No se trata solo de desprevención ni ineptitud por parte del gobierno electo (de derecha retardataria) sino de algo mucho más grave y horrendo: no les interesa no solo la seguridad sino la nación y su gente. Del 1% al 10% de la parte superior de la pirámide social le interesa, apenas, la seguridad individual de cada uno de ellos. Me animo a decir que a cada individuo tampoco le interesa la seguridad del otro de su mismo 1% , salvo que haya indicios de que pueda estar en peligro él también. Que esa actitud de analfabetismo político y lumpenazgo contagie al 51% de la población de Argentina habla de un grado alarmante, gravísivo, de indefensión y vulnerabilidad política y cívica. Un 51% que puede llegar a justificar o ignorar deliberadramente los horrores de cualquier gobierno, dictadura o democracia.
“Una de las promesas principales de la campaña macrista fue la seguridad y es lo primero en lo que el macrismo ha mostrado más descontrol e impericia” (Luis Bruschtein) (1)
INCOMPETENCIA DE UN REJUNTADO ELECTORAL POR RESPONSABILIDAD DE UN 51% DE ANALFABETOS POLÍTICOS
Escribe
AMILCAR MORETTI
Lunes 11 de enero 2016
La Plata-Buenos Aires
Lo grave, lo preocupante, de fondo, no es solo este gobierno nuevo, por lo demás circunstancial y sustituíble. Lo inquietante es que lo haya elegido un 51% de los sufragantes en las recientes elecciones nacionales. Es intranquilizador y, más que nada, peligroso, gravísimo. Porque quiere decir que más de la mitad de los aptos para elegir autoridades -y uso una expresión de uso popular cotidiano- “está para cualquier cosa”. Esa mitad, 12 millones de argentinos es vulnerable a creer cualquier cosa que diga cualquiera en cualquier medio masivo de comunicación.
De ser así, como parecen demostrar los hechos, esa vulnerabilidad hecha en base a una credulidad desconcertante los convierte en idiotas. Son idiotas políticos. No son ciudadanos. Tampoco son pueblo, he repetido últimamente. No son Ciudadanía porque no pueden discernir qué conserva o atenta contra una República. No son Pueblo porque no pueden vincularse de manera lúcida con el concepto de Estado, por más que las instituciones y conceptos de Estado y Pueblo, simultáneos (no existe uno sin el otro), estén profundamente cuestionados a partir de la llamada globalización (del capital financiero sin restricciones).
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Esa mitad, 12 millones de argentinos, es vulnerable a creer cualquier cosa que diga cualquiera en cualquier medio masivo de comunicación.
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Doce millones de analfabetos políticos, no ciudadanos y no Pueblo, es una preocupación grave para las débiles democracias (también cuestionadas en su vigencia -ver entrevista al sociólogo Zygmunt Bauman en post anterior-). En Estados Unidos la mitad de los ciudadanos o aún más, nunca concurren a votar. No se trata del uso de un “exceso” de libertad sino que no concurren a los centros de votación por puro descreimiento de que las autoridades elegidas por su voto puedan cambiar algo de su situación de descontento o necesidad, según las pruebas que abundan. Estados Unidos es un país con 60 millones de personas -más que la población entera de la Argentina- bajo la línea de pobreza, sin cobertura social de ningún tipo y eternamente desocupadas, sin trabajo, detalle ensecial que todos los medios de difusión se ocupan en disimular. En Argentina, por el contrario, existe una larga tradición de concurrir a votar, es decir, tiene una virtud insoslayable de salud política: preocupación por votar, por elegir.
Pero que esa preocupación por votar se haya convertido en la opción por un gobierno de derecha ultraconservadora y retrógada que se maneja con métodos autoritarios propios de las típicas dictaduras sufridas (ausencia de Congreso y Justicia amañada, comprada o interesada) convierte a la virtud en un retorcimiento grosero si no se piensa -como pienso- que es gravísimo, posibilitando lo siniestro. Una mitad de sufragante son analfabetos políticos, por no repetir “idiotas”, que puede somar ofensivo, descalificatorio. Son analfabetos que votan por aquellos que los van a a perjudicar.
