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MUERTAS DE MIEDO, MINAS EMANCIPADAS Y LIBERADAS CAGADAS EN LAS PATAS. ¿Qué carajo hacer con la pija, con la falicidad, lo fálico?

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Pobres minas (hasta que hable de los tipos). Amílcar Moretti.


 

 

POBRES MINAS (hasta que hable de los tipos)

 

Por
AMILCAR MORETTI

Argentina. La Plata-Buenos Aires
Domingo 8 de diciembre 2013.

 

 

           Amilcar Moretti. Argentina. 2a   b y n, 2013. P2270209Pobres minas. Al menos unas cuantas, jóvenes ellas, pobres minas: están muertas de miedo, cagadas hasta las patas. No saben muy bien qué hacer con el sexo, con su sexo y el de ellos. Con el de ellas mismas principalmente, tanto que a veces la abstinencia o el flirteo o descomprometido y ocasional acompañamiento lesbi-torta, sin vocación definida y sin pasión, terminan por resultarles más cómodos, más familiares, previsibles, sin intromisiones de las que haya que hacerse cargo. Por ejemplo, hacerse cargo de sentir, sentir lo que ellos (los tipos) esperan o lo que ellas imaginan que ellos esperan,  o bien eso que se espera que ellas sientan.

 

 

                 Entonces es cuando muchas minas aparecen hoy llenas de miedo, desbordadas de temor y temores, con frecuencia enmascarados en osadías y frágiles corajes y empujes. Otras veces, se ponen malas, se convierten en malas, se cobijan en una peculiar maldad y malicia manipuladora que les permite su poder sensual sobre el varón masculino y que, ellas suponen, habrá de consolidarlas y hacerlas más poderosas. Un camino casi seguro hacia la enfermedad o deformación irreversible, hacia la rigidez de la acritud, solitaria o acompañada. Ahí pueden arruinarle la vida a cualquier desprevenido, indefenso, inexperto, crédulo, fragilizado, no pertrechado, que los hay también, y muchos.

 

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             “A veces en ellas la abstinencia o el flirteo o descomprometido y ocasional acompañamiento lesbi-torta, sin vocación definida y sin pasión, terminan por resultarles más cómodos, más familiares, previsibles, sin intromisiones de las que haya que hacerse cargo. Por ejemplo, hacerse cargo de sentir, sentir lo que ellos (los tipos) esperan o lo que ellas imaginan que ellos esperan,  o bien eso que se espera que ellas sientan.

 

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NO ES FÁCIL SER EMANCIPADA

 

                  Resulta que no es fácil ser liberada, emancipada, hoy. Quizás lo fue antes, hace unas décadas, aunque no es seguro, lo dudo pero es posible también. De cualquier modo parece ahora más fácil haber empezado a proclamarse liberada y emancipada en los años 60, poquito, no mucho, según los países. También se pagaba su precio. La mayoría de esas minas cedió, cambió, fue derrotada, se pasó al enemigo, a veces se hizo peor que el enemigo. Algunas pocas dejaron todo o casi todo en el camino y al final desaparecieron; no quieren recordar, cultivan malvones, si tuvieron y tienen suerte.

 

Amílcar Moretti. Martes 10 de diciembre 2013, ed. Argentina, Buenos Aires. En el LOFT & ARTE APART HOTEL BOUTIQUE, de H.Yrigoyen y Salta.
Amílcar Moretti. Martes 10 de diciembre 2013, ed. Argentina, Buenos Aires. En el LOFT & ARTE APART HOTEL BOUTIQUE, de H.Yrigoyen y Salta.

 

 

             Minas cagadas de miedo. Me refiero a minas jóvenes, de 20, de 30. Todo porque los tipos quieren coger, y hay que bancárselo, por supuesto. No es sencillo para todas, ¿la mayoría? ¿Para buena parte de ellas? ¿O sólo para una porción que va desde los 18 hasta los 30 y los treinta y pico? Creo que el límite son los 30 años, después de los cuales renuncian o se convierten en conformistas y retardatarias o en monstruos agresivos, muchas de la militancia, con razones o sin ellas, con buenas causas o con rencores y resentimientos. Algunas optan por lo lesbiano no tanto como asunción, como permanencia o identidad, sino siempre al ataque, con notoria o detalles de acritud indisimulada o indisimulable.

