«Otra vuelta de tuerca de la evolución biológica, cada vez menos cuerpo, cada vez más voz e imagen. Marosa di Giorgio previó la desaparición del cuerpo en las relaciones amorosas: No se tocaban ni las manos. Conversaban, eso sí. Una conversación cuidada, delicada, brutal, en voz baja, a ratos bajaba a ratos había cumbres, clímax y descendía y se erguía pecando en extremo, pero llena de sorpresas y de escándalos. ¡Lo que se oyó! Al fin hubo un corcovo y un grito. Siempre de lejos, sin tocarse. Los fabricantes de las otrora camas “matrimoniales”, ofrecen ahora un biombo separador y dos lechos individuales munidos, cada uno, de notebook, auriculares, dildos y pañuelitos descartables. Sexualidades póstumas».
(ESTHER DÍAZ)
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Imagen compuesta por AMILCAR MORETTI en las primeras horas de la madrugada del miércoles 10 de junio del 2020. BUENOS AIRES.
«Miró la flor de yuca. La probó. Pequeño pan de porcelana, frágil y sabrosa.
Hacía rato que había oscurecido. Se echó en la mejor posición. Con un escozor.
La otra forma se delineó rápidamente. Era pesada. Con dos tetas ovales y pesadas. Y se acostó cerca, a un metro de distancia. Abrió las piernas.
La copulación comenzó. (Por el suelo los trozos de flor de yuca brillaban como vidrio). No se tocaban ni las manos. Conversaban, eso sí. Una conversación cuidada, delicada, brutal, en voz baja, pero llena de sorpresas y de escándalos; a ratos, bajaba, a ratos había cumbres, clímax, y descendía y se erguía pecando al extremo. ¡Lo que se oyó!… Al fin hubo un corcovo y un grito. Siempre, de lejos, sin tocarse.
La forma con tetas dijo: Ya estoy servida. Y se puso de pié. Esperó un rato e inició unas vueltas; primero, amplias, y luego, constreñidas. Se sobaba el vientre en la zona de los ovarios. Volvió a acostarse. En poco rato el feto había crecido y se esponjaba mucho.
Comenzó el parto, que fue rápido. La cría cayó al césped, estuvo un rato ahí, y se fue al seno, succionó. Largo instante después cayó otra cría, algo esperpéntica, y se fue al seno; y succionó también. Hubo así algo, grueso, nuevo, en cada teta. Se oía mamar con pequeñísimos sonidos lúbricos. Unos ojos espiaban desde lejos. Luego, desaparecieron.
Y empezó el alba de la flor de yuca. Primero, débil; y luego, intensamente.
Por un instante, todo quedó blanco, como si le hubiesen pasado nieve».
MAROSA DI GIORGIO (2)
(1) https://www.pagina12.com.ar/270014-epoca-postuma
https://www.pagina12.com.ar/autores/262061-esther-diaz
(2) https://books.google.com.ar/books?id=ciymwCyn0T4C&pg=PA61&lpg=PA61&dq=no+se+tocaban+ni+las+manos+conversaban+eso+si+marosa+di+giorgio&source=bl&ots=uBEUg5yk3X&sig=ACfU3U12SWIqrtl0W2Btj2ueMz1PnuIKMQ&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwiPqoTXn_bpAhWBILkGHRWzBXIQ6AEwCnoECAoQAQ#v=onepage&q=no%20se%20tocaban%20ni%20las%20manos%20conversaban%20eso%20si%20marosa%20di%20giorgio&f=false