Ernesto Snajer con su guitarra y Facundo Guevara percusionando para la voz clara, nítida y fuerte de Verónica Condomí. “Quiero tus ojos” y “Cardo o ceniza” son del álbum “Es de tres”, del 2005 (el trío había estado unido desde el 2001). Dos canciones de amor, carnales y declarativas sin dejar la metáfora y la elipsis, letras apasionadas que combinan el éxtasis de la fusión de pieles y del adentro entre dos, con las alusiones a una real Muerte y un entresueño alejados del final -la muerte o la pequeña muerte- y cerca del desvanecimiento del orgasmo, de la disolución del sujeto apasionada(o) que hace despertar avergonzada(o) por la entrega íntegra significada en evanescencia.
Modelo: Guadalupe. La Plata
Fotos por AMILCAR MORETTI
Edición sábado 4 y madrugada domingo 5 de enero 2014.
QUIERO TUS OJOS
(2005)
Verónica Condomí
Ernesto Snajer
Facundo Guevara
Quiero tus ojos y al manantial que me llevan,
quiero tus venas, donde la sangra reposa
como una rosa, te brindo mi surco abierto
toma mi cuerpo, dale tus alas hermosas
Quiéreme mucho, por si mañana no vuelvo
Quiéreme ahora, que estoy sentada en el cielo,
Ámame tanto como te quepa en la vida
En este canto de cielo, trigo y semilla
Eres el trigo, para este pan necesario
con que a diario defiendo mi amargo vino
por el camino que haces con pies tan cansados
quédate un rato, sobre mi pecho dormido
Quiéreme mucho, por si mañana no vuelvo
Quiéreme ahora, que estoy sentada en el cielo,
Ámame tanto como te quepa en la vida
En este canto de patria, cielo y semilla
Escribe
AMILCAR MORETTI
Sábado 4 y domingo 5 de enero, de madrugada.
Argentina
“Quiero tu ojos” es uno de esos temas en que el trío que siempre actúa de a tres hechos uno (sin resignar su momento especial, cada uno), se da la asociación de dos. Como en otras canciones del álbum del 2005, se dan fusiones y elecciones cuando los temas, los tonos y contenidos de las letras parecen exigirlos en función de un sentido: aquí, dos solamente se hacen notar, la voz de Condomí y la percusión a mano de Facundo Guevara. Mendocino nacido en el 69 del siglo pasado, tiene formación académica en la Universidad nacional cuyana y anduvo en seguida con “Bam Bam” Miranda, del Perú, claro, y con la gente de Cuba Enrique Plá, “Angá” y Oscar Valdez . En los 90 estudió en la isla del Comandante.
En “Quiero tu ojos” se nota esa incidencia de oído, interpretación y mano por el lado centroamericano, afro y también los contactos, por ejemplo con el saxofonista Paquito D’Rivera. Guevara ha trabajado con Liliana Vitale, Mercedes Sosa, Sandra Mihanovich, Sandra Moncayo, Dina Rot, Dorinne Webster y Soledad, entre las importantes del lado de ellas. De su lado de género, Victor Heredia, Domingo Cura, Lito Vitale, Luis Salinas, Oscar Cardozo Ocampo, Chango Farías Gómez, Peteco Carabajal, Malosetti- Goldman, Matt Wates Group, The Grand Union Orchestra, Paquito D’Rivera, Negrocán, Bobby Carcasses, George Haslan y Hugo Fattorusso, y más.
La compañía de creadores dominicanos y venezolanos sin duda no es ajena a la rítmica fuerte, bien sonora y cortante caribeña, casi también en solo de jazz y rumba. Marca fuerte el silencio que hace el eco de la voz de Verónica Condomí y más aún cuando ella calla del todo, en pausa, y solo se escuchan esas manos sobre parches que acentúan el a medias lamento y regocijo del pedido y goce ya cumplido de la ficcional mujer de la canción.
