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SOBRE ACOSO EN EL ACTUAL MOVIMIENTO DE DENUNCIAS Y RECLAMOS FEMENINOS. Escribe AMILCAR MORETTI

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Política

 

 

SOBRE UNA AUSENCIA EN EL ACTUAL MOVIMIENTO DENUNCIATORIO DE MUJERES

 

 

Por
AMILCAR MORETTI

 

 

                AMILCAR MORETTI. AUTORRETRATO, 2017.web2 DSC_2447Este es un texto sobre política. También un texto político. Llama la atención que en el énfasis y apasionamiento actual del movimiento de mujeres contra el acoso y abuso sexual no se haya hecho pública ninguna denuncia o reclamo entre mujeres. Es decir, que incluya única, y de modo exclusivo, a mujeres, en el amor y sexualidad entre mujeres.

                 Uno de los pilares de la nueva conceptualización del amor y el sexo sostiene la íntima relación entre esas dos  nociones y factores con el Poder. En el acoso y violencia sexual hacia los débiles (o vencidos, en el típico caso de prisioneros de guerra), aquí mujeres, se hace uso del poder sobre el otro, el dominado, la acosada, la violentada, la violada. El goce (perverso) reside en el ejercicio del poder del sometedor sobre el sometido / a, se interpreta.

                        Dado que en una primera observación de los rituales, ceremonias, acercamientos, acciones y compromisos de la sexualidad o vínculos amorosos, cualesquiera sean, entre mujeres, se advierten  coincidencias y semejanzas con los clásicos procedimientos de cortejo, insistencia incluida, característicos entre varones masculinos heterosexuales y mujeres femeninas heterosexuales, cabe y es obvio inducir que el Poder está presente y se ejerce en el amor o sexualidad afectiva y amatoria entre mujeres. Puede que haya grados de sutileza en los diferentes recursos, géneros y experiencias, como también los hay entre masculinos y femeninas héteros según el refinamiento y saber y experiencia acumulada en los procedimientos de seducción y práctica y vida amorosa (recordar las obras de Stendhal, Flaubert, Casanova, al respecto, como un acercamiento a la cuestión).

           De cualquier modo, el Poder y su ejercicio están presentes en la relación amatoria y de seducción y práctica sexual-amorosa entre mujeres.

       Aunque Hollywood -constituido como fábrica de sueños y fantasías- no pueda nunca ser una base sólida para un movimiento orgánico de ideas y políticas y haya sido instrumentalizado con eficacia como usina de propalaciones cambiantes según las épocas -muchísimas veces con elaboradísima estética y siempre muy dependiente, y hasta determinado, por ciertas etapas del capitalismo global concentrado, industrial en serie o financiero-, lo cierto es que, en esta etapa, al menos de manera pública y notoria, no ha derivado como fuente (endeble) hacia  conocidos reclamos, denuncias, versiones o siquiera rumores sobre acosos y abusos sexuales entre mujeres. Llama la atención esa ausencia o vacío, mucho más aún dadas la ostensible revelación o al menos su notable mostración pública en los últimos tiempos del antiguo y conocido amor y sexualidad lésbicos.

         Ha habido casos resonantes de denuncias por acoso homosexual entre varones y masculinos biológicos (el  “caso Kevin Spacey”, paradigmático y abundante en motivaciones que alimentan suspicacias variadas-), pero no se encuentra información -repito, de forma notoria en los grandes medios de comunicación- de agresiones, violencias, violentaciones, abusos, acosos entre mujeres. No sorprendería que, en algún momento, surgieran, y claro, que los haya, al menos como una actualización para lo que podría suponerse un equilibrio.

        Eso, salvo que se idealice a la mujer y se la recoloque en el lugar imaginario e ideológico de Madre nutriente y afectuosa, o dama inspiradora trascendente y angelical  de índole religiosa mariana (que tiene su sustento en el espacio específico de la religión monoteísta) o bien de la poética del amor cortés provenzal. No solo sería esto una apelación muy cuestionable e inválida a un central argumento del movimiento de mujeres que ubica esa idealización como un instrumento del dominio sometedor y colonizador de varones masculinos, en especial héteros, sobre la mujer. Asimismo sería una negación y ocultamiento de lo que aparece -aunque sea como intento- en cualquier vínculo amoroso y sexual, también entre mujeres y lesbianas: el Juego de Poder, en cualquiera de sus facetas, destructivas o creativas.

 

 

"LA SIESTA" (1865), pintura del maestro argentino PRILIDIANO PUEYRREDÓN (1823-1870)
“LA SIESTA” (1865), pintura del maestro argentino PRILIDIANO PUEYRREDÓN (1823-1870)

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