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MORETTI EN EL DIARIO EL DÍA: Lo peor que nos puede suceder: encontrarnos con Chigurt (en Film Zone, este sábado a las 22)

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Chigurt es una escala superior del malvado. Es otra categoría del Mal. Es el Mal vuelto contra sí mismo, y en ese cuestionarse e interpelarse a sí mismo se reconvierte multiplicándose, sin límites. El llamado “Mal Absoluto”, la esencia del mal, el impenetrable e innombrable aroma del mal total, “multidisciplinario”. Es una condición de maldad tan concentrada que se teme a sí misma, se autodestruye y a la vez se recicla, y tiene inventiva y hasta humor, un humor corrosivo que desgrana, superior y vanidoso ante cualquier noción del bien, que a su lado siempre parece chica. Por eso es una maldad estructural e “identitaria” que tiene la contribución de territorios de expertos, como la ciencia y la religión.

 

 

Chigurt, el personaje inolvidable de Javier Bardem en "No es lugar para débiles", que vale pena ver el sábado.
Chigurt, el personaje inolvidable de Javier Bardem en “No es lugar para débiles”, que vale pena ver el sábado.

 

 

 

Los débiles no caben en Estados Unidos

 

 

Escribe
AMÍLCAR MORETTI

 

 No es porque todos sean “remasculinizados”, sino que el “modelo” funciona con tal grado de agresividad –brutal o no-, es tan impiadoso e implacable que los débiles son arrollados o, mejor, no cuentan. No están. De algún modo a eso se refería Videla, el ex dictador fallecido cuando dijo sobre las víctimas de la última dictadura militar algo así como que los “desaparecidos no son, no tienen entidad, son una entelequia (“¿platónica?”, cupo preguntarle si no fuese una cuestión tenebrosa y de altísimo riesgo, repleta de estiércol). Por eso están desaparecidos”.

 

 

 

“Sin lugar para los débiles”, puesto a elegir entre la uniformidad media de reposiciones, es tal vez la película saliente, la que merece ser vista otra vez, la que tolera aún (es del 2007) muy bien la revisión. Simboliza como pocas, en una historia imaginaria, el estado de situación, el espíritu de época y a la vez la estructura e identidad originaria de los Estados Unidos. Tal vez el paisaje, la extensión, el clima, los originarios habitantes y las corrientes inmigratorias, y de ahí la forma elegida y de algún modo determinada de antemano de relacionarse las clases sociales, de sobrevivir, de pasar la prueba del tiempo, de expandirse, de producir sin descanso (y sin sentido, que es –vale no olvidarlo al viejo Marx- el modo de producir característico del capital en acumulación incesante). Eso llamado alienación, fetiche de la mercancía, enajenación, como quiera mencionárselo.

 

 

 

Me parece que hay momentos históricos en que resulta más claro e indudable imaginar un sentido, y hay otras épocas en que la razón de “la cosa” (“The Thing”, recuerden la película y sus versiones) reside en no tenerla, en no poder imaginar un sentido totalizador que nos haga sentirnos “parte de un todo”, lo que produce estímulo y a la vez angustia en la búsqueda interminable. Hasta que se termina. Porque todo concluye, parece decir “Sin lugar para débiles”, sobre todo en ese “significante” que es Chigurt, el personaje delirante y enloquecido, desencadenado e incontrolable que interpreta Javier Bardem. Chigurt es una escala superior del malvado. Es otra categoría del Mal. Es el Mal vuelto contra sí mismo, y en ese cuestionarse e interpelarse a sí mismo se reconvierte multiplicándose, sin límites. El llamado “Mal Absoluto”, la esencia del mal, el impenetrable e innombrable aroma del mal total, “multidisciplinario”. Es una condición de maldad tan concentrada que se teme a sí misma, se autodestruye y a la vez se recicla, y tiene inventiva y hasta humor, un humor corrosivo que desgrana, superior y vanidoso ante cualquier noción del bien, que a su lado siempre parece chica. Por eso es una maldad estructural e “identitaria” que tiene la contribución de territorios de expertos, como la ciencia y la religión.

 

 

 

El Mal no ha podido construir aún, creo, una filosofía, pero va en camino de ello. Hitler, en esa medida, es apenas un acontecimiento más, un hito sumatorio que a lo sumo tuvo la “gran virtud” de demostrar que el universo del infierno tampoco tiene límites. Y si no tiene límites significa una de dos cosas: que cada vez estará en expansión más inimaginada, o bien de que hasta él mismo desaparezca, se evapore como resultado de su propia acción. Lo cual significaría la Nada. Es decir, el Mal total. Es decir, Chigurt. 

“Sin lugar para los débiles”, sábado 28 a las 22, The Film Zone

 Leer más en http://www.eldia.com.ar/edis/20130925/Javier-Bardem-debiles-objeto-mal-espectaculos12.htm

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