MIS TRABAJOS Y DÍAS

CUANDO LA MODELO FABULA EL AUTOR FOTOGRÁFICO MEJORA. POR AMILCAR MORETTI

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(La imagen de tapa -arriba- es de Amilcar Moretti. Edición del 22 de agosto del 2024. BUENOS AIRES)


Escribe

AMILCAR MORETTI

La mejor pose es la no posada. La «pose» imprescindible es la no pose. Es la postura de lo «natural», aunque sabemos que cuando interviene la cámara nada es «natural». La cámara cambia lo «natural», lo que podemos definir en este caso como nuestra «natural» rutina diaria de movimientos, quietud y habla. Entonces, la mejor pose en la fotografía de desnudo es la espontánea, esa que por lo general se da cuando la modelo pierde la noción de estar haciendo su trabajo y se concentra en ello tanto que olvida la presencia del fotógrafo y aún más, se olvida de sí misma. 

    La experiencia me ha enseñado que una de las mejores formas de parecer espontánea desnuda frente a una cámara consiste en sumergirse en una historia interior, en un cuento propio, cualquiera sea: lo que sucedió ayer cuando fue de compras al almacén, o lo que pensó y sintió durante la última conversación con una amiga íntima. Meterse en ese rollo y contárselo a sí misma. Se lo puede hablar, decir en voz alta y hacer gestos y ademanes con rostro y brazos. No se trata de distraerse, de perder la atención, sino de concentrarse en lo que hace, en su propio relato y ver cómo se posiciona el cuerpo o bien actuar (como una actriz en un escenario) aquello que supone debería hacer, sentir y decir  según la historia o pequeña aventura cotidiana que recuerda, imagina o sucedió. Sumergirse en el propio cuento y dejar que al cuerpo actúe. Olvidar al público y al mismo tiempo percibirlo en sus detalles.

Se actúa para un público, en nuestro caso, en primera instancia, el fotógrafo y algún asistente si lo hubiera. La modelo los olvida y al mismo tiempo los tiene bien presentes para percibir si el proceso marcha bien o no. Además, están las indicaciones del fotógrafo, que pueden ser habladas y explicadas o simplemente dichas con el silencio de la aceptación o el rechazo. Dejar que el fotógrafo haga la suya y en paralelo estar con los oídos y ojos atentos para imaginar o percibir hacia dónde va el autor fotográfico, qué busca, si parece haber encontrado o no lo que deseaba ver y registrar. Se puede olvidar pero mantener la memoria, es decir, meterse en el propio interior y dar libertad a la fantasía e imaginación para que el cuerpo haga lo que desea y pide.  

 

Imagen por AMILCAR MORETTI. Edición del 22 agosto 2024. Buenos Aires-La Plata.

 

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