MIS TRABAJOS Y DÍAS

MORIA CASÁN, SUSAN SARANDON, CARLOS DE ROJAS Y «ATLANTIC CITY». «Lo que el tiempo le hace a los hombres (y las mujeres)».

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Por
AMILCAR MORETTI
Jueves 31 de octubre 2024
Jueves 17 de febrero 2011

 

                                      Siempre recuerdo la frase que un periodista (no memorizo su nombre) dijo sobre la condición vulnerable del humano: “Lo que el tiempo le hace a los hombres”. En efecto, al estar con ella descubrí que era bella. Irradiaba algo fuerte o poderoso, aunque también me pareció que había cierta vulnerabilidad. Creo que muchas estrellas conservan su magia mediante el manejo consciente de esa vulnerabilidad y, a la vez, de su poder sobre el otro: tal vez incidan la pantalla de cine o televisión, la imaginación de cada uno, la confusión casi irremediable entre realidad y ficción. Hay estrellas que no manejan o terminan por no distanciarse de esa ambigüedad y se les confunde todo. Terminan por actuar siempre y uno nunca sabe con quién está.

 

                                Al estar con ella, mi modelo fotográfica en ese momento, no parecía confundida. En cambio, la percibí en medio del tedio de la rutina propias de una entrevista y sesión de fotos, una más de las tantas en su carrera. Era su departamento, recargado y en penumbras, acogedor y agobiante, y al ponerse junto a una ventana, como le pedí que lo hiciera, se dejó estar y que le diese la luz del día. Cumplía lo que le pedía para fotografiarla, con oficio, con manejo de los gestos, facciones y movimientos, una profesional del posar, que es una forma de actuar. He fotografiado mujeres de cuerpo perfecto que no pueden moverlo, no saben qué hacer con su carnalidad y movimientos. Ella, en cambio, lo hacía sin cálculo, se expresaba sin esfuerzo alguno.

Susan Sarandon en «Atlantic City».

 

                           Como dije, ese día parecía rodeada de cierta melancolía. No habló, se dejó estar y se “dejó moverse” sin que tuviera que tocarla. Cuando uno toca a la modelo se da cuenta cómo está emocionalmente, si tensa o relajada. Su mirada derivaba medio perdida en el afuera de la calle, hacia la luz de la ventana. Recerdo gruesos y pesados cortinados. Llevaba un vestido negro ajustado, con brillos y un notable aunque no exagerado escote. Un pecho acogedor, blanco y con algunas pecas en su comienzo. Maquillaje perfecto, igualmente sin excesos. Había esperado mi visita, que confirmé con anterioridad. No hablo de algo especial por parte de ella hacia mí (aunque en ella todo es especial) sino de una pura y espontánea profesionalidad. Una naturalidad producto de un complejo trabajo de años. Al decir de Hemingway, la simpleza de estilo es resultado de un complejo trabajo. Me recibió en la puerta al bajar yo del ascensor. Un departamento clásico y tradicional de Buenos Aires.

 

                                 Después, hablamos de muchas cosas. Me sorprendió un ser inteligente, culto, con sensibilidad. Me contó que iba siempre al cine, a la tarde, no sé si sola o acompañada. Pero lo más sorprendente fue las películas que veía: sólo las que recomendaba la crítica más seria, ciertos directores mundialmente intachables. Cuando me mencionó al francés Louis Malle terminó de seducirme, yo sentado junto a ella en un gran sofá. Tenía medias negras, tacos aguja y la piel blanca, muy blanca, carnosa y blanca. Ella es muy consciente de lo que produce.

                                   Hablamos de “Atlantic City”, una maravilla de Malle hecha en Estados Unidos. Es sobre un viejo gangster retirado (un anciano Burt Lancaster) enamorado de una hermosa vecina (Susan Sarandon) que todas las noches cumple el ritual de lavarse los pechos desnudos con limón para sacarse el olor de la pescadería en que trabajaba, dijo, creo, o bien para mantener sus pechos blancos. El viejo pistolero la espía desde uno de los cuartos de esos edificios de alto en que las ventanas vecinales en los callejones quedan unas muy cerca de otras. No es un anciano «baboso», según despreciaría una piba impiadosa; Lancaster (nominado y ganador de varios premios internacionales) toma conciencia, al ver el torso desnudo de ella, que algo ya ha perdido para siempre, que algo ha quedado atrás, irremediablemente. “Atlantic City” es una joyita. Tiene que ver también con eso que te decía al principio: ”Lo que el tiempo le hace a los humanos”.

 

                                      ¿Qué sucedió después con ella? Difícil saberlo. Muchas respuestas. Tal vez siempre fue como es ahora, y no nos habíamos dado cuenta. Tal vez siempre fue como antes, aún hoy, y como nos habíamos engañado no lo advertimos. Tal vez quisimos creer (demasiado). Tal vez ahora objetamos porque exigimos algo que el otro -la otra, en este caso- nunca nos prometió. Tal vez es simplemente la cirugía estética por cirujanos mamarrachos (casi todos lo son). No he encontrado un sólo cirujano “estético” que haya leído o siquiera mirado un libro de arte. Sí conozco varios que solo pueden hablar de los cruceros por el Caribe. Para ellos esos paquetes turísticos grasas son la “belleza”, no el Renacimiento o el Barroco, por ejemplo. ¿Cómo un cirujano va a operar un rostro («estéticamente») si nunca apreció o analizó a Leonardo?

 

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 Susan Sarandon y su magnífico torso en «Pretty Baby» (1978) de Alan Rudolph.

                                   

Pero, sabés qué. Yo creo, más allá de otras respuestas válidas, que la belleza surge de adentro. No la belleza Playboy, de plástico y cocoliche, aunque las chicas sean pulposas. LA BELLEZA DE UNA MUJER, la que advierte el buen observador, ESTÁ EN PROPORCIÓN DIRECTA CON LOS BUENOS, PROFUNDOS E INOLVIDABLES ORGASMOS QUE HAYA TENIDO Y MANTENIDO SIEMPRE. EL ORGASMO ES UNA ACTITUD DE VIDA. No hay otra cosa que arrime a la trascendencia, a la descarnalización del cuerpo. No me refiero a  excreciones corporales y sentires difusos: me refiero al ORGASMO COMO DISOLUCIÓN DEL YO. Y ahí la mina o el tipo mueren y renacen, se acercan a eso que, dicen algunos, se asemejaría a la ciudad del dios.

         

                                    Ahora bien, eso no quita que después, una mujer, un humano pueda desviarse por el camino de la perversión (no me refiero a la moral ni a la sexualidad activa, esas cosas que desvelan a los “moralistas”). Me refiero a la corrupción en ese intento de infinitud, cuando se abandona y comienza la podredumbre, o al final vence la corruptibilidad que ha permanecido en el fondo de los fondos. He conocido hijoputas que se han “abuenado” al momento de morirse, y he visto “buenos tipos” convertidos en flor de hijos de puta en gran parte de su vida.

Un saludo y que estés bien, vos y tu hija. Lo deseo muy en serio.


Amilcar

(Esta nota no es más que la respuesta a un comentario de un amigo y gran compañero, que puede leerse en el posteo anterior:
https://amilcarmoretti.wordpress.com/2011/02/08/de-la-serie-un-altro-tempo-una-volta-fotos-de-amilcar-moretti/#comments)

Susan Sarandon en «Pretty Baby».

MORIA CASÁN, SUSAN SARANDON, CARLOS DE ROJAS Y «ATLANTIC CITY». «Lo que el tiempo le hace a los hombres (y las mujeres)».

 

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