una mujer sin la mitad/¿la Mujer es entera? mujeres sin hembra, con agujero vacío y no concha, o concha sin gruta de ensoñaciones, pura ausencia, y sin saberlo. Escribe AMILCAR MORETTI

 A estas mujeres les falta una mitad, o una parte grande. La parte interior de mujer. De afuera se ven como mujeres, y se visten y hacen el tocador para lucir atrayentes, pero no saben generocear la parte del amoraje. Mujeres sin amoraje por compleja carencia en ellas. Mujeres Carencia, discapacitadas emocionales en el cuerpo. Y de los sentidos.

Escribe

AMILCAR MORETTI

                    Entonces al final descubrí que era una mujer por la mitad. Le faltaba la mitad, al menos. No sé cuál mitad. Era una chilena -como todas las chilenas que conozco- que no podía dar siquiera una tarde amor, dos humildes horas de amoraje. Era una mujer imposibilitada para darte cuanto menos unas horas de  de calidez, de ternura, de piel, de jugos, de fragancias, transpiración suave, caricias, roces de labios. ¿Sutilezas mías? Nada de eso. Ni sabía que existen sutilezas, creo. No sabe (no saben)  que hay de eso, ¿qué es eso?, se preguntan, o pudieran preguntarse. No les dijeron que existe esa porción central de la vida. Quizás puedan coger alguna vez, no lo descarto; es probable que así sea. Pero no pueden darte ni unas pobres horas de amor. Igual que otras mujeres seductoras de hoy, francesas también, según percibo en sesiones, correos y lecturas de textos. Una impensable regresión moral, en el caso de las francesitas. Pensar que aquí seguimos mitomaneando con Mayo del 68. Y también hay de otros lugares del mundo, italianas por ejemplo. Nada que ver con las que nos creímos de Marco Ferreri. Y argentinas, por supuesto. Lo de las chilecitas no es regresión, es estancamiento pinochetista-clerical. Se comprende, por ese lado: nadie sale indemne de 17 años de franquismo clerical. ¿Pobre Allende?

Yo digo que a estas chilenas, solo por centrarme en ellas, yo digo que a estas mujeres les falta una mitad, o una parte grande. La parte interior de mujer. De afuera se ven como mujeres, y se visten y hacen el tocador para lucir atrayentes, pero no saben generocear la parte del amoraje. Mujeres sin amoraje por compleja carencia en ellas. Mujeres Carencia, discapacitadas emocionales en el cuerpo. Y de los sentidos. Frígidas, o quizás. También, pienso, hasta tal vez sientan, pero el asunto radica en que tienen miedo a sentir. Algunas se hacen lesbianas, o dicen serlo. Otras ni saben serlo, tampoco. Tampoco eso. No profundizan esa lesbiandad evasiva, coartadas, que acaso podrían servirles de  camino del cuerpo. Lesbianas autoprohibidas que tampoco son o ni saben si lo son. A veces creo que no lo son, aunque lo digan. Un modo del raje, de ellas, primero, y después de los otros, varones masculino o mujeres femeninas.

                     Mujeres con un agujero. No ese hueco-túnel pensado y presupuesto por Almodóvar -vacío en el interior del cuerpo, a veces tentador -y preparado para la tentación y seducción- que las inhabilita para ser mujeres, hembras. No hablo de mujeridad aparato para reproducción seriada o selectiva, calculada, ni para “objeto de uso genital”. No, nada de eso. Eso es para brutos, y para ciborg. Y ahora habrá-hay ciborg mujeres para esos tipos. Y también hay mujeres convertidas en ciborgs, sin saberlo. Las dos son lo mismo: inflables o electrónicas o de carne y hueso son variantes de lo mismo en esa categoría del no hembraje hormonal. Son mujeres con un vacío que les impide la mujeridad gozosa y gozante, gozadora y generosa que sabe entregar unas modestas horas de amor a un varón masculino. Si no fuera por las feministas de cierto tipo, y por algunos brutos, diría que no sirven siquiera para una circunstancia de amor  pasajera, tierna, fraganciosa, recordable. Nada. Olvidaron la mujer. Nacieron sin mujer. No les trasmitieron sentirse mujer gozosa y las formatearon para no ser.