“CLOVERFIELD”, la confraternidad confronta con la sangre y tortura de Mel Gibson. Domingo 29 de diciembre, a las 23,35, por Space, señal de TV cable.
Escribe
AMILCAR MORETTI
(fragmento en adelanto de la nota que publica el diario EL DIAde la Argentina este domingo 29 de diciembre en la sección Espectáculos de su Revista Dominical)
A esta altura creo que muchos saben que “La Pasión de Cristo” (2004) de Mel Gibson me produce gran rechazo, no por la figura del protagonista en la ficción (y en la realidad) ni por el cristianismo ni el catolicismo. En cualquier caso, me produce gran malestar y descontento el “cristianismo” predicado por Gibson, que no está solo, por supuesto. Insinúa algo perverso o psicopático: la purificación por la sangre, por el tormento y la muerte, por la tortura y la ejecución. El “lavado” con sangre. Se sabe que la sangre mancha y tiene olor. Chorros de sangre y penurias y torturas. Me quedo al respecto con el Tim Burton de “Sweeney Todd”, la del barbero que hace correr ríos de sangre –también por goce de venganza, pero sin solución final, casi a la manera de un Hitler anarquista e individual, al estilo de Unabomber, aquel real de las cartas con explosivos.
“La Pasión de Cristo”, FX a las 23,30.
Gibson plantea la purificación del hitleriano, hagamos la “limpieza por la sangre”. A la misma hora que su película por Space va una “navideña” que me parece más entretenida, más reflexiva, más humanista y menos sangrienta no sin que haya mucha destrucción. ¿Están preparados?: “Cloverfield”, estupenda película. Graduados y ejecutivos jóvenes que celebran con algunas angustias sus nuevos futuros (toda su vida, tal vez) y de pronto algo planetario sucede: cae una “Cosa” que comienza a destruir todo, que nos involucra a todos, débiles y poderosos, militares y empresarios, empleados y desocupados, intelectuales y niños, curas y Vaticano, Estados Unidos y Siria. Es en Nueva York, pero puede suponerse que el apocalipsis ha llegado y no habrá futuro.
Todo se destruye y solo quedan, gradualmente, de a poco, los gestos de arrojo, coraje, miedo, atención por el otro, acompañamiento, el tibio calor de un abrazo en el final-final. Es “cristiana”, apocalíptica pero cristiana. Desafío a un debate de porqué “Cloverfield” es más humanista cristiana que Gibson. O, simplemente, porqué se trata de una película que apunta a otra cosa que a la superficie del “monstruo” que nos dicen que vendrá, o que al final vendrá de verdad, sino al centro dramático y humanista que desenrolla ese advenimiento terminal.
No sé si hay sensación de “castigo por los pecados del hombre”, no creo en esas cosas, en especial cuando hay quienes se erigen en conocedores y magistrados de la categorización de los “pecados” (de los otros). Pienso que “Cloverfield” apunta a un asunto más profundo: al “darse cuenta”, cuando ya no hay remedio sino apenas el gesto de tomar la mano del otro, o bien antes, mucho antes, mientras los actos de cada uno –convencidos por los categorizadores de pecados- nos llevan a ese final-final, del cual no saldrá nada o saldremos, con suerte, de las cavernas. Y ahí ¿qué haremos? ¿Repetiremos la misma historia?
“Cloverfield”, domingo 29, Space a las 23,35.
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Trailer Cloverfield – Monstruo
chilecultura
Subido el 26/12/2007
Director: Matt Reeves
Estudio: PARAMOUNT