Aunque la seudoescandalosa jovencita de la canción pop lo había anunciado meses atrás, los organizadores del mundialmente famoso Festival de Cine Porno de Nueva York, en el que se presentan cineastas e intérpretes del género de todo del mundo a competir con sus productos, el tan mencionado en estos días video de Cyrus no es que fue retirado -ni «prohibido», como en algún momento deslizó la compañía promotora de la artista pop- sino que nunca integró la programación. El video en cuestión presenta a la cantante en una supuesta sesión de bondage (técnica de las ataduras con fines eróticos que deriva del shibari japonés, o kinbaku, con el que tienen algunas diferencias en cuanto a refinamiento e historia que solo reconocen los expertos e historiadores). En Japón hay una larga tradición de siglos al respecto y no es tan común en los hogares. Japón tiende a ser una nación puritana que prescinde del sexo placentero por simple recreación. En materia de shibari existen incluso grandes fotógrafos como el maestro mundial Nabuyoshi Araki, con lujosos y valiosos libros editados por TASCHEN, la casa acaso más refinada y costosa en la venta de bibliografía de arte y otras disciplinas como arquitectura, diseño y naturaleza.
Lo de Miley Cyrus se parece más a una suerte de aprovechamiento de la docencia popular o masiva -masisa, mejor, aunque para clase media- a partir de la malísima película «5o sombras para Grey», que sugiere tenuamente algunos trucos para amas de casa o profesionales universitarias (siempre bienvenidos) muy absortas en el dinero o las crianzas de chicos. «Trucos» que, claro, en la intimidad de la pareja son legítimos. El «caso Cyrus», si bien se conocía desde febrero pasado, alcanzó ahora cierta repercusión al hablarse de que su obra fue «retirada» del Festival Internacional de Cine Porno de Nueva York, a efectos de hacer creer que su audacia y explicitud eran tantas que ni en un encuentro de ese tipo se animaban a exhibirlo. Una típica maniobra de promoción, burda para los que conocen algo de cine, moda y publicidad. En «Tongue Tied», la piba Miley Cyrus, siempre con sus chiquilinadas que van desde mostrar las nalgas o hacer aspavientos con una teta sin cubrir o simular un movimiento pélvico heterosexual en el escenario (ella se ha declarado cercana al lesbianismo, pero esto mismo puede ser tomado como una experiencia adolescente, mientras en los últimos tiempos se la vio con un acompañante varón aparentemente hétero). Cyrus aparece con su eterna lengua afuera, como desafío de adolescente, y la parte de abajo de una bikini. Sus pechos se muestran con unas bobas y muy de mal gusto cintas adhesivas negras para ocultar sus pezones (recuerda los rígidos y anticomunistas años 50 del siglo pasado). En algunos momentos se ven cintas similares que la tironean o envuelven, más bien la ocultan, mientras ella hace unas demostraciones gimnásticas siempre sobre fondo negro (llamado «sinfin») en grabación de estudio. Nada nuevo a la lista de falsas y aniñadas provocaciones en Cyrus en los escenarios, como presentarse con dildos inflables gigantes o darse picos en los labios con alguna otra estrella de esa farándula, lo que hace delirar a las adolescentes y púberes. Madonna lo hizo, para citar un ejemplo reciente, hace 25 años ya. Cyrus no inventó nada, y muy lejos está de ello.
En cualquier perfomance e instalaciones de arte con participación humana y todo lo que suele verse en cualquier gran bienal artística del mundo son más audaces y frecuentes las demostraciones sexuales o erotizantes explícitas, sin que nadie plantee reparos. El que va a una muestra de arte, así sea porno, se siente eximido de cualquier observación moral y las obras expuestas, por incidencia del espacio de exhibición que las cobija, opera una especie de legalización (si fuera necesaria en regímenes de censura), legitimación y hasta la purificación sobre la producción del artista, palabra esta última muy cuestionada en las últimas décadas porque historiadores y pensadores ponen en duda que exista lo que hasta 1900 se llamó arte con cierta certidumbre.
AMILCAR MORETTI
Periodista, crítico de cultura y cine, fotógrafo con autoría en imágenes de desnudo femenino.
La Plata-Buenos Aires.
Las fotos que siguen, y otras más, pueden verse en el DAILY MAIL DEL REINO UNIDO: