La tristeza de la belleza. Me dicen que no tienen nada que ver una con otra. Pero que se puede ser bella y estar triste. Desde el imaginario masculino la belleza femenina parece no querer vincularse con la tristeza ni con la soledad. Simplismos, vulgaridades. Pero yo he visto la tristeza en la belleza de una mujer. Tal vez sea solo una cuestión de la mirada. Porque ¿es que existe la belleza de mujer sin la Mirada, no solo la mirada masculina? De lo que sí puedo dar pruebas es del dolor que causa la belleza femenina. Uso y abuso de poder, esa belleza puede llegar a hacer una instrumentación deliberada del dolor del otro. Por eso, muchos han optado por destruir la belleza, que se les aparece como inalcanzable. No solo la necesidad de ensuciar la belleza sino de exterminarla. La frustración, el padecer, lo imposible, lo que es inalcanzable.
AMILCAR MORETTI
«Hora tras hora el ojo del sol acrecienta su
pálido dominio.
Las estrellas se alejan.
Boca-de-rana y boca-de pez beben
El licor de la indolencia, y todas las cosas se
hunden.
«En una dulce red de desmemoria.
Se apagan los colores fugitivos.
Las larvas descansan en sus capullos de seda,
Luminosas crisálidas cabecean hasta entrar en
el sueño como estatura.»
SILVIA PLATH (Boston,1932 a 1963, por suicidio, en Londres). «La bestia», poema. Pág.10 en un libro de 250 páginas, «Poesía norteamericana», dedicado a numerosos poetas norteamericanos. Traducción de María julia de Ruschi Crespo. 1990, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires.
Cuando tú te hayas ido
Me envolverán las sombras,
Cuando tú te hayas ido
Con mi dolor a solas
Evocaré el recuerdo
De las felices horas.
Cuando tú te hayas ido, amor
Me envolverán las sombras.
Y en la penumbra vaga
De la pequeña alcoba,
Cuando una tibia tarde
Me acariciabas toda,
Te buscarán mis manos,
Te besará mi boca
Y aspiraré en el aire
Aquel olor a rosas,
Cuando tú te hayas ido, amor
Me envolverán las sombras.