ARCHIVO (desde 2010)

“DRIVE”, ESTE VIERNES 9 A LAS 18,30: UN THRILLER DE APARENTE LIVIANDAD PARA SUBRAYAR DOS O TRES DEMOLEDORAS EVIDENCIAS ACTUALES. Escribe Amílcar Moretti

Google+ Pinterest LinkedIn Tumblr

LA IMPOSIBILIDAD DEL AMOR, EL RETORNO INDEFECTIBLE DEL PASADO PESE A “OLVIDOS” DE FALSO BUDISMO SUSTENTADOS EN PURA VOLUNTAD Y LA NECESIDAD TRÁGICA DE LA EXISTENCIA HUMANA CONVERTIDA EN DESTINO, COMO UNA IMPRESCINDIBLE PRESENCIA DE LO CRIMINAL EN LA BASE DEL  NUEVO “NEO-CAPITALISMO” ACTUAL, EL MERCADO Y EL DINERO. ESTO ES “DRIVE”, UN THRILLER, DE FALSA LIVIANDAD, QUE REPITE  ESTE VIERNES 9 A LAS 18,30 LA SEÑAL DE ALTA DEFINICIÓN “MAX”  DE CABLEVISIÓN (canal 690, en La Plata).

 

 

EL INFECTIBLE RETORNO AL PASADO Y LA IMPOSIBILIDAD DEL AMOR: LOS SUSTENTOS DE "DRIVE", MAÑANA VIERNES A LAS 18,30.
EL INDEFECTIBLE RETORNO DEL PASADO Y LA IMPOSIBILIDAD DEL AMOR: LOS SUSTENTOS DE “DRIVE”, MAÑANA VIERNES A LAS 18,30.

 

 

 

 

 

Escribe 

AMILCAR MORETTI

San Telmo, barrio de BUENOS AIRES

 

 

 

                        AMILCAR MORETTI. Autorretrato, PERFIL. junio2017. b_171624Un filme pequeño de muy buena calidad, actual, que retoma un conflicto dramático central del género policial negro norteamericano: la imposibilidad del amor y el irremediable retorno del pasado, que pesa siempre y rebrota aunque se predique, a pura voluntad fácilmente “budista”, vivir en el puro presente. Imposible: el pasado está, oculto o sobresaliente, pero siempre e indefectible grabado en alguna parte, imborrable. Cierto que ambas razones no son  certidumbres que el cine mundial, no solo de Hollywood, maneje de modo excluyente en el decepcionado tono del cine noir. Pero en el policial negro aparecen de modo explícitamente justificado -por precisas razones de género- en un escenario circunscripto a lo delictual común, una mentira en su supuesta limitación.

 

                         Pero “Drive”, de modo progresivo a medida que desenrolla su relato, delata una obscenidad criminal que funde con una mirada desencantada sobre un mundo -¿centro en Estados Unidos, con preeminencia del dinero?-. Y no es solo una mirada. Es la certeza de una mirada reveladora del mundo real, como es hoy, ahora y desde hace décadas, o siempre si recordamos “Gang de Buenos York” de Scorsese. Un mundo en que el destino está marcado porque el ejercicio de la  supuesta libertad se reduce a la brutalidad extrema. Y al señalar o sugerir esto es donde y a partir de cuando “Drive”, un filme pequeño que se agranda por lo espeso de lo que, con fatalidad, no puede dejar de encadenarse en un envoltorio que crece y envuelve a todos en su mierda.

 

                      Esto con el acompañamiento y a la vez centralidad de un Ryan Gosling capitalizado en su lindura viril impoluta casi como una máscara inconsciente de un pasado que se desconoce pero verosímil suponer bastante más que turbio. En principio y en apariencia es únicamente un sobresaliente conductor que se alquila de modo circunstancial para fugas en atracos, mientras se gana su paga regular como mecánico. No usa armas ni drogas. No habla ni es violento. Es prolijo y cumple con estrictez su tarea, tanto que usa un cronómetro con el que mide los minutos prometidos de espera, cumplidos aún en momentos de máximo peligro. Un tipo confiable y eficaz.

