“…después de días grises, con lluvia y frío,
y entonces ¡ay! sos tan ruidosa,
yo te dejo pasar.
Somos luces que pasan, se quitan o se dan,
de pronto una sonrisa que como llegó se fue,
pero una nace y otra muere,
y yo dejo que corra como perra sin bozal…”
(fragmentos de “Corriente vital” por Ojos de Brujo)
Escribe
AMILCAR MORETTI
Último día de junio 2015
Todo es personal en mis fotografías. En mis imágenes todo es personal. No hay nada que no lo sea. Todo, todo es personal. Nada es “profesional” en mis fotos. No quiero que lo haya, rehúyo tal categoría o que la supongan. Lo detesto, me causa malestar. No hay ni un ápice de profesional en mi trabajo. Soy autor de fotos, creador de fotos, productor autoral y no profesional de fotografías.
Es un uso ineficaz, desinformado y vulgar (propio de la opinión o saber lugar común) el que se hace del concepto “profesional”, que desde décadas está pautado por convenciones del orden burgués, plebeyo y mercantil. En sus acepciones etimológicas “profesión” o “profesional” no solo están vinculadas a oficios y habilidades sino a ciencias -no necesariamente universitarias, aunque sea allí donde se enseñan con preferencia ahora-. También se vinculan con religiones, ideas profesadas, inclinaciones, intereses y aún hasta especialidades de delitos o bien afectos profesados. Desde casi medio siglo aún tiende a ser hegemónica una significación anacrónica y mercantil: la noción de profesional -por ejemplo, profesional de la medicina- está vincula al mercado, se es profesional porque se venden servicios de salud en el mercado. Así, también hay profesionales vendedores y comerciantes de profesión.
Que la inserción en el mercado reclame más o menos especialización y habilidades, nada tiene que ver con lo “profesional”. Hay profesionales incompetentes. Y en algunas actividades, por el contrario -ya lo he repetido otras veces- hay aficionados o amateurs, “domingueros” muy competentes y nutridos de saberes y conocimientos. Suele observárselos en actividades recreativas y, también, en las aún llamadas “artes”, “arts fine” o “arte”, noción esta última más que cuestionada en todo el siglo XX y quizás desde Hegel (Alemania, 1770-1831).
Entonces, acábenla. No soy un profesional. Soy un autor de fotos. Si quieren, un ejecutor de fotografías. Muchas contratadas -e innumerables consultantes y opinantes-, al desbordar algunas de sus expectativas o temores me adjudican o reprochan lo de “profesional” (no “serlo”, generalmente). ¿Y qué? Yo soy Autor. Produzco fotografías de autor y expresión. Hago imágenes personales de mi autoría y pretendo que contengan un valor expresivo o un sentido, lo que a veces logro, y a veces más, y a veces menos. En tal sentido, el proceso entonces incluye un grado de confianza e intimidad que no suele esperarse de un profesional a quien se paga por sus servicios. La distinción que menciono es una circunstancia por la cual atraviesan, históricamente, numerosísimos artistas. Es una situación típica; históricamente solo suele haber espacio de reproches y moralizaciones en uno de los llamados profesionales, sin considerar por supuesto lo delictual, que es otro asunto.
Además, que alguien habilite un estudio fotográfico o casa de comercio y se identifique como “profesional” puede parecerme antiguo pero comprensible. Solo que su caso solo dice (y vende) que tiene conocimiento y “buen gusto”, ello -se supone- porque “sabe lo que hace” dada su “profesionalidad” (que en este último sentido, lo único que puede garantizar es un ejercicio regular, mientras que el “buen gusto” no suele ser más que el gusto grasa, vulgar, o de anciana de sacristía, de represión conventual-policial).
Bueno, dejen de embromar, ¡Yo no soy un profesional de la fotografía! No deseo serlo. Puedo vender una imagen mía, vender un servicio, pero ahí soy solo un autor de fotografías en ejercicio de actividad comercial o cumplimiento de una labor acordada. ¿Repito? Bueno, es que siempre aparece alguien que me plantea una “reserva” “moral” porque “no soy un profesional”. Como si los practicantes de profesiones diversas no suscitaran reparos “morales” en circunstancias diversas e inesperadas, y en esto entre todo, desde lo monetario y lo material como más íntimo (¿Eso? ¿Vio?).
Entonces, en ocasiones surgen discrepancias porque no se admite lo que ellos (los otros, otras) consideran crasamente “profesional” frente a lo que veo personal, íntimo y subjetivamente personal. Si una contratante por su iniciativa desea que haga algo creativo pero sin “asuntos” “personales” (dos conceptos a entrecomillar), al mediar buen dinero puedo hacerlo, y tener al final un producto aceptable. Y aunque ella seguro no note nada, casi siempre concluyo por involucrarme emocionalmente, personalmente en mi trabajo, en mi producto autoral.
