Diana no teme. Desnuda, fuma. Mira por la ventana. Tranquila, se desliza. Sabe, pero no está desintegrada por ese miedo creciente, penetrante, disgregador, colonial, que distancia cada vez más a mujeres y hombres, varones. El miedo como colonización. Funciona a pleno -lo han logrado- el conflicto de clases (social), de género y de generaciones».
Modelo: Diana
«Estamos construyendo un mundo negociado de otra forma, pero ahí entra otro tema, que es el tema del feminismo puritano de los Estados Unidos. Entra la cuestión imperial también, entra la colonialidad al interior del movimiento social, porque existen colonialidades al interior del movimiento negro, del movimiento feminista, del movimiento LGBTTTI+, al interior de todos los movimientos sociales está la colonialidad también. Entonces, hay fuerzas que nos presionan para aprender las soluciones del Norte y con eso entra el Norte como una cuña a nuestro mundo, cuando nuestro mundo tiene otras estructuras y otra historia. En el feminismo también pasa lo mismo. El feminismo del Norte duerme con un abogado debajo de la almohada, cosa que yo no estoy dispuesta a hacer. Soy más foucaulteana. Foucault era contrario al abogado en tu intimidad. Contrario a lo público en tu intimidad». (RITA SEGATO)
«Muy preocupadas porque los caminos del feminismo son diversos, algunos extremamente faccionales, fraccionalistas, sectarios, que yo creo que cometen un error. Porque una de las metas del feminismo es el pluralismo, es una sociedad plural, donde haya una pluralidad de sexualidades, una pluralidad de deseos. Entonces, existe dentro del feminismo algo como una enfermedad infantil del feminismo, que es este sectarismo faccional que lleva a querer eliminar al que tiene la lado, gastar más fichas, gastar más esfuerzos y energías en descabezar al que viene al lado con algunas diferencias, que en direccionar a todo el mundo hacia las metas innegociables, como por ejemplo la meta de la descriminalización del aborto que es absolutamente innegociable. Esa no se puede negociar. Entonces, con esta enfermedad infantil que ya Lenin escribió sobre el comunismo, estos feminismos pueden hacer un daño muy grande al camino que hemos construido a lo largo de los últimos sesenta años de producción teórica, de una gran sofisticación y de reivindicaciones y de conquistas, y del momento presente que es extraordinario, con la cantidad de niñas, sobre todo niñas, futuras votantes, niñas de doce, trece, catorce, quince años, que votarán en un futuro próximo y que están en la calle y que saben explicar muy bien por qué lo están. Todo eso se puede perder con esa enfermedad infantil, que se origina en una falta de reflexión profunda en estos temas».
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Rita Segato: “La politicidad feminista no puede ser una política del enemigo”