           

             

                  Otras renuncian: se acostumbran a la abstinencia. Renuncian al sexo, a la sexualidad, a la sexualidad genital, sobre todo. No disfrutan de ella, o nunca han disfrutado del sexo corporal y genital, del contacto profundo e intercambio penetrada-penetrante del sexo corporal.  Las hay que abandonan, por fatiga o resultados adversos, insatisfactorios porque han esperado mucho o esperaban poco y nada. Hoy veo no sin sorpresa que cierta militancia femenina lucha y desfila por no tener sexo. Entiendo, sí, que la libertad puede incluir elegir libremente no tener sexo genital. Eso lo comprendo. Pero como un uso pobre de la libertad. La libertad de elegir “no tener”, mejor, de “no ser”, cuando el sistema apunta justamente a eso: al no ser, al no sujeto, a la no subjetividad, a la desubjetivización. El ejercicio de la libertad para elegir no tener sexo es o puede ser un derecho o una opción propia del espacio de la libertad, pero se me aparece como la libertad de elegir no tener un brazo. Cierto que hoy el sistema de poder, a través de su tecnología disfrazada de ciencia y de su ideología de desubjetivización,  ha hecho, por ejemplo, que alguien pueda optar por injertarse una oreja en el antebrazo (es real) y aún exhibirse como obra de arte en una galería. 

 

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                  Cierta militancia femenina lucha y desfila por no tener sexo. Entiendo, sí, que la libertad puede incluir elegir libremente no tener sexo genital. Eso lo comprendo. Pero como un uso pobre de la libertad. La libertad de elegir “no tener”, mejor, de “no ser”, cuando el sistema apunta justamente a eso: al no ser, al no sujeto, a la no subjetividad, a la desubjetivización. El ejercicio de la libertad para elegir no tener sexo es o puede ser un derecho o una opción propia del espacio de la libertad, pero se me aparece como la libertad de elegir no tener un brazo.

 

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                 Este uso de la libertad para carenciarse, para cortarse, castrarse, para privarse es cultural e inducido: es otra forma del viejo puritanismo, modo contemporáneo, “posmoderno”, posindustrial del capitalismo financiero y mediático-internético, si es que esto de ahora es aún un sistema capitalista, si es nada más que una nueva etapa del capitalismo y no, como pienso, otra cosa, otro “sistema”, otro ordenamiento de características  quizás aún no del todo calculadas ni planificadas por sus autores y creadores.

               Puede ser que el uso de la libertad para elegir no tener libertad, no tener amplitud y expansión, libertad para recortarse, para limitarse, libertad para elegir abstenerse, mutilarse, quitarse, sea una estratagema -otra más- del actual capitalismo, puede ser. Pero sospecho que se trata de algo nuevo, desconocido, impensado o impensable aún, un “sistema” mucho más injusto y horroroso que el peor capitalismo, sin que nadie o muy pocos lo perciban, siquiera lo sospechen. Algo así como todo lo contrario y opuesto a lo bien definido por el gran William Faulkner en “Las palmeras salvajes”: “Entre la nada y la pena, elijo la pena”. El uso de la libertad para elegir no tener sexo como derecho colectivo se me parece como el uso de la libre elección para elegir la nada, no porque la nada no pueda ser tranquilizante y sosegadora, sino por temor a la pena, lo esencial de la condición humana. Sin pena, sin dolor, no hay humanidad. ¿Recuerdan? Nos echaron del paraíso. Y alguien prendió una llamita frotando dos palitos. 

 

 

EL SEXO MERCADO: NO DISFRUTE, NO DESEO

                   Veo minas desbordadas de miedo, de miedo a la pija, al falo, a la falicidad con las que desean atravesarlas y que otras -ellas mismas, todas- desean tener, como su propia falicidad, su propia pijitud (de pija), su poder y autonomía, si se prefiere. Aquí el asunto, aprecio, es otro: son montones de minas jóvenes y lindas que no se bancan o se bancan mal que los tipos reclamen y deseen coger, muchos tipos. Los tipos “están alzados”, me confiesa una piba, modelo. “¿Y?”, la interrogo. “Nada, qué se yo”, me responde y sonríe con aires de dominancia. La piba, se intuye, está llena de miedo, no sabe para dónde disparar, para qué lugar o por cual senda encaminarse (padre varón, claro, ausente, inexistente, difuso hasta la inexistencia). Y al mismo tiempo no deja de sentir cierto poder: el poder de decir no.

