Ingresar a un buen archivo es como entrar en una monumental biblioteca catedral. Catedral de libros y papeles, imágenes, películas. Catedral digital de textos y fotografías, ajenos y de mi autoría, en construcción, inacabada, con cierto desorden y polvo de obra en curso. Un buen archivo es como una gigantesca biblioteca, de esas con paredes de metros y metros de altura con docenas de estantes repletos de lomos, cuerpos y símbolos de libros. Te puede atrapar, dejarte prisionero, o te puede liberar de ataduras: sencillamente, en este último caso, te vas a otro mundo, otro tiempo y espacio. Y ahí, revisando en con-texto hogareño computacional y también impreso en celuloide y papel, ví muchas otras imágenes mías junto a la elegida para el posteo anterior. Entre esas muchas, a voleo, me gustó la que aquí reedito, diferente, después de años. Muchas cosas también pasaron, muchas me sucedieron, muchas sentí y muchas pensé. Mucho aprendí y mucho me dolió, y muchas satisfacciones tuve. (AMILCAR MORETTI)