Supongamos que un 20 o 30 por ciento de aquellos en edad de votar lo hagan siempre por opciones conservadoras. De ese 20 o 30% sólo el 1% son ricos-ricos, y entre ellos los “dueños” del país son bastante menos. Supongamos que un 10 % más sea de clase media alta-alta, muy alta, confundida con la antigua oligarquía, los que vulgarmente son identificados como los “más ricos y poderosos”, lo que no es así, ni por asomo. Y supongamos también que otro 20% esté compuesto por clases medias acomodadas, muy acomodadas, un poco menos acomodadas, pero siempre con alto nivel de confort y consumo. Se completa así el cuadro del 30% de habilitados para sufragar. Concedo: hasta un 35% que siempre ha de sufragar por expresiones de derecha, retardatarias, conservadsoras, reaccionarias, más brutales, menos brutales, más o menos rústicas y groseras. Un conservador ilustrado no sufragó nunca antes por un candidato como el electo hace poco, simplemente porque ha tenido formación política y conciencia de sus intereses individuales, de grupo y de clase (este último otro concepto muy cuestionado).
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Un conservador ilustrado no sufragó nunca antes por un candidato como el electo hace poco, simplemente porque ha tenido formación política y conciencia de sus intereses individuales, de grupo y de clase (este último otro concepto muy cuestionado).
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No se trata solo de ser sino también de parecer. Ahora si un candidato electo no puede, siquiera, parecer, no ya ser, sino parecer al menos eficiente en lo admistrativo, esfera importante pero restringida, muy restringida, entonces nos encontramos no solo ante un inepto sino un incapaz, un imposibilitado, un discapacitado para ciertas funciones. Y que el 51% sufrage por un discapacitado para ciertas actividades en la creencia de que está capacitado para cumplirlas indica algo gravísimo y muy peligroso: indica que la mitad de la población no tiene capacidad de decidir siquiera por su supervivencia. O que, al menos, un 20% decisivo, que no tiene definiciones partidarias ni nunca cultivó interés por lo político y la política, ese 20 % de neutros e intermedios que muchas veces definen una elección, está en estado de discapacidad cívica y política.
Al 1% (y menos, repito) de “dueños” del país, se lo puede entender; al 10% que lo sigue más abajo se lo comprende un poco menos, pero puede imaginarse que desee construir un largo muro y arrojen por sobre el mismo, para que queden del “otro lado”, al 50% o 60 % de la población. Es algo frecuente hoy, en decadencia de capitalismo democrático. Acabo de leer que en un país hispanoamericano, de desgraciada historia por cierto, Panamá, se ha levantado un muro de 10 kilómetros y 4 o 5 metros de altura para separar a los pobres, los miserables por estado de miseria, los que sobran, los sombis. Muchos en Argentina piensan ya de ese modo.
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Al 1% (y menos, repito) de “dueños” del país, se lo puede entender; al 10% que lo sigue más abajo se lo comprende un poco menos, pero puede imaginarse que desee construir un largo muro y arrojen por sobre el mismo, para que queden del “otro lado”, al 50% o 60 % de la población. En Panamá se ha levantado un muro de 10 kilómetros y 4 o 5 metros de altura para separar a los pobres, los miserables por estado de miseria, los que sobran, los sombis. Muchos en Argentina piensan ya de ese modo.
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El 51% sufragó por un gobierno que ni siquiera puede cumplir con su principal, primera y persistente promesa -utilizada como herramienta destituyente del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner-: resguardar la seguridad de la población, o al menos de sus adeptos, ante la delincuencia común.
No solo se trata de desprevención, que también suena a excusa, más allá de que cualquiera puede estar desprevenido. Pero resulta que si alguien, un grupo social o una comunidad entera están siempre desprevenidos ante un fenómeno político previsible se trata entonces de otro asunto: discapacidad, en este caso, discapacidad política. No es solo desprevención ante lo que les hicieron creer y no es.
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Si alguien, un grupo social o una comunidad entera están siempre desprevenidos ante un fenómeno político previsible se trata entonces de otro asunto: discapacidad, en este caso, discapacidad política.
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No se trata solo de ineptitud e impericia de los nuevos electos en el manejo para contrarrestar la inseguridad delictual (supuesta, en verdad, inventada por los medios, y creíble solo para alquien totalmente desinformado que no haya leído nunca nada sobre México, Colombia, Guatemala, El Salvador, inclusive Venezuela con un gobierno de distribución de riqueza). No es ineptitud dado que las fuerzas de seguridad siguen integradas de la misma forma que durante el gobierno anterior, y cuentan con el mismo grado de eficacia, cualquiera sea.
