Un dilema ético como autor de imágenes. ¿Cómo continuar con mi tema y preocupación, el desnudo de mujer, en tiempos de peste? ¿En un escenario de desconcierto, incertidumbre, temor y tristeza, la desnudez femenina en imagen es una “frivolidad”? Hablo de la seriedad, gravedad, tensión y conflicto de una composición de imagen sobre desnudez, origen de lo que aún se llama -por rutina- arte. Obviamente, abundan las desnudeces voyeuristas, exhibicionistas, masturbatorias, siempre. Son los sitios más requeridos en internet en el Oeste del mundo, y en buena parte del Este. Pero yo no hago eso, nunca fue mi propósito. No sé qué hace y cómo tramita el mirador de internet mis imágenes. Sé lo que yo, lo que yo deseo hacer. Entonces, en este ciclo de Peste que inaugura una Nueva Era mundial, Era que conjeturo atroz, ¿es una banalidad mi trabajo sobre desnudez de mujer? Se trata para mí de una cuestión ética que rumio desde hace mucho tiempo. También, una cuestión política, o estético-política, en función de lo que percibo como el advenimiento de una etapa de puritanismo inédito. Crueldad y puritanismo. Intriga o aclara el silencio de Hollywood MeToo. Alguna vez algunos feminismos deberán preguntarse hasta qué punto últimamente aceleraron -a conciencia o involutariamente- ese futuro post-Peste (hablo de este ciclo de Peste, porque habrá otros). Un futuro que se me ocurre como una Era concebida para desbordar las formas capitalistas más atroces conocidas. Ante la duda y el temor, como en otros momentos de tristeza, miedo, entusiasmo, desaliento, brío, energía, decaimiento, frustración, decepción, fuerza, confianza de estos diez años de ERÓTICA DE LA CULTURA, decido continuar.
AMILCAR MORETTI
