Escribe
AMILCAR MORETTI.
Miércoles 1 de enero 2014, a las 21 PM
La Plata, Argentina.
Una apreciación política: yo lo «cuidaría» a Bergoglio, sin dejar de tener en cuenta las acusaciones, pruebas e información de Horacio Verbitsky (1). Yo trataría de acordar con él, desde este gobierno, que es lo que hace Cristina Fernández de Kirchner de modo acertado, aún ambos sabiéndose «opositores». Traduzco: «cuidar» a Bergoglio Papa desde el lugar del ciudadano o militante común no especialmente creyente significa que, de fracasar «este» Vaticano, hay listos otros peores, muchísimo. Bergoglio lo sabe, rodeado de enemigos de adentro y de afuera, tal vez más peligrosos, arriesgo, los primeros.
No hace falta mirar muy lejos para saber qué piensa buena parte de la más alta jerarquía clerical de la «Ciudad Católica», integrista. Algo así a lo que decía, con realismo, Groucho Marx: «Estos son mis principios. Si no les gustan, tengo otros». Vale para el poder institucional clerical católico, sin dejar de ser catolicismo por ello. El cristianismo, en este caso, sería otro asunto. ¿Más claro? Dos ejemplos de figuras y valores incompatibles en un mismo credo: sacerdote Carlos Mugica (asesinado en 1974 por bandas terroristas de derecha) y sacerdote Julio César Grassi (sentenciado en el 2009 a 15 años de prisión por abuso de menores y pederastia).
Esto, lo dicho, para plantear la base de (mi) mirada. Quiero hablar del muñeco «Papa Francisco», quemado en las primeras horas del 2014 en la ciudad de La Plata, a 60 kilómetros al sur de Buenos Aires, en Argentina, claro. Para el que desconoce la costumbre es imprescindible poner en contexto: el «muñeco Bergoglio» fue sólo uno más de las decenas o cientos que, como todos los años, se queman en las primeras horas de cada año nuevo como una ceremonia ya tradicional, en los últimos 30 años, en la ciudad. Es un rito comunitario (leer post anterior en ERÓTICA DE LA CULTURA) de carácter social-cultural, dramático (una dramatización popular espontánea), de posible conjuro y exorcismo laicos, de festejo por el advenimiento de lo nuevo y como despedida -quizás melancólica, cuando ya el fuego se apaga y de los muñecos no queda nada- del año ya pasado.
En los últimos años la ceremonia ha ganado en valor estético. Se advierte ahora la intervención de profesionales del diseño y las construcciones; las propuestas han ido ganando en complejidad, volumen y precisión, aunque aún se note la ausencia -a mi entender una «censura» voluntaria, o implícita desde «afuera»- de una mayor libertad temática y se note también el peso de una lavada ausencia de lo Político entendido en grandes términos (¿igualdad social o libre mercado salvaje?, por ejemplo, o ¿integración latinoamericana o asociación macri-menemista con el Primer Mundo venido abajo?) y no en cuanto a rivalidades de candidatos o banalidades partidarias, muchas veces de advenedizos en la política (qué, dicho sea de paso, suelen ser muy votados, al estilo berlusconiano).
BERGOGLIO EN LAS LLAMAS
¿Bergoglio Papa muñeco para ser quemado? La interpretación «literal», la más vulgar, la del catecismo de anciana beata: Bergoglio arde en el infierno. ¿Qué infierno? Es elemental, primario usar vocabulario y conceptos del catolicismo más anacrónico y rústico de fraile. ¡Ojo!, Bergoglio es un jesuita, de esos que fueron enviados a América del Sur y al Río de la Plata por tener organización orgánica militar y buena formación cultural-intelectual. Alcanzaron tal organización aquí, en Misiones, en las Misiones Jesuíticas, que no sólo convirtieron a gran cantidad de indígenas (hasta ahí era genocidio preponderantemente) mediante trabajo y educación, sino que también erigieron una comunidad socialista y construyeron la primera imprenta de la Argentina.
Hubo que esperar 200 años para que los europeos dejaran de negarse a enviar imprentas a las colonias y entonces los jesuitas construyeron una máquina tan elemental como rudimentaria y eficaz. España y la Iglesia europea se sintieron amenazados y disolvieron y aniquilaron estas Misiones, hoy solo ruinas turísticas sin que se les explique a los visitante cuáles y cómo fueron las razones reales. Una película de Roland Joffé (cineasta franco-británico nacido en Londres en 1945), «La misión» (1986), con Robert De Niro y Jeremy Irons, resulta muy didáctica al respecto. (consultar http://www.edualter.org/material/cinemad/mision1.htm)
Nada de infierno y las llamas. Beatería, de derecha o de izquierda. Las interpretaciones tienen que venir desde otros lados, con otras miradas, también de izquierda. Primera interpretación: es el gesto de que el pueblo, la gente común, los vecinos de barrios sienten cerca a este papa. Bergoglio es un tipo popular, quiero decir, un tipo común que viaja en micro y usa tamangos no de marca elegante. Cierto que se puede ser muy humilde y de ultraderecha. De hecho, el nazifascismo -por dar un ejemplo quizás desafortunado- cosechó mucha gente entre el proletariado, los desocupados y los sectores pobres, mucha de la cual se pasó del partido Comunista al nacional-socialismo.
