Benteveo en mis manos. El pájaro, la planta, el perro de terracota
Hay un poema muy bello del inglés William Wordsworth (entre los siglos 18 y 19), uno de los maestros de la poesía occidental: “Esplendor en la hierba”.
En castellano, dice más o menos así, y así yo lo creo, para no morirme de pena:
“Aunque nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no debemos afligirnos porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo”.
Y hay una película de Elia Kazan, de los años 60, con Warren Beatty y Nathalie Wood, dos bellos en ese momento de su esplendor, que se titula así: “Esplendor en la hierba”. Y habla de eso, del paraíso del recuerdo del esplendor del primer amor.
Nunca había visto agonizar y morir a un pájaro: el otro día lo viví por primera vez. Un benteveo hermoso, adulto, estaba herido. Lo recogí, lo cuidé. A la noche se me murió en la palma de la mano. Lo ví tan bello y desolado. Lo enterramos con Cristina, por respeto (¿bobo?). Pero tengo el recuerdo de su belleza viva en otros benteveos que cantan bochincheros en mi parque.
Beso.
Amílcar
Compaginación amilcar moretti, Martes 17 diciembre, 2013. Argentina.