MISANTROPÍA RETARDATARIA, CAPITAL Y RETORNO DEL “FACTOR GLAM” EN EL COLAPSO CIVILIZATORIO. Doja Cat y AMILCAR MORETTI

“La cantante americana Amala Zandile, más conocida por su nombre artístico Doja Cat, estrenó el videoclip de su canción Streets, tema originalmente lanzado en el 2019, convertida de mujer araña con una estética sofocante y terrorífica”.
Doja fue nominada a tres premios Grammy este 2021, con ceremonia el pasado 14 de marzo.
Marzo 2021
https://plus.cusica.com/2021/03/09/doja-cat-presenta-videoclip-de-streets/

ESCRIBE
AMILCAR MORETTI

Afortunadamente, en este verano europeo ha reaparecido el llamado “FACTOR GLAM”. La sensualidad de la mujer, lo sexy, lo erótico y la “sexualidad” en las publicaciones de tendencias vuelven a asomarse. Vienen junto a las adecuaciones sobre “diversidad” de género y racial (consistentes en vender ahora erótica gay, lesbiana, trans y gente afro-estadounidente con algún talento o repercusión en el mundo del espectáculo, la cultura y el arte).

La campaña MeToo (fines del 2019) derivó en un puritanismo que hizo coincidir al progresismo social con la derecha más conservadora y retardataria de otras épocas. Hay una “normativa MeToo” en Hollywood semejante al tenebroso Código Hays censor de 1932. Dicho puritanismo publicitado vino en coincidencia con la pandemia COVID, el tramo último de la presidencia de Trump y el crecimiento del movimiento evangélico en Estados Unidos y el mundo, la defensa de los derechos femeninos y las denuncias por acoso o abusos sexuales a figuras y también estrellas millonarias de Hollywood (Uma Thurman y Wyneth Paltrow, entre ellas).

Así, paradójicamente, comenzó a verificarse un retroceso a los años anteriores a la “Revolución Sexual” sesentista (“amor libre”, Marcusse y un conglomerado cultural borrado). Cualquier aparición de la mujer en el mundo de la publicidad, la industria de la moda y el cine (este último suplantado por el “cine” de Netflix y de las numerosas plataformas de internet) fue arrinconada o suspendida bajo acusación de “sexismo”.

Pero, resulta que la “sexualidad” retorna como lo reprimido, por diversas y sorpresivas vías. Además, parece aún no entenderse que el erotismo en la publicidad y la moda, con núcleo promocional en las grandes supermodelos internacionales de los 70, 80 y los 90, usa el sexismo como un instrumento de mercado, que puede cambiarse, reformularse, adaptarse. No es el sexismo: ¡ES EL CAPITAL! Y el Capital se conserva y reformula con nuevas formas de acumulación. Mediante la Revolución Tecnotrónica que implica lo digital, la robótica, la neuroquímica y la genética, entre otras, maneja ya la “sexualidad” de otra manera, y no cesará de manipularla de una u otra manera, también reprimiéndola, en especial con la reducción de la población mundial eugenésica, esterilización colectiva (ya aplicada en varios países) y “sexo” digital y con cyborgs y pestes varias.

Esto ya está en algunos países. El placer -también vía Covid- se arrincona en el dildo solitario y la masturbación. El dildo se presenta como “empoderamiento” y autonomía. Lo Fálico se destituye como figura paterna. El Pene “es” el dildo o vibrador.
Hay algo muy reaccionario y regresivo en este proceso, al servicio de un neofeudalismo capitalista de perfiles impensables. Se trasluce en la prédica cotidiana de sectores de derecha y pensadores progresistas que alientan la disminución de la tasa de natalidad (el aborto voluntario es otro asunto) y pregonan formar “familia” con perros, gatos y cualquier animal más o menos domesticable, en una especie de libertarismo que asimila misandria y concentración de elites cerca del Capital, mientras la desnutrición y muerte de millones de niños en el mundo crece sin inhibiciones y en indiferencia. Hitler no ha perdido la guerra, suele decirse.

El Capital no se detiene. Puede haber llegado a un callejón sin salida el neoliberalismo, pero no así el capitalismo. Al Capital no le interesa -mientras produzca plusvalía y acumulación- si la gestión la hace un varón, una mujer, una trans, lesbiana o gay. Le interesa la ACUMULACIÓN, que no puede parar. Y en eso, el anti-sexismo antes que una política emancipadora de los cuerpos para la libertad puede -y va en camino, ya se advierte- de lograr la desaparición del EROTISMO (solo con dos siglos de historia), la disminución de la población, el desaliento del placer-goce heterosexual (bajo la consigna de lo heteronormativo autoritario) y la intervención -ya muy avanzada- de la llamada Naturaleza (en franco retroceso por genetización y desequilibrio ambiental).