Y al revés, a veces ser rico, no significa que lo que habrá de ser una persona tenga determinación, sea necesario e imprescindible e inevitable. No sucede casi nunca, pero fue lo que ocurrió con San Francisco: era rico y llevaba una vida de fastuosidad y sensualidad. Regaló todo y se lanzó a los caminos. San Francisco nunca tuvo toda la simpatía del Vaticano, Roma lo veía con desconfianza. Bueno, lo digo así: Bergoglio es un Francisco post-comunismo soviético conviviente y simultáneo con el Opus Dei. Y ahí lo quiero ver: a los pingos se los conoce en la pista, como a los cojos se los conoce al caminar, según el refranero. No son agravios; es prudencia de análisis político. No hay que apresurarse, hay que dejarlo actuar, ver qué hace y puede hacer.
Bergoglio, pienso, es la clase de tipo que se reirá de buena gana cuando sepa que hicieron un muñeco -respetuoso- con su figura, para quemar. Feo es lo que hizo la revista recheta de cultura y moda norteamericana «Esquire», que lo ha consagrado como el tipo mejor vestido del 2013. No creo que le guste mucho a Bergoglio. No lo veo con Valeria Mazza, la predilecta de los dos papas anteriores. Le puede dar la mano a Mazza, pero como a una más. Bergoglio, ya lo dije, es como Cristina Kirchner. Juegan muy bien el mismo juego, rivales o no. Es probable que Cristina haya demostrado tener más inteligencia política (con esto me hago innumerables «nuevos amigos», pero el católico perspicaz creo que me entiende). No obstante, también es verdad que su territorio es mucho más pequeño; el terreno de Bergoglio es el mundo, el planeta Tierra. Y la diferencia es enorme.
En lo «argentino» ya no vale el cara a cara de Cristina-Bergoglio; ahora lo que vale es de qué modo ambos se combinan para «contribuirse» mutuamente. Negociación, que no es transa ni renuncia a principios. Inteligencia y negociación es Política. Y cada uno, Bergoglio y Cristina Kirchner lo hará desde el poder que sepa ganarse para negociar en mejores condiciones. Estoy con los hermanos haitianos, pero a la hora de decidir en el mundo no es lo mismo Haití que China. ¿Se entiende? Apuesto a que ambos conjuguen y acuerden lo mejor -lo más igualitario- desde su propia cuota de poder, asunto aún a poner en balanza.
DEL ESCÁNDALO A LO LÚDICO
Antes no se jugaba con los jefes del Vaticano. No se podía. Era un delito, una ofensa o agravio. Un escándalo. Algo impensable, irrespetuoso. Sacrílego, si se quiere. Esto no es así ahora. La banda de los Granaderos a Caballo ejecutan muy bien el Himno nacional con el grupo percusionista Choque Urbano en el frente de la Casa Rosada para festejar 30 años sin gobiernos dictatoriales militares. Es cierto; puede ser «decoración» solamente, pero también es cierto que las formas determinan los sentidos y a veces los contenidos. Por eso, hoy los golpes de estado han de venir de otro lado, se preparan con otras acciones para deteriorar gobiernos democráticos redistributivos o «populistas», como los del ciclo kirchnerista.
¿Bergoglio en la fogata? ¿Por qué no? Hay antecedentes ilustres en la celebración religiosa cristiana popular. La Fogata de San Pedro y San Pablo, que hace décadas se celebraba en las frías noches del 29 de junio. En mi pueblo, cerca del Puerto de Ingeniero White, hace décadas era un rito infaltable. «La Fogarata», decíamos, de «San Pedro y San Pablo» (Simón Pedro y Pablo de Tarso, apóstoles, mártires en Roma). Bergoglio entiende, seguro, el guiño popular. Distinto hubiera sido quemar un muñeco de Grassi. Otro el significado y sentido.
Además, está la fiesta tribal. Mejor ser un tribu organizada que una sociedad regimentada por el consumo, la diferencia social y el individualismo, al estilo macri-cavallo. Mejor una tribu de argentinos conscientes de serlo que una turba de caceroleros quejosos porque no pueden acaparar o comprar dólares. La fiesta tribal, de preparación para la próxima prueba (el 2014) la baila la tribu alrededor del fuego, de noche. Más ancestral, difícil. Celebrar alrededor del fuego. Recobrar el calor de la luz en la noche, cuando aún hay oscuridad, y al mismo tiempo cuando el día da sus primeros pasos hacia la luz, el sol. Parece casi religioso.
(1) Leer sobre todo «Las dos mejillas del cardenal», págs. 99 a 111 y «El Evangelio según Massera», pags. 49 a 61, en «El silencio. De Paulo VI a Bergoglio. Las relaciones secretas de la Iglesia con la ESMA». Ed. Sudamericana-La Página, Buenos Aires, 2006.
MIÉRCOLES PRIMERO DE AÑO 2014. ARGENTINA.
(Aclaración: pido disculpas. Olvidé aclarar que las imágenes de este post fueron copiadas del diario EL DIA de la Argentina, en La Plata, imágenes sin duda producidas por fotógrafos de la empresa y lectores.)
1 Comentarios
Excelente trabajo de la gente que «construyó» este Francisco. Este Papa, conservador, inteligente y astuto, trata de adaptar con mejor criterio las anquilosadas estructuras del Vaticano. Va por el buen camino, pero no creo que se pueda persistir en mantener la mentira de la existencia de Dios muchas dècadas más…