Esta mujer hembra pide los ojos y a través de ellos la ilusión y el alma del amante, requiere el ser y sentirse amada y elegida para el amor, pero no queda en espiritualidades vaporosas sino que reclama la sangre y ofrece el surco abierto y húmedo de su rosa. Por allí, por el tajo y con la sangre sabe que entrarán las alas que la transportan a la mujer plena de bien amada: las de la felicidad y completad del cuerpo, la orgasmicidad en metáfora. Dice que está sentada en lo alto, quizás muerta de amor o gratitud, fuera de este mundo, y pide al amante de ficción poética que la tome en ese momento porque quizás, anuncia, prevé, mañana no esté, por una razón o por otra, que el azar también anda y lo que no se dice en poesía se llena de significados a imaginar, aquí de leve oscuridad.
El amador es el trigo, la semilla para completar-hacer el pan-hembra, calientito y tibio dentro de sus entrañas. Le pide hacer el pan del amor y que repose su cansancio de trabajo sobre su pecho, sus pechos, tal como hijo y a la vez macho amamantado que necesita reparar las fuerzas expuestas al cansancio en el trabajo y el camino. Al final, en su reclamo, ella le pide todo el amor que le haga hasta donde pueda para construir un cielo que sea campo de semilla-macho y tierra patria. Que ella es la tierra que espera y desea y se abre para ser surcada. Argentina y campo de hembra-mujer y macho-migrante en laburo tal vez golondrina, tan golondrina como el amor apasionado para el pobre que quizás mañana ya no esté.
Cardo o cenizas
Verónica Condomí
ERNESTO SNAJER, guitarra
Facundo Guevara
Como será tu piel junto a mi piel
Como será tu piel junto a mi piel
Cardo, cenizas, como sera
Si he de fundir mi espacio frente al tuyo
Como sera tu cuerpo al recorrerme
y como
Mi corazon si estoy de muerte
Mi corazon si estoy de muerte
Se quebrara mi voz cuando se apague
de no poderte hablar en el oido
Se quemara mi boca salivada
de la sed que me queme si me besas
de la sed que me queme si me besas
Como sera el gemido y como el grito
al escapar mi vida entre la tuya
y
como el letargo
que me entregue
cuando adormezca el sueño entre tus sueños.
Seran breves mis siestas
Mis esperos despiertan con tus rios
Pero, pero como serán mis despertares
Pero como seran mis despertares
Pero como seran mis despertares
Cada vez que despierte avergonzada
Cada vez que despierte avergonzada
Pero como seran mis despertares
Pero como seran mis despertares
Pero como seran mis despertares
Cada vez que despierte avergonzada
Cada vez que despierte avergonzada
En “Cardo o ceniza” es ERNESTO SNAJER quien hace uno con dos. No afloja la percusión en la chacarera, bien señalada, pero es la cuerda de la guitarra, cortante, la que teje abrupta y a la vez melodiosa el decir de suavidad y vigor de Condomí. A veces parece que Snajer flamenquea un algo pero la resonancia se desvanece y retoma lo folklórico. Hay toque fibroso y metálico en el músico, que rasguea como un eco de fugaz de Ry Cooder y Eric Clapton de ruralidad argentina, del norte pero también pampeana, definida como guitarra macho. Que sabe ablandarse sin aflojar cuando ella comienza con la suave angustia ante la duda de no saber sobre despertares con pudores tras el amor de los cuerpos calientes.
“Tanto amor y avergonzada” repite ella en estribillo, pero -creo- no por pudor por lo cálido vivido sino por la vergüenza del quizás encontrarse sola al despertar o bien de haberse diluído en el placer. Hasta allí la llevó el cuerpo bien en amor de carne y ternura calientes, o porque la muerte solo se hace esfumatura de conciencia de orgasmo si la entrega mujeril es mucha y deseada, confiada, y no afloja en la ternura y pasión. Que no hay otra, solo el despertar avergonzado tras la comprobación de sospechas cálidas en la piel contra piel, en piel junto a piel y que al derogar conciencia y Yo nos hace sentir frágiles no ya como sujetos de muerte -que aparece de nuevo- sino de placer de amor. Pocos esa suerte, y pocas, también. De ahí quizás cierta ambigüedad de Condomí al reclamar en casi ruego lo que desea y a la vez suponer pudor cuando recuerde lo ya sentido para siempre.
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