Amílcar Moretti en el LOFT & ART APART HOTEL BOUTIQUE, Buenos Aires. Ed, 10 de diciembre 2013.
Amílcar Moretti en el LOFT & ART APART HOTEL BOUTIQUE, Buenos Aires. Ed, 10 de diciembre 2013.

 

 

                Es decir, NO. No coger. Coger, no. No coger lo necesario, lo suficiente. Aclaro, digo, coger como disfrute, con amor o con ternura, como recreación creativa, con afecto, no como desagote o desahogo biológico.  Medio en broma, medio en serio, arriesgo: o las minas no alcanzan o son muchos los tipos que están calientes o lo están siempre. ¿Calientes siempre? Mmmm. Pocas minas se lo bancan, pocas responden -están preparadas para esa demanda continuada y creciente de un hombre varón masculino o de sucesivos varones, excitados, estimulados, engañados por el encubrimiento y simulación del maquillaje de toda la industria y publicidad de la belleza femenina y la cosmética, de la seducción y manejo de lo sexual-corporal como modo de lograr metas de “éxito” comercial en el mercado del amor y matrimonial, de vender y posicionarse en el mercado, de integrarse aunque más no sea la vidriera de cierto capitalismo iniciado en 1950.

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             Los tipos “están alzados”, me confiesa una piba, modelo. “¿Y?”, la interrogo. “Nada, qué se yo”, me responde y sonríe con aires de dominancia. La piba, se intuye, está llena de miedo, no sabe para dónde disparar, para qué lugar o por cual senda encaminarse (padre varón, claro, ausente, inexistente, difuso hasta la inexistencia). Y al mismo tiempo no deja de sentir cierto poder: el poder de decir no.

 

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EL SEXO COMO CARGA

 

                 Además, hay que sostenerlo, sostenerlo en el tiempo. Y ahí es cuando aparecen, o pueden surgir emociones, sentimentalidades, afectos, que son los que producen el miedo, el temor, la fobia, el cagazo. Hacerse cargo de esos afectos y emociones las atemoriza, porque a veces son contradictorios y confusos, paralelos, simultáneos, divergentes, incompatibles, funcionan en estado de tensión e inseguridad e incertidumbre de futuro. Y el sexo, la sexualidad, el amor así es, claro, un “trabajo”, un peso, una mochila, “mucho problema”, un pesar. Resta energía para otros asuntos, como la profesión, o, dicen muchas, para “ser ellas mismas y encontrarse”.  En todo caso, evaden lo que en el fondo saben: nunca se encontrarán en la huída, en la fuga, el raje, la gambeta, la escapada, en lo negado, lo no dicho, lo no confesado.

               “No sé qué mierda hacer; no me han enseñado; no he aprendido; tengo miedo; no me banco lo surgido, o lo que produje”, pueden decirse a sí mismas. Otras argumentan, con desagradable desresponsabilidad: “No tengo porqué hacerme cargo de lo que el otro siente, o del efecto en el otro, o de lo que al otro le ha producido mi presencia”. Es verdad, no tienen porqué. Pero hay presencia y efectos, motivos estimulantes, acciones y palabras motivadoras o ambiguas, equívocas. Confusiones y psicopatías. Neurosis circulantes, a veces riesgosas y pesadas de soportar. Pero un humano siempre tiene efecto en el otro, de nada o de algo (lo contrario es la indiferencia, la no percepción -en algún punto inconsciente-) y cierta responsabilidad ante el otro, ante la cercanía del otro, el diálogo o intercambio con el otro. La sola presencia de un humano en un espacio habitado por otros humanos, su apariencia, indumentaria, olores o significancia siempre genera un cambio en dicho territorio de aparición, que involucra al otro en cercanía y proximidad.

