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La muerte y la mercancía circulan en el mundo. La sexualidad con su deseo de vida se filtra y brota, entre la Covid-19 y el dolor. Lo carnal se hace virtual. Lo sexual se mercantiliza como evacuación, como desahogo presunto. Acumula tristeza, en verdad. La onanista que muestra, el voyeur desolado que compra imágenes. La exhibicionista aislada que vende en el mercado a distancia, y al tiempo que gana unos pesos cree que se ha liberado, más. Nunca más objeto que hoy. Solo que en el espejo, en la imagen de pantallita. El papel fotocopiado de una mujer. La sobrepermanencia de una conexión en lejanía e imaginaria, sin comunicación real, sin cuerpo. La mercantilización de imágenes de culos y tetas desnudas ofrecidas por digital web se asoma a una forma de prostitución. Las mujeres que se dicen empoderadas que optan por mercado libre, mercado pago. Se diluye el sexo, se diluye lo amatorio, se diluye la subjetividad. La Covid desafectiviza en tanto se hace resonancia en la miseria del intercambio de cuerpos que no se consuma.
AMILCAR MORETTI
Modelo: MACA (sesioné con ella presencial, por largas horas, dos jornadas)