No se trata de desprevención ni ineptitud por parte del gobierno electo (de derecha retardataria) sino de algo mucho más grave y horrendo: no les interesa. Del 1% al 10% general de la parte superior de la pirámide social no le interesa la seguridad general, sino, apenas, la seguridad individual de cada uno de ellos. Me animo a decir que tampoco a cada uno le interesa la seguridad del otro de su mismo 1% , salvo que haya indicios de que puede estar en peligro él también. Es un 1%, un 10%, un 30% y 35% de lumpenaje, lumpenaje de un grupo de “dueños” del país y del 30%-34% que se ve en espejo con los intereses del primer 1%.
Se trata de una acumulación y amontonamiento de lúmpenes en situación de riqueza, bienestar, privilegios, condort y poder que nunca puede alcanzar la conciencia “de clase”, la conciencia grupal, siquiera “de equipo”. Son lúmpenes por su individualismo, al fin y al cabo con peligro de autodestrucción. Que esa actitud de lumpenazgo contagie al 51% de la población de Argentina habla de un grado alarmante, gravísivo, de indefensión y vulnerabilidad política y cívica. Un 51% que puede llegar a justificar o ignorar deliberadramente los horrores de cualquier gobierno, dictadura o democracia. Un 51% que puede extenderse, y ya sucedió así, cuando prefirió justificar e ignorar -y luego lo usó como excusa lava-culpas recobrada la democracia en 1983- frente a la desaparición, tortura brutal, violación sexual y asesinato sin entrega de los restos a los familiares de entre 30 mil a 40 mil argentinos.
Que un 51% exhiba credulidad de analfabeto político frente a un astuto y avieso, es posible. Ya sucedió con Menem, la primera de tres veces en 1989. Creerse a un estúpido visible es ser un idiota, en política, un idiota político. Lo siniestro es que se trata, entonces, de una masa amorfa que puede dispararse para cualquier lado, aún -de nuevo- hacia lo inombrable.
(1) http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-289900-2016-01-09.html
(2) http://cultura.elpais.com/cultura/2015/12/30/babelia/1451504427_675885.html
FUGITIVOS
Por Luis Bruschtein
(fragmentos de la nota del diario PAGINA12 del sábado que puede leerse en el link (2) de más arriba)
“También podría ser que la fuga fuera un hecho casual, que no tuviera nada que ver con el favor que hizo el asesino prófugo a la campaña de Mauricio Macri. O que ese favor fue eso y no un servicio retribuido con la libertad. Es una fuga con maridajes ilegales y cruces oscuros que el Gobierno y los grandes medios han tratado de disimular. Así es más grave, pero aunque no lo fuera éste es un tema sensible para el voto macrista. Ese voto puede creer en este momento que los miles de empleados públicos despedidos son ñoquis y es probable que también crea que la pluralidad de medios está cubierta por las grandes corporaciones, pero que no le vengan con excusas cuando se trata de la seguridad. Fueron esas mismas corporaciones mediáticas las que contribuyeron a alimentar en forma demagógica la sensibilidad de ese voto con respecto a estos temas que ahora aquejan y desnudan a un gobierno que, desde la oposición, se alimentó de ese discurso y en la gestión deberá sufrirlo por incompetencia y porque es un discurso esencialmente demagógico. Ese voto quiere resultados en ese tema inmediatos, quiere que se acaben los delitos, que no haya más narcotráfico ni asesinatos, que no se escapen los delincuentes, que los gobiernos demuestren talento para combatirlos.”
“Lo único que podrán hacer es que con el discurso mediático hegemónico consolidado, ya no se destaquen las noticias policiales y así tratar de disminuir “la sensación de inseguridad”, como intentaron hacerlo en los primeros días de la fuga.”
