MIS TRABAJOS Y DÍAS

LA CONCHA DEL MUNDO ANTES DE LAS PLATAFORMAS DIGITALES, LA PESTE Y LO LGBTIQA+? POR AMILCAR MORETTI

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Ver también: https://amilcarmoretti.wordpress.com

POBRE CONCHA


“EL CENTRO DEL MUNDO admite distintos sentidos. Para (ÉL, ELLOS), ese ombligo es Internet. Para (ELLA, ELLAS), se trata lisa y llanamente de la vagina, evocando tal vez cierto célebre óleo de Delacroix. A su turno, los guionistas sugieren que el centro del mundo –un mundo que ya es pura representación y simulacro– podría ser Las Vegas, una Disneylandia para adultos donde es posible toparse, en pocas cuadras, con réplicas del puente de Brooklyn, Babilonia, la torre Eiffel o los canales venecianos”.
(ver al final)

Imagen compuesta por AMILCAR MORETTI EL 3 DE FEBRERO DEL 2021. BUENOS AIRES.
Imagen de la película “EL CENTRO DEL MUNDO” (2001), ESCRITA POR EL NOVELISTA PAUL AUSTER (Y SU ESPOSA SIRI HUVSTEDT, TAMBIÉN ESCRITORA, AHORA FEMINISTA PERO EN EL FILME CON PLANTEOS MÁS REALISTAS SOBRE EL PODER DE LA VAGINA) Y DIRIGIDA POR WAYNE WANG, QUIENES EN SU MOMENTO REALIZARON JUNTOS LAS CELEBRADAS “SMOKE” Y “BLUE IN THE FACE”
Imagen compuesta por AMILCAR MORETTI EL 3 DE FEBRERO DEL 2021. BUENOS AIRES.
Imagen de la película “EL CENTRO DEL MUNDO” (2001), ESCRITA POR EL NOVELISTA PAUL AUSTER (Y SU ESPOSA SIRI HUVSTEDT, TAMBIÉN ESCRITORA, AHORA FEMINISTA PERO EN EL FILME CON PLANTEOS MÁS REALISTAS SOBRE EL PODER DE LA VAGINA) Y DIRIGIDA POR WAYNE WANG, QUIENES EN SU MOMENTO REALIZARON JUNTOS LAS CELEBRADAS “SMOKE” Y “BLUE IN THE FACE”

(…) EL CENTRO DEL MUNDO (2001)  es básicamente un pas-de-deux entre dos personajes excluyentes, que se pasan la mayor parte del tiempo encerrados en habitaciones contiguas de hotel. Típico cyber-millonario veinteañero (de los que hace un par de años todavía proliferaban, antes de la caída de Internet como utopía económica), Richard (Peter Sarsgard) viaja a Las Vegas en compañía de Florence (la bella Molly Parker), a quien ha invitado a pasar un fin de semana juntos.

“Desde las primeras escenas se percibe entre Richard y Florence una extraña distancia, y la razón de ésta se devela mediante una serie de flashbacks en blanco y negro. Ambos se conocieron casualmente en un bar y más tarde volvieron a verse en el club nocturno. Allí, ella trabaja como stripper, haciendo uno de esos shows ultracalenturientos en los que las chicas se retuercen y se frotan, semidesnudas, contra parroquianos obligados a mantener las manos quietas. Richard hace a Florence una “proposición indecente”, cuya única diferencia con aquella de Robert Redford a Demi Moore reside en el monto: 10 mil dólares, a cambio de un fin de semana erótico. Florence acepta, pero sólo bajo un férreo pliego de condiciones, que veta besos y penetraciones, y prescribe un horario estricto para sus encuentros sexuales. “Es una actuación”, le aclara la chica a su cliente, y a ello se atiene durante los dos primeros días, desplegando ante el pobre muchacho una artillería erótica de lencería íntima y ondulaciones, que lo deja retorciéndose de dolor sobre la alfombra.

“Como en esas películas en las que dos espías empiezan manipulándose y terminan enamorándose, a partir de la tercera noche no se le hará fácil a Florence mantener su rígida ética profesional. El centro del mundo del que habla el título admite distintos sentidos, según quién lo vea. Para Richard, ese ombligo es Internet. Para Florence, se trata lisa y llanamente de la vagina, evocando tal vez cierto célebre óleo de Delacroix. A su turno, los guionistas sugieren que el centro del mundo –un mundo que ya es pura representación y simulacro– podría ser Las Vegas, una Disneylandia para adultos donde es posible toparse, en pocas cuadras, con réplicas del puente de Brooklyn, Babilonia, la torre Eiffel o los canales venecianos.

“Con esta ciudad-espejismo como marco y emblema, Richard y Florence se entregarán a una representación codificada de la sexualidad (ligas, medias caladas, lencería negra y gemiditos de clubnocturno) para terminar jugando al juego de la verdad entre tanta impostura. Con la sexy Carla Gugino (a quien Brian De Palma dedicara el más lúbrico de sus planos cenitales en Ojos de serpiente) terciando entre ambos, El centro del mundo comparte con films como la francesa Romance el coqueteo con un género al que podría llamarse pornoarte. Claro que jadeos y frotaciones se topan aquí con la ducha fría de la soledad, la incomunicación y la mercantilización de las relaciones humanas, en tiempos de Internet”.

https://www.pagina12.com.ar/diario/videos/14-18417-2003-04-05.html

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