y es como todos los “sacrificadores”: ¿quiénes son los “salvados”? ¿Quiénes son los torturados? ¿Quién decide quién debe ser “salvado”? “¿Quién soy yo para juzgar a alguien por su condición gay?”, arriesgó Bergoglio. Y en su limitación, fue decente, prudente, si se quiere. No estimuló la hoguera, el dolor. Marcó un límite. Nicholas Ray con su viejo Cristo de Jeffrey Hunter hace una puesta en escena del milagro del tipo que viene hacia nosotros y nos dice: elijan ustedes quién es el justo. Yo doy lo mío, que no importa nada si ustedes no lo ven ni lo siguen. Ya lo verán, tal vez. Si no, es que no lo merecen aún… Y ahí estamos, en el 2013…

             “La Pasión de Cristo”, de Mel Gibson, lunes 23 a las 22 por FX. También este viernes, 15 minutos antes de medianoche.   

   

 

Jeffrey Hunter, a principios de los años 60 del siglo pasado, dirigido por Nicholas Ray, el hombre del parche en el ojo que homenajeó Wim Wenders, uno de sus discípulos.
Jeffrey Hunter, a principios de los años 60 del siglo pasado, dirigido por Nicholas Ray, el hombre del parche en el ojo que homenajeó Wim Wenders, uno de sus discípulos.

                                                                   

Escribir un Comentario