“En el tema de la inseguridad y el delito, los gobiernos de derecha están más incapacitados y se quedan sin respuestas porque reducen el conflicto a mano dura o mano blanda. Recurren a la mano dura. Pero lo real es que nunca hubo mano blanda, siempre fue más dura o menos dura. Es un problema mucho más complejo que las consignas reduccionistas porque no hay corto plazo y por lo tanto la problemática verdadera es poco explotable electoralmente. Lo que hace la derecha es construir un discurso demagógico que promete resultados inmediatos que le serán imposible cumplir desde la gestión y se convertirán en su flanco más vulnerable entre sus mismos votantes excitados por promesas que no se pueden cumplir.”
16 Comentarios
Hola Amílcar.
Me gustaría ponerme en contacto contigo por correo electrónico, pero en las direcciones que te he escrito no consigo localizarte. ¿Podrías enviarme un mensaje?
Gracias.
Estamos observando ciertas cosas y comprobando -lamentablemente- que algunas viejas afirmaciones políticas no son ciertas, como que “el pueblo es sabio y nunca se equivoca” y “los pueblos nunca se suicidan”. Debo aclarar rápidamente que no pretendo ser un analista político superdotado ni con esos doctorados muy impresionantes de universidades extranjeras. Simplemente basta con observar nuestro ejemplo (bien explicado en esta página) y en el de otros países -que puedo enumerar- de conductas electorales inexplicables. Los “pueblos” (concepto político que también habría que revisar para comprobar si aún tiene vigencia) ni son sabios, sí se equivocan y también se suicidan. Suelen votar a sus verdugos. Dije que esto no es para analistas políticos superdotados: basta con leer Crónica y verificar como anda el bolsillo y el estómago. Pero a veces parece que ni eso tan elemental sirve para abrir los ojos.
amilcarmoretti@hormail.com
Eso sí Samuel, todo lo que me escribas hazlo con tu nombre y apellido y datos verificables por padrón electoral.
Hola de nuevo Amilcar.
Te acabo de enviar un mensaje a la dirección que me has puesto (entiendo que ha sido una errata lo de @hormail.com y debería ser @hotmail.com ¿verdad?).
A esa misma dirección te escribí también el 29 de diciembre y el 4 de enero, a ver si te llega ahora 🙂
Te escribo desde España, aquí no tenemos un padrón electoral verificable, pero he escrito y dejado diversos datos que me identifican, pero si necesitas cualquier otro dato dímelo, que no sea por eso 🙂
Bueno, ya me dices si te llega el email.
Un saludo!
No, en mi Hotmail.com no ha llegado nada, tampoco en correo No Deseado o filtrado. No sé qué sucede. Mi nombre, ya sabes, es Amilcar y mi apellido es Moretti (don doble “t”). El resto, ya sabes.
Amilcar
Pues no lo entiendo, si quieres te envío una captura de pantalla para que veas los emails que te he enviado allí. ¿Me podrías enviar tu uno a la dirección que figura en mis mensajes que he dejado aquí?
Gracias.
Yo tampoco entiendo.
Mi correo es claro: amilcarmoretti@hotmail.com
Y es público, no lo oculto.
Amilcar
Además, me encuentras en Facebook. Es fácil.
Te he enviado un mensaje por Facebook, a ver si te llega…
Me fijo, y ya te aviso.
No, no me llegó nada.
¿A quien se lo enviaste? ¿Por qué no me solicitás amistad en Facebook con tu nombre, o diciéndome que sos “samuel@”, la persona que comenta en mi página web.
Escribí a este perfil: https://www.facebook.com/profile.php?id=100009924436704&fref=ts
Y he enviado solicitud de amistad.
No recibí nada.
Tenés que buscar AMILCAR MORETTI en Facebook y pedirle una solicitud de amistad.
Ya lo hice, pero creo que después de 3 semanas escribiendo diversos mensajes a sus cuentas de correo electrónico así como mensajes en su perfil de Facebook (es usted, no hay duda, le he puesto el perfil al que he escrito) lo que sucede es que no quiere entablar una conversación conmigo, porque sería tan fácil como responder a cualquiera de esos mensajes o si de verdad no está usted recibiendo nada, escribirme uno a la dirección que indico en cada mensaje que dejo en este blog.
Un saludo.
Ya lo hago, Samuel. Te escribo para veas que yo tengo problemas. Aquí
en Argentina son las 20,30 y recién veo tu mensaje, hoy martes 19.
Un abrazo.
Ya te escribí al mail de estos comentarios tuyos, Samuel. Son ahora las 20,55 ( 8,55 PM), recién anochecido.