 

DEL DESCOJONE AL DESCOJONAMIENTO

                 

                     En estas minas rebosantes de miedo negado y oculto es fácil que broten o se planifiquen manipulaciones, negaciones, dilaciones, rodeos para el placer, estiramientos, prolongamientos febriles, calenturas frustrantes, padecimientos, según el grado o tenor neurótico, histeria y psicopatía. Solo un caso de ejemplo, “El amor brujo”, la novela de Roberto Arlt, ya casi anacrónica aunque no tanto. Otro caso: como el ingeniero Miranda en “Toda la verdad” de Juan José Becerra, con una mujer y dos tipos, y después, un cuarteto, tres tipos. Si es caso de “El amor brujo” (la mina que lo hace esperar y desesperar al tipo, en el estilo zaguanero de los años 30), lo hablamos ahora después de varias décadas, luego de los años 60 y tras la explosión del “destape” inmediatista de la etapa alfonsinista, que en verdad tampoco fue un “destape” siquiera “a la española”, inefectivo también.

 

 

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             Varones excitados, estimulados, engañados por el encubrimiento y simulación del maquillaje de toda la industria y publicidad de la belleza femenina y la cosmética, de la seducción y manejo de lo sexual-corporal como modo de lograr metas de “éxito” comercial en el mercado del amor y matrimonial, de vender y posicionarse en el mercado, de integrarse aunque más no sea la vidriera de cierto capitalismo iniciado en 1950.

 

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                  El destape de los años 80 sí sirvió, y mucho, para que comenzara a hacerse más sincera y pública el ansia gay y el sexo-amor entre hombres, según parece hoy, junto a la masturbación o fellatio abruptas, inmediatas. Son dos de las consumaciones más difundidas en lo gay, quizás porque es sexo entre hombres y en ellos la genitalidad es más directa y frontal, sin vueltas, propuesta con la mirada y el encontronazo sin palabras, a veces sórdido . Con una mujer, en cambio, no es tan así. Aunque también parece que desde esos años se consolidó un trueque: la fellatio mujer a hombre en lugar de sexo coital, o la masturbación en el asiento del micro, del ómnibus y en el reservado del boliche. En estos casos es otra forma del miedo, del temor, disfrazada de trueque y negociación. Además que la fellatio le permite a la mujer “conservar la virginidad”. Su prescindencia, su “desresponsabilización”. “Yo lo único que hice fue…chupársela”.

                 Para Juan José Becerra la cosa es actual de este modo, aunque no parezca miedo exclusivo de las minas, de la mina-personaje. El desoriente es mutuo, de varón y de mujer. Desconcierto e incerteza, perdidez de grupo. Pueden ser cuatro en banda, tres tipos y una mujer. Ella con uno, y luego con dos, que la comparten, que ella comparte y con los que disfruta, en conocimiento mutuo. Pero en “Toda la verdad” (Seix Barral, Buenos Aires, 2010) se suma o suman uno más: cuatro en total, conviven: comunidad, grupal, sincronía, división de roles. Por un tiempo: después, la mina, que no sabe, que puede con todos (cogérselos) pero no sabe qué puede y qué no puede. ¿O sabe? ¿Tener un hijo? No, eso al final, o cuando ella lo decide o se deja. Los cuatro. Los dos primeros hombres del clan se juntan y descuartizan y cuelgan al tercero. Se espera que la siguiente sea entre ellos: que uno desaparezca, en duelo o asesinato. Uno se distancia, renuncia a la mujer, y queda contemplativo, trabaja. El otro es usado como macho, casi chupaculo ignorado. Ella no se lo propone, pero el tipo acaba así. La Propiedad: la Mujer. La propiedad se impone. La mujer en el desenlace parece sin miedo, casi aburrida, en la galería del rancho mirando los maizales. No tiene miedo, quizás, porque ya tiene su pija, no necesita pija de hombre: su pija, a la freudiana, es el hijo. El hijo en la panza que para afuera la faliciza a la mujer cagada de miedo. La falicidad le da pija a la mujer, la pija es el hijo, dice Freud, más o menos. 

