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CATA MATUS, BAILARINA DE CHILE EN BUENOS AIRES, DANZA DESNUDA PARA MIS MIRADA-CÁMARA A LA MANERA EN QUE SUPO ADELANTARSE HACE CIEN AÑOS ISADORA DUNCAN. Por AMILCAR MORETTI

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     “…bailando desnuda sobre la tierra, caigo naturalmente en posiciones griegas, porque las posiciones griegas no son más que posiciones terrestres.

      “Lo más noble en el arte es el desnudo. Esta verdad es reconocida en todas partes, y seguida por pintores, escultores y poetas; solo la bailarina la ha olvidado, precisamente quien más debería recordarla, ya que el instrumento de su arte es el cuerpo humano mismo.

        “En este sentido, pues intento trabajar, y si pudiera encontrar en mi danza algunas o solo una de las posiciones que el escultor fue capaz de transferir al mármol de modo que pudieran ser preservadas, mi trabajo no habría sido en vano: esta forma sería ya un avance, sería el primer paso para el futuro…”

ISADORA DUNCAN 

(fragmento de “El arte de la danza y otros escritos”. Escritos desde principios del siglo 20 hasta los años 20, en que murió Duncan. Editorial Akal, 2003)

 

 

 

CATA MATUS, bailarina, de Chile, perfecciona su arte entre nosotros, con una voluntad de hierro, un convencimiento inamovible y una belleza estatuaria que llama la atención en lo vigoroso de un cuerpo de casi 1,80. En suite de Living ´Residence, en Buenos Aires. Avenida Callao y Viamonte, en un noveno piso que roza el cielo de Buenos Aires.  

 

 

 

AMILCAR MORETTI. Edición en Buenos Aires, en suite de Yrigoyen y Salta, Buenos Aires. 2 de agosto 2014.
AMILCAR MORETTI. Edición en Buenos Aires, en suite de Yrigoyen y Salta, Buenos Aires. 3 de agosto 2014.

 

 

 

 

 

 

Amilcar Moretti, en edición de fotos en CABA, madrugada 3 de agosto 2014. Yrigoyen y Salta, a una cuadra de avenida de Nueve de Julio y tres de Corrientes. Noche desierta.
Amilcar Moretti, en edición de fotos en CABA, madrugada 3 de agosto 2014. Yrigoyen y Salta, a una cuadra de avenida de Nueve de Julio y tres de Corrientes. Noche desierta.

 

 

 

 

AMILCAR MORETTI. Edición madrugada 4 de agosto, aún en en suite a  Yrigoyen y Salta. Ya se escuchan los primeros trajines de los camiones recolectores de basura que hacen su primera limpieza de desperdicios últiles. 4 agosto 2014. Yrigoyen y Santa, cerca del Obelisco. Los restaurantes, cerrados desde temprano. Hasta los kioscos casi no abrieron sus puertas.
AMILCAR MORETTI. Edición en la madrugada 4 de agosto, aún en en suite a Yrigoyen y Salta. Ya se escuchan los primeros trajines de los camiones recolectores de basura que hacen su primera limpieza de desperdicios últiles. 4 agosto 2014. Yrigoyen y Santa, cerca del Obelisco. Los restaurantes, cerrados desde temprano. Hasta los kioscos casi no abrieron sus puertas.

 

 

 

Palabras clave

Danza – poesía – Darío – Duncan – Vallejo

“La bailarina de los pies desnudos […] es

elegante, pedante y muy de su tierra”

(Rubén Darío:1903:3)

                     “El 13 de agosto de 1903 Rubén Darío publica en el Suplemento Ilustrado de La
Nación de Buenos Aires una crónica sobre la perfomance de Isadora Duncan en París.
Se trata de la primera presentación de la bailarina norteamericana en la capital del
arte. También es una experiencia nueva para el cronista: no es un crítico avezado en
danza como lo es en literatura y pintura y se enfrenta a un espectáculo novedoso, para
el que no sirven ni las categorías ni los lenguajes previos.

 
“Lo primero que llama la atención en esta crónica es lo que podríamos llamar
un gesto de avanzada. Darío señala que “París no ha dado cuenta de la novedad,
porque la prensa estuvo seca por culpa, dicen del empresario” (1903:3). Si bien
Duncan ya se había consagrado en Londres, París le fue en principio, esquivo..
Frente a esa “sequedad”, en un soterrado enfrentamiento, su crónica comienza
con un tono elegíaco: “¡Canta, oh musa, a Isadora, la de los pies desnudos”.
(Darío:1903:3)

 

                “Este gesto se acentúa si tenemos en cuenta la escandalosa
presentación de Duncan 7 años después, en 1910, en Buenos Aires, frente a un
público posiblemente “dariano” y lector de La Nación, que obligó al empresario a
suspender las funciones tras un escándalo protagonizado por la bailarina, quien insultó
a una platea ruidosa al grito de “¡indios incultos!. Darío advierte, divertido, en 1903:
“en nuestros centros latinos y católicos las danzas de Miss Isadora Duncan tienen que
parecer perfectamente inmorales” (1903:3)

            “Al describir en su crónica la recepción del baile de Duncan en honor a Rodin, Darío deja ver que es un arte que sólo los artistas pueden apreciar: En esta ponencia nos proponemos indagar acerca de las relaciones que Rubén Darío establece entre danza y poesía en la crónica “Miss Isadora Duncan” en 1903 a partir de la noción deritmo.. También seguiremos la trama que se teje entre dicha crónica y la necrológica

escrita por César Vallejo para los funerales de la bailarina en 1927.
Isadora Duncan (San Francisco 1878. Niza 1927) fue la iniciadora de la danza
moderna, quien buscó nuevos cauces para la expresión coreográfica, libre de los
corset que imponía la danza clásica (en la coreografía, en la vestimenta, en la música,
en el entrenamiento). Ella misma da cuenta de ello en sus memorias. Encontrándose
en San Petersburgo fue invitada por Anna Pavlova a visitar su estudio. Esta es la
escena que rememora:

 

“Encontré a Pavlova de pie con su vestido de tul practicando en la
barra..,mientras un viejo caballero con un violín marcaba el tiempo y
exhortaba a realizar mayores esfuerzos; era el legendario maestro Petipa.
Me senté y durante tres horas observé tensa y perpleja los sorprendentes
ejercicios de Pavlova, que parecía ser de acero elástico. Su hermoso
rostro adoptó las severas líneas del mártir.[…] Todo su entrenamiento
parecía estar destinadp a separar por completo la mente de los
movimientos gimnásticos del cuerpo. La mente debí alejarse de esa
rigurosa disciplina muscular. Esto era todo lo contrario de las teorías sobre
las que yo había fundado mi escuela un año antes. Lo que yo pretendía
era que mente y espíritu fuesen los motores del cuerpo y los elevasen sin
esfuerzo aparente hacia la luz (Duncan:2006:186)””

 

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