ROW se conecta con él. No es cierto que el amor no incluya -remanente, acaso- de un sentido de propiedad. Esa posesión es ilusioria y depende del esclavo. Y del amo. No necesariamente incluye la violencia, pero sí el ejercicio del poder. La genética disuelve el antiguo concepto positivista de Naturaleza. Y así, el varón masculino se empantana en la destitución progresiva. El amor es una ilusión en que alguien supone al otro poseedor de lo que le falta. E igual, el otro, para con la “víctima”. En el amor se necesitan víctimas y amos, que se intercambian. Está la estrategia de poder del débil. La masculinidad destituída y asediada es síntoma de la cuestión central, la más revulsiva, la heresexualidad gozosa, creativa y recreativa permanente en su irresolución deliberada. La diversidad sexual surge de esa irresolución subversiva, y la desvía. Un aliento del sistema ve en ello tanto una representación para ganar tiempo hasta que todos sean mercancías, pura virtualidad, de un capitalismo financiero algorítmico, burocrático y autoritario. (AMILCAR MORETTI)