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Parte final (incluye actual versión “inexplicable” de “Yo soy la muerte”): EL TEMOR Y LA PERCEPCIÓN DE UN MAL FINAL CRECEN EN EL 51% OFICIALISTA DE AQUEL DICIEMBRE DEL 2015 QUE, AÚN SIN ARREPENTIMIENTOS, SUFRAGÓ POR LAS POLÍTICAS DEL ELECTO EN ARGENTINA. Escribe Amílcar Moretti

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                MAL PRESENTE Y MAL FINAL, DESASTRE. DIGO, SANGRE. Silenciosamente irrespirables, pero perceptibles, en Argentina se hacen cada vez más notorios, por desborde involuntario, el temor y el descontento en la mayoría del 51% que hace año y medio sufragó por las políticas nacionales aplicadas por el electo. Mientras, en el 49% de opositores en proporciones intermitentes se reproducen colosales concentraciones de protesta y a la vez grises desalientos y deserciones limítrofes también con el abismo. 

 

 

EN TORNO A LA BURRERÍA DE LA CLASE MEDIA ARGENTINA DEL 51% DE AQUEL FIN DEL 2015

 

 

 

 

Escribe
AMILCAR MORETTI

 

 

            Esta es una razón central de malestar social y en la subjetividad colectiva: el perjuicio y desmejoramiento socio-económico y cultural sumado y acumulado a partir de una situación individual en deterioro progresivo que crece y crece. Pero, aún así, el malestar y el descontento existe, están, y son válidos socialmente como elementos de reacción política frente a la injusticia distributiva. No es oportunidad ni cabe discriminar entre “buenos” y “malos” dentro de los nuevos descontentos o preocupados frente a las políticas del gobierno, la derecha regresiva más cerrada y cerril desde 1955. El sentido de revanchismo de esta derecha desde fines del 2015 es sorprendente y feroz. Cuesta concebir tal grado de odio clasista, de rencor social frente a la natural asignación de derechos sociales, laborales, de salud y previsionales, entre otros derechos. Un odio de clase tan acendrado, visceral y retrógrado, a punto tal que cabe pensar ya no en 1930, cuando la Gran Crisis y la Depresión del 29, sino en los estadios sociales anteriores a 1910, la de la antigua, anacrónica y solo objeto -hasta hoy- de estudio histórico de la llamada “república oligárquica”.

Debe sumarse que aquella fue una elite ilustrada, último eslabón de la que organizó el Estado argentino en el siglo 19, y esta de hoy es un círculo rico de ejecutivos de corporaciones y grandes empresas de alto burrerío y necedad, de ignorancia apabullante, solo preocupado por la chapuza del negocio fácil y millonario. Un sector de altísima y sorprendente vulgaridad, más allá que igual sorpresa cause que mucha gente -millones de individuos- la vieron -y ven- como un ejemplo de vida “exitosa” a imitar, seguir y votar.

 

 

             Si en la inquietud, miedo y rechazo que hoy se expanden y crecen hay algún valor de conciencia política y social, y es posible que así sea -aunque resulte aún difícil de discernirlo y clarificarlo, dado que siempre ha sido un sector poco politizado aunque reaccionario-, es de hacer notar que carecen aún de una definición política clara que pueda exponerse. Junto al malhumor, hoy -tal vez en un futuro próximo cambie- permanece aún una ausencia casi absoluta de reconocimiento público y claro de haber cometido un error garrafal e imperdonable por ignorancia general y analfabetismo político en especial.

 

 

         Esta ignorancia y analfabetismo político son algo previsible en dichos sectores por cierto muy amplios -la alguna vez llamada “mayoría silenciosa”-, que evitan comprometerse y conciben esta falta de compromiso cívico y social estúpido y suicida, autodestructivo, como una forma de astucia y lo actúan como recurso de supervivencia en diversos y sucesivos ciclos políticos de la historia. Aunque esta vez esos ardides y tretas de maniobras acomodaticias de corto alcance o habilidades y artificios de supervivencia los haga terminar en un precipicio que parece muy cerca, trágicamente próximo, si es que todo termina, como puede suponerse, con derramamiento de sangre en Argentina.

Un modelo económico como el impuesto hoy en Argentina, en la particular situación y ubicación en continuidad del país en el contexto latinoamericano  y mundial, guarda la posibilidad concreta de que conlleve, en etapa final o aún abierta, acontecimientos gravísimos que solo ¿”cierren”? con sangre.  De allí gran parte del temor que se percibe en la calle, en los negocios minoristas, en los taxis, en los transportes urbanos, en las colas de bancos, en conversaciones circunstanciales con agorería o preocupación aún dichas, muchas veces, “al pasar” o de manera supuestamente trivial.

 

 

Foto por AMILCAR MORETTI. Abril 2017. Buenos Aires, tradicional barrio de San Telmo, suite en calles México y Tacuarí.
Foto por AMILCAR MORETTI. Abril 2017. Buenos Aires, tradicional barrio de San Telmo, suite en calles México y Tacuarí.

 

 

 

Berza | Yo soy la muerte (versión inexplicable)

Berza Banda

Publicado el 15 ene. 2017

Después de dos años de ensayos, Berza presenta su primer material audiovisual llamado “Yo soy la muerte”. La canción es una versión del grupo salsero El Gran Combo, convertida en un experimento que incluye sonidos inexplicables. El del estudio dijo: “suena a blues, balada, joropo, indie, de todo un poco”.

Grabado en: Estudio Sonido Henry

Mezcla: “El Rojo”

Cámara: Víctor Almarza e Ivannel Romero

Edición: Ivannel Romero

Berza |

Jesús Konde

Joy Rodríguez

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Categoría: Música

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