Ya he dicho que en mi trabajo la distancia entre el disparo, la toma -shot, en inglés- y la imagen a componer, fotografiar y disponer en progreso a la manera de pintor, pincelada tras pincelada y capa sobre capa, es global, total. Nunca sé qué ha de resultar de la mirada a través de la cámara, la «vista previa» registrada al comienzo, al momento de disparar la cámara. Es impredecible. Tengo apenas el tópico, difusa línea de la trama. Puede que posea una idea previa pero, en todo caso, no es precisa y, menos, limitada. Es ilimitada como imprecisión. No sé qué saldrá al final de todo el ciclo. Puede que acierte y se equiparen imagen original «primitiva» y «salvaje» y el producto tras la cocina de la composición. Lo crudo y lo cocido. Lo que busco y publico es lo cocido, también sujeto a un producto -obra- que no sé casi nunca cómo será y qué sentir ha de producir en la mirada, en el espectador, y en mí otra vez. Ese producto, no lo descarto, puede cambiar y ser otro, pocos, varios, muchos, sucesivos. (sigue en otra entrega).
A. M.
La imagen de tapa -también más arriba- es una edición realizada entre el miércoles 15 y la madrugada del jueves 16 de enero del 2025.
