HEBE DE BONAFINI Y ESTELA DE CARLOTTO
Deseo aportar. Por eso me identifico (1). No quiero discutir, polemizar, pelear. Sí aportar al hecho de intercambiar, proponer ideas, interpretar, valorar, expandir el espacio de comprensión de lo que sucede en lo social-político cotidiano argentino. Es una humillación gubernamental-judicial provocadora y gratuita, no exenta de perversión y exhibición mediática, ordenar la detención de la señora Hebe de Bonafini.
No es un hecho para enorgullecerse ni es una demostración ejemplar de justicia equitativa. Es como forzar la detención de los investigadores de trascendencia mundial que llevan a cabo el reconocimiento de restos de desaparecidos políticos por ADN (una experiencia de ascendencia mundial), de los creadores de ARSAT o de Atucha. Los equipos íntegros en prisión, mientras los procesados por triangulación de exportación-importación de móviles o «fugadores» de dinero en sitios «paradisíacamente» ilegales y fraudulentos permanecen en libertad, en exhibición pública y electos en comicios no objetados, sin haberse presentado nunca a citaciones en tribunales cuando lo fueron.
No es virtuosa ni fortalece la dignidad de una comunidad la autodenigración de «rebajarnos» a territorios de monocultivos de banano (simples colonias de esclavos pertenecientes a una compañía de expoliación extranjera). Por lo demás, el freno puesto por la señora Bonafini fortalece dignidad y coraje colectivos: es una luchadora de medio siglo contra la aplicación de tormentos, sevicias sexuales, asesinatos y desaparición de personas. No es una cuestión cuantitativa: 30 mil, 10 mil, 40 mil, es lo mismo. Auschwitz no tendría menos obscenidad moral -el llamado Mal Radical- si hubiera incinerado a 500 mil judíos en lugar de un millón y medio. Estela de Carlotto y Hebe de Bonafini son las figuras que desde hace décadas confieren dignidad no del todo reconocida a La Plata, ciudad con la mayor cantidad proporcional de desaparecidos de la Argentina.
Por añadidura, es más que relativo aquello deseable de que la «ley es igual para todos»: depende de muchos factores no necesariamente legítimos y éticos, sin obligación de asociarse con la verdad: dependen del valor en costo del abogado defensor, el inevitable intercambio de influencias, la ideología del juez, la circunstancia política, el poder de los «poderes», el interés mediático, la presión para «ejemplarizar» o no a veces de manera envilecedora y cruel. No, la justicia -al menos en su aplicación- no abunda en ser igual para todos. Cristo fue crucificado y fue legal, se aplicó la ley. ¿Eso lo hace legítimo y justo?
Como si fuera poco, si tanto personal de seguridad puede cumplir condena en su domicilio, ¿por qué no conferir igual derecho o beneficio a alguien a quien no se acusa de delitos atroces, y aunque así fuera, si lo domiciliario se cumple?
La movilización de muchos ciudadanos. no necesariamente «ultra K» (categorización que no sé bien qué límites tiene), no indica otra cosa que el ánimo de paz, de equilibrio en acciones y decisiones a la vez que demostrar que Argentina es, como siempre digo, la Atenas de América latina. El único país que admite en el sub y en el continente americano todo el debate reflexivo en la polis, en la Plaza Pública, espacio ateniense para el origen de la democracia.. La cuna del hasta hace poco llamado Occidente, cuna también de tantos horrores de la razón.
AMILCAR MORETTI
Escritor de periodismo, fotógrafo, crítico de arte, cultura y autor de ensayos políticos breves.
www.amilcarmoretti.com.ar
EROTICA DE LA CULTURA Magazine Cultural
(1) Comentario propuesto para su consideración y publicación en el diario EL DIA de la Argentina el sábado 6 de agosto 2016.
2 Comentarios
Excelente Articulo. Mtro. Amilcar, como siempre con su pluma Incisiva….
Creo que Hebe de Bonafini es un símbolo, un símbolo que buena parte del 51% que eligió a los actuales gobernantes y éstos y sus colaboradores en otros poderes (institucionales o fácticos) desean y se proponen destruir, eliminar. Hebe es un símbolo del país nacional y popular y por eso seguramente la odian, como a Eva Perón, Estela de de Carlotto y Cristina Fernández, las cuatro mujeres más importantes de la historia de nuestro país. Claro, para mis ideas políticas. Cabe recordar que tres de ellas son de La Plata que, como bien dice el comentario previo, fue uno de los más grandes ámbitos de exterminio de luchadores populares.