 

drive

 

                     Parece tener una sola faz, la del tipo tranquilo, manso y hasta rutinario que de vez en cuando perpetra una transgresión para ayudarse con el dinero chico y que trata de mantenerse ajeno e ignorar todo del delito en que colabora como “asistente técnico”. El filme comienza justamente así: Gosling recoge a unos atracadores, es preciso, inteligente y decidido, no tiene dudas y no falla. No pregunta ni se compromete más allá de lo que le han encomendado: conducir un auto para evitar o huir de la policía.

        Y aquí hay una distinción en el tratamiento que diferencia también a “Drive”: no se gasta en autos, barquinazos, velocidades, ruidos, choques, vuelcos. No. Para nada. todo o casi todo está visto y suspendido de la mirada desde el interior del auto que conduce, a través de parabrisas, como si el protagonista no quisiera salir de su propio mundo, en el que se siente seguro, y del cual ha decidido no dar ninguna pista a los otros personajes ni a los espectadores. Un acierto cinematográfico, al menos en cuanto a diferenciación dentro del noir y de las películas de acción con autos y carreras de insoportables motores rugientes.

 

 

                          En su silencio radica el primer dato de interés de este filme que funciona como un reloj -aunque en algunos momentos desbarranca en detalles innecesarios, una verdadera pena que lo aleja de la perfección planificada-. Como si a “Drive”, la película, le sucediese lo mismo que al protagonista: un palpitante y vivo engranaje limpio que fluye sin esfuerzo que, de pronto, no puede evitar resultar salpicado por la basura.

"DRIVE". MAÑANA VIERNES A LAS 18,30, POR "MAX" DE CABLEVISIÓN. LA IMPOSIBILIDAD DE ESCAPAR AL PASADO, INCRUSTADO SIEMPRE EN LA CONCIENCIA Y EL CUERPO,  Y EL VANO INTENTO DE HACER POSIBLE LA SALVACIÓN A TRAVÉS DEL AMOR.
“DRIVE”. MAÑANA VIERNES A LAS 18,30, POR “MAX” DE CABLEVISIÓN. LA IMPOSIBILIDAD DE ESCAPAR DEL PASADO, INCRUSTADO SIEMPRE EN LA CONCIENCIA Y EL CUERPO, Y EL VANO INTENTO DE HACER POSIBLE LA SALVACIÓN A TRAVÉS DEL AMOR.

 

 

                       Nada se sabe del héroe que interpreta Gosling, salvo su mutismo y vida solitaria. Hasta que aparece el amor: mejor dicho, la posibilidad del amor, o quizás solo el afecto, la raíz de una familia, aquí una vecina joven con un hijito y un esposo en la cárcel. La pulcritud de héroe-Gosling no se sale del carácter que el cine de Hollywood por lo general le encomienda: la discreción de los sentimientos, su notoria necesidad y a la vez el límite restrictivo de aquel que sabe que el mundo de los sentimientos tiernos no le corresponde. Ha sido dejado afuera del amor. Es un duro aunque no lo parezca, o al revés, aunque parezca un tipo frío, inexpresivo y sin emociones, apenas con alguna inocente y vulgar “debilidad” -un eterno palillo en la boca, como otro de esos tics propios del cine policial negro clase B que no se permite Hollywood en su habitual cine comercial llamado “de calidad” aunque burdo y sin imaginación poética.

 

 

                    Lo mejor de “Drive” no se sustenta en que todos sus rubros técnicos y sintácticos están cuidados y en que cuando se repiten, en muchas ocasiones, se advierte que es de forma deliberada, como para subrayar lo que, si se sale de la ficción, se adivina inevitable: el descarrilamiento de todo. Lo mejor de “Drive” se sostiene en que de la común película de acción que solo una mirada burda puede suponer, se ubica como un thriller dramático denso que, con fatalidad, salta a la tragedia y lo cruento que salpica. Y no es solo la sangre de la brutalidad criminal sino el dolor de no poder escapar a la imposibilidad del amor. Al menos en este mundo y en este momento.

 

 

                 Es tonto y trivial suponer la limitación del filme a un caso particular, individual en un mundo muy particular y clandestino. Se trata de un filme que, sin decirlo, propone un gran desencanto. No hay salvación. No hay lugar para el amor: sencillamente porque es una ilusión pasajera, fugaz, incapacitada de realización desde el principio, aunque se lo intente y se ponga todo el esfuerzo por preservarlo.