Y aún puedo enojarme si ella, la contratante, elige otro producto diferente del que yo considero superior entre los míos, pero no dejo de silenciar mi boca, cobrar el dinero, seleccionar el encargo elegido y retirarme con mutismo y ausencia previsibles, si no lo interrumpe la interesada (también pudiera ser un interesado). De hecho, varias veces en escritura -mi gran sostén y saber y experiencia- he escrito y publicado por encargo y pago, y me he descubierto en que aún allí a veces he puesto en juego asuntos míos personales, no sin ludismo y cierta diversión, livianos o tensos en estos casos. ¿Han visto acaso “The Ghots Writer” de Roman Polanski (“El escritor oculto”, en Argentina), con Ewan McGregor y Pierce Brosnan? Bueno, justamente eso. En escritura y aún más fotografía de desnudo.
No soy un profesional. Pongo en riesgo y movimiento, involuntariamente, al hacer fotografías, registrarlas y editarlas, compaginarlas, musicalizarlas, contextualizarlas, décadas de ilustración y cultura, humores, estados físicos, fuerzas y fatigas, sangre y sudor, excreciones de todo tipo, náuseas y alegrías, pensamientos, reflexiones, ideas, algunos de vista, puntos de mirada, sensaciones de colores, divagaciones, fantasías, deseos, sexualidad, el Deseo y las ganas, sentimientos, modos de conducirme, comportamientos y afectos entre muchos otros afectos. Afectos.
El común vulgar tiende a interpretar que el afecto, los afectos, el mundo mental de la afectividad tienen que ver con lo amoroso y no con el odio o el rencor, también. Pero mucho más forma parte del universo de la afectividad: intelectualidad, especulación reflexiva, sentidos, miedos, odios, resentimientos, atracciones y hasta amores y quereres. La mirada o la visión es, según Platón, el sentido más intelectual, pero no menos cuenta el olfato, el tacto, el sonido, el sabor.
Las fotos deben memorar fragancias y tactos, calidez y frialdades, sombras y luces, ironías, actuaciones, fingimientos, veracidades, sinceridad, hipocresías, posturas y posiciones, acciones, verdad en acción o en la posición y mirada del cuerpo registrado. Siempre digo que mis imágenes son para escuchar, como lo son las películas; quien no escucha las películas, no sabe mirar cine. Igual con mis imágenes. Más directo: si como espectador activo no te pone erecto el miembro no hay (mí) foto, por fría que sea. Y para que haya entumecimiento la la foto debe valer.
Todo es personal. Si lo político es personal, lo fotográfico igual lo es. La sexualidad es personal. Lo colectivo es personal. Lo personal tiene algo de y en lo colectivo. La sexualidad es fotográfica, lo político es registrable, los fotográfico es sensual, político, cultural, sexualidad. Eso es la Erótica. Por eso este dominio web se titula EROTICA DE LA CULTA. Erótica no porque las modelos desnudas o las fotos pueden resultarle eróticas a algún espectador o endurezcan sus miembros. Hay de todo, de todos y para todos. Pero yo no busco lo “erótico”, el erotismo, se quede pegado o no, busco la ERÓTICA, la disciplina reflexiva que lleva a sublimar-tramitar-gestionar la pulsión de Vida para tratar de afrontar y -de poder- confrontar en vano con la Muerte.
Mi EROTICA DE LA CULTURA es Cultura del Deseo. Por eso en mi Perfil, hace ya varias años declaré no sin emotividad: la Argentina es una Erótica inconclusa. Argentina es un Deseo inconcluso. Argentina es una Pasión Inconclusa. El Deseo es Pasión. Esencia de la afectividad. Afecto, sin afecto personal no hay nada. Sin eso, simplemente no trabajo, no hago fotos. Porque no puedo, no lo deseo, no quiero, no tengo ganas. Las ganas son Deseo, Erótica, Vida, y sin ganas no hay nada. Lo sepan o no, lo acepten o no, aún los que ejercitan prácticas sin conciencia, poniendo el cuerpo que está -en ese momento- en otro lado. En fin, que digo es que no soy profesional, sino AUTOR DE IMÁGENES FOTOGRÁFICAS.
Modelo: BALI ARAPE (ver más imágenes abajo)
EROTICA DE LA CULTURA agradece a Youtube y a sus colaboradores por su aporte a la cultura mundial.
Ojos de Brujo – Corriente vital
Actualizado el 4 oct. 2010
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“Corriente vital (feat. Nitin Sawhney)“, de Ojos de Brujo (iTunes)
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