La mujer sola lleva, casi siempre, la marca en el rostro. No la mujer que elige la soledad, sino aquella que ha fallido en los intentos de no estarlo, o bien lo deseó pero ni siquiera lo ha intentado. La mujer sola se rodea de animalitos, muchas veces, y si bien las hay que pueden ser afables y suaves las que yo he visto y conocido llevan una suerte de acritud de defraudación. Parece, dicen, ser defraudadas. Se les nota más si no trabajan en un empleo que les ocupe muchas horas, o si no han alcanzado el éxito en la escala de la pirámide. La mujer sola puede probar con otra mujer, pero no es esa su cuestión. El tema pasa por haber sido estimulada, alguna vez, o ni siquiera eso, para lograr algo que se había propuesto hacer fracasar. El deseo de la mujer sola es esa sombra de misterio de soledad. Son esas mujeres que no ya solo en Flores, Buenos Aires Capital, cuando salen a caminar pierden sus vaginas en la vereda.
A.M.
(La imagen de tapa (home) fue compuesta por AMILCAR MORETTI en la medianoche del 3 de abril del 2022. BUENOS AIRES).