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AMILCAR MORETTI

                    Hay dos tipos de mujeres, por ahora. Uno te cubre todo, se echa encima tuyo y te cubre totalmente. Puede asfixiarte, matarte por ahogo. Puede cubrirte y protegerte de rayos de centellas en noches de tormentas y tsunamis. Puede darte calor. O enfriarte, transpirarte y congelarte. Dos tipos de mujeres, dije. El otro tipo, también puede echarse encima tuyo, si es que lo hace. Puede también dejarte tirado en el camino, en la cuneta y morís ahogado por el agua de lluvia no drenada en las cunetas. Pero, en caso que se eche encima tuyo depende de la temperatura lo que puede hacer, puede hacerte, puede pasar. Depende mucho, todo depende, se sabe. Bien. Se echa encima tuyo y te tapa de cabeza a pies, si hay ola polar te salva la vida, y para ello ambos deben estar desnudos. El calor, se sabe, si nos amuchamos  se mantiene estando desnudos, cuerpo contra cuerpo, piel pegada a piel. Si hace calor, la sudoración es copiosa y puedes morir deshidratado. Si graniza, las piedras de hielo las recibe ella (después deberás cuidarla de algún modo de esos golpes del cielo) y puedes conservar la vida, si en la granizada no mueres ahogado, cabeza en el suelo, por el agua del granizo derretido. Doy fue: a mí casi casi me sucedió eso, en la ultima gran granizada en mi ciudad, en el verano del 2009. Las piedras de hielo eran como manzanas y te rompían el cráneo si no te cubrías. Abollaron todos los autos y rompieron todas las persianas, así de grandes eran.

                  Tengo un conocido, almacenero de mi esquina, que le sucedió algo semejante: conducía su auto camino a Magdalena, desde La Plata, por la sinuosa ruta. Era de noche. Se le cruzó un caballo, lo embistió y el animal quedó arriba al capó, estrellado contra el parabrisas. El auto giró y fue a parar a la cuneta, llena de agua de las lluvias recientes. De noche, noche bien oscura porque en la ruta no hay iluminación. El auto se hundió de punta y de costado, justo el costado izquierdo del volante. Mi conocido almacenero quedó atrapado: el motor que se cabía corrido hacia adentro y las butacas destartaladas. Trató de salir, en la oscuridad, pateó la puerta que quedaba en superficie, sobre el agua. En vano, no se abrió, y tenía el agua en la mejilla, torcía la cabeza para no ahogarse, acostado en lo que habían sido los dos asientos delanteros. Le dolía todo el cuerpo, aunque sin fracturas (se vio después), se agotó de tanto patear y pronto se quedó sin aire por gordura y falta de ejercicio con problemas coronarios. El auto se hundía centímetro a centímetro en el barro y agua de lluvia de la cuneta. Así transcurrió una hora o más. Ya casi no podría mantener la cabeza en superficie y la nariz le rozaba el líquido purulento dispuesto a ahogarlo. Pedir auxilio a gritos fue en vano por la soledad del campo en medio de la noche. No circulaba nadie por la ruta. Después, me dijo, comenzó a quejarse de dolor. Me confesó que tuvo miedo pero se resignó a morir así, miserablemente, con insignificancia en la  mierda pastosa. Pasó un camión gigante, frenó ante el caballo muerto en la ruta, Vio el auto en la cuneta de punta y lateral. El camionero, forzudo y con fierros lo sacó y lo arrastró hasta la ruta. Cruzó el camión en el camino. Puso las balizas y llamó a la policía y ambulancia. Mi vecino ya no tiene el almacén de la esquina pero está bien, convaleciente de otras cosas pero bien de ahogamiento en cuneta.

                    Así las cosas, cuando el segundo tipo de mujeres cuando te cubre con su cuerpo, también puede que te llene de besos y caricias, y te Salve. Te vuelve a la Vida en Serio. La Vida Seria. La Seria Vida. No la banalidad de lo cotidiano, la intrascendencia de los días intranscendentes de la gente común y corriente. No es un cuestión de sexo. O sí, lo es. Mejor: no es una cuestión de genitalidad. Es una cuestión del erotismo amatorio, amante, amador. Alguien, una mujer, te ama y te recibe y te cubre. o te cubre todo recibiéndote en ella. Días pasados, a propósito de un presidente y el acto de nacer del humano, en sentido freudiano, una psicoanalista citó al prestigioso vienés:  “(…) lo malo es, en un comienzo, aquello por lo cual uno es amenazado con la pérdida de amor; y es preciso evitarlo por la angustia frente a esa pérdida”. La psicoanalista completó su decir: 
                   «Con el nacimiento se produce el encuentro de un ser desvalido con el Otro maternal que lo recibe, más allá del género que éste porte. Las experiencias iniciales de dolor, su propio grito vivido como extraño y la presencia/ausencia del que lo socorre se articulan en un entramado psíquico; lo que se recibe del Otro se convierte, así, en signo de su amor. En este punto, cruce entre el desvalimiento y el Otro, Freud ubica “la fuente primordial de todos los motivos morales”. Es la amenaza de perder el amor del Otro lo que funciona como traumático, en tanto esa pérdida deja al sujeto inerme ante estados de excitación que no pueden ser calmados ni por la vía de la descarga ni por la vía de la tramitación según el principio del placer. El peligro ante el cual se angustia el niño, para Freud, no es la pérdida de objeto en sí sino que ésta implica no poder con las magnitudes crecientes de estímulos a la espera de tramitación. El prototipo de esta situación es el trauma de nacimiento y su respuesta de agitación motriz, modelo del ataque de angustia. El infans es rescatado del caos inicial por el amor, la significación, el sostén del Otro. En Freud, motivos morales, renuncia y Superyó arman una serie en el camino de la humanización, que se enmarca de acuerdo a los requisitos de la cultura de la época: “(…) lo malo es, en un comienzo, aquello por lo cual uno es amenazado con la pérdida de amor; y es preciso evitarlo por la angustia frente a esa pérdida”. El peligro, entonces, está en la excitación invasora e intramitable».

https://www.pagina12.com.ar/756734-la-obscenidad-reiterada-en-el-discurso-de-milei  

 

NO ES PAÍS PARA DÉBILES Y VIEJOS. ¿CUÁL?

 

CHIGURH POR ERNESTO PERLINGEIRO. 2019.

https://www.zbrushcentral.com/t/anton-chigurh/212047

 

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