 

LA CRUCIAL ESCENA DEL ASCENSOR EN "DRIVE": ENTRE LA TERNUTA DEL AMOR Y LA BESTIALIDAD DE LA VIOLENCIA DE LA PULSIÓN DE MUERTE SIEMPRE A LA ESPERA.
LA CRUCIAL ESCENA DEL ASCENSOR EN “DRIVE”: ENTRE LA TERNURA DEL AMOR Y LA BESTIALIDAD DE LA VIOLENCIA DE LA PULSIÓN DE MUERTE SIEMPRE A LA ESPERA.

 

 

 

                 El mundo salpica suciedad (de dinero) y la parte oscura brota aunque pasen años ocultándola, reprimiéndola: esto es lo que significa una escena que en el balance -lo advertí de inmediato- se demuestra crucial en “Drive: la escena del ascensor con su masacre que baña en sangre todo el cubículo, con un dato inteligente que funciona como antagonista de la siniestra carnicería. Se trata del beso de Gosling y la chica que, también de modo sutil, no termina de definirse entre la estratagema para distraer al killer a eliminar y la despedida tras un primer y único contacto del amor: un suave roce de labios, bautismo y despedida entre los enamorados (o simples necesitados de acompañamiento y algo de afecto), casi tímido, que muestra que la relación es imposible porque el buen tipo, el muchacho calmado y sereno, cariñoso, se ha convertido en una bestia en la defensa de lo que ama, aplastando el cráneo del gangster hasta reducir sus sesos a papilla y salpicarse de sangre hasta las rodillas de sus pantalones.  En este detalle hace recordar “Una historia de violencia” (2005) de Cronenberg con un Viggo Mortensen que, aunque haya huido muy lejos y recreado una forma de vida familiar común pueblerina, se ve de pronto invadido por el pasado, que marca nuestra vidas.

 

                           Al salir del ascensor hay una mirada fugaz de Gosling hacia la muchacha ante quien ha revelado una brutalidad fuera de sí, una criminalidad desatada que torna al héroe a partir de ese momento en un ser impredecible y quizás indeseable. El desenlace con Gosling mientras conduce solitario su auto en una carretera nocturna y desolada, otra vez en huída, con una grave puñalada en el vientre, deja más que abiertas las puertas tanto a la confirmación de lo imposible del amor como a la necesaria vuelta del pasado y la inevitabilidad de la desgracia, más aún, de la tragedia que el destino, como desde los orígenes, marca la condición humana. Un destino de soledad y de dolor silencioso.

 

                     Esto, este espíritu denso y mudamente decepcionado hace de “Drive” un filme que se engrandece, aunque no todos puedan percibirlo o sentirlo, verlo. Igual que como sucede con los seres humanos: la vista superficial solo ve grandeza en los que aparecen como grandes. Los comunes son, a lo sumo, simples y anónimos héroes desgraciados que no dejarán huella, tanto como tienen vedado el amor y les resulta inevitable el retorno del trauma del pasado, todo lo cual, al fin de cuenta, los convierte en cifra o símbolo de la condición humana misma. Así, el “entretenimiento” del thriller que es “Drive” deja atrás su trivialidad sin que muchos se den cuenta.

2 Comentarios

  1. JUAN SANCHEZ

    DESPUÉS DE SEMEJANTE ANÁLISIS (A LOS QUE NOS TENES ACOSTUMBRADOS) RECOGIMOS EL GUANTE (LA BUSQUE EN LA WEB, NO TENEMOS “MAX”) Y, AUNQUE EL POLICIAL NEGRO NO ESTÁ ENTRE NUESTROS FAVORITOS, FUE UN DELEITE DE PRINCIPIO A FIN. ADEMÁS DE COMPROBAR LO LÚCIDO DE TUS COMENTARIOS!!!

  2. Amilcar Moretti

    ¿Vieron que sí? No mi análisis. Digo la película. Habla, bien en el fondo, de lo que digo. Habla de eso: el pasado lo llevás en la espalda y en la cara, y el amor parece ser algo imposible.

Escribir un Comentario