 

AMILCAR MORETTI, sesión en Buenos Aires. Suite del Loft & Arte Apart Hotel Boutique, calle H. Yrigoyen casi Salta. Argentina. Martes 10 de setiembre 2013.
AMILCAR MORETTI, sesión en Buenos Aires. Suite del Loft & Arte Apart Hotel Boutique, calle H. Yrigoyen casi Salta. Argentina. Martes 10 de setiembre 2013.

 

 

 

PARECER Y SER PIJA

 

             En el caso de las minas de hoy y desde hace un tiempito una cosa es parecer o posar de liberada, de emancipada, y otra muy distinta actuarlo, una cosa es decirlo y otra bien distinta es llevarlo al acto, en especial con tantos tipos “alzados” (?) (¿tantos?). El temor a la pija, que ella quiere para sí, y a la vez la pija con que quiere com-penetrarla el varón masculino. La pija no es sin vagina. No hay vagina si no es para pija. El temor ida y vuelta a la pija. El falo, Freud digo, aunque las feministas a lo macho, cancheras, y para tener en cuenta, digan que no, y se rían.  Si ya no es fácil para el varón masculino portar la pijacidad, lo fálico, para nada fácil, menos lo es para la mujer, que viene sin pija. Y aún menos fácil o más temible es tenerla dentro, asumida, y ¡tantas pijas sueltas, desesperadas, alzadas! “¡Los tipos están todos alzados!” ¿Sí? ¿O gran parte de las minas jóvenes están cagadas en las patas, con un desconcierte fenomenal que va mucho más allá que el coito, lo sexual, lo genital? Desconcertadas como los tipos, que no saben qué hacer con la pija. De ahí también el mercado, el dinero, la venta de sexo, la traficación sexual de mujeres y travas.

 

 

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                         El temor ida y vuelta a la pija. El falo, Freud digo, aunque las feministas a lo macho, cancheras, y para tener en cuenta, digan que no, y se rían.  Si ya no es fácil para el varón masculino portar la pijacidad, lo fálico, para nada fácil, menos lo es para la mujer, que viene sin pija. Y aún menos fácil o más temible es tenerla dentro, asumida, y ¡tantas pijas sueltas, desesperadas, alzadas! “¡Los tipos están todos alzados!” ¿Sí? ¿O gran parte de las minas jóvenes están cagadas en las patas, con un desconcierte fenomenal que va mucho más allá que el coito, lo sexual, lo genital? 

 

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                  Por eso, por todo eso y otras muchas cosas, observaciones, lecturas y experiencias, relatos y confesiones, por sobre la lesbiandad como derecho, libertad, estructura, identidad, elección o vocación, hay en apariencia una liviandad y ligereza de vincularidad torta, como vía de escape y huída, por no saber cómo ni cuando amparar, cubrir, recibir, gozar, disfrutar y sentir placer con la pija dentro, una pija, o pijas sucesivas hasta encontrar la que completa la caverna, o hasta que la cueva tajo se sienta hecha, completa. Es el juego adolescente de “vamos a hacer que somos tortas”, o “soy torta” gritado pero a los dos año no, ni me acuerdo ni lo siento. No es una cuestión con lo lesbi. No obtienen el goce y el placer tampoco con lo lesbi, declamado o actuado, actuado y declamado. El miedo es aquí una cuestión con el placer, con la pija como placer y completud. Aquí lo lesbi es expresión del miedo, no la obtención e intercambio de placeres. El “como si lesbi” es miedo, cagazo, cagarse, estar cagada en las patas, hasta las patas.

 

 

ERÓTICA DE LA CULTURA, como siempre, agradece a YOUTUBE y a sus espontáneos colaboradores el aporte constante que hacen a la cultura mundial.

Liliana Felipe – Las histéricas.

Emmanuel Calavera

 Subido a Youtube el 01/11/2007

Liliana felipe en el Teatro Empire, Buenos Aires.

17 de junio de 2007.

 

Las Taradas – Que no, que no! – ft Miss Bolivia [ALPACA]

Artesaniaudiovisual

Publicado el 07/12/2012

Video realizado para el lanzamiento del disco “Son y se Hacen” en el teatro IFT Buenos Aires, noviembre 2012.

Producido por ALPACA Producciones.

 

 

 

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