No hay diversidad si no hay heterosexualidad que ampliar, variar o enriquecer. Todo pasa por las políticas mundiales de despoblación en marcha. Una eugenesia que se normaliza merced a la fascinanción que ejercen las nuevas tecnologías.

La crucialidad de la cuestión de la sexualidad en el siglo XXI, con cibernética, biotrónica, genética, neuroquímica, no pasa por la diversidad. Pasa en cambio por lo heterosexual y su placer y goce así como reproducción. No hay diversidad si no hay heterosexualidad que ampliar, variar o enriquecer. Todo pasa por las políticas mundiales de despoblación en marcha. Una eugenesia que se normaliza merced a la fascinanción que ejercen las nuevas tecnologías. Estas instrumentaciones técnicas, iniciadas en la Alemania de los 30 y 40 del siglo pasado, apuntan a una Fabricación de Vida que poco y nada tiene que ver con el Amor -al menos en la forma en que aún intenta interpretárselo- ni con la heterosexualidad. Ni siquiera con la Heterosexualidad Afectiva. Ya no solo no es imprescindible el hombre, el varón masculino, tampoco ahora es necesaria la mujer. Salvo en minorías autocentradas que se manejan con lógicas de mercado -sálvese quien pueda- y tecnocracia reaccionaria.
AMILCAR MORETTI



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The cruciality of the question of sexuality in the 21st century, with cybernetics, biotronics, genetics, neurochemistry, does not go through diversity. Instead, it goes through the heterosexual and its pleasure and enjoyment as well as reproduction. There is no diversity if there is no heterosexuality to expand, vary or enrich. Everything goes through the world policies of depopulation in place. A eugenics that is normalized thanks to the fascination exerted by new technologies. These technical instrumentations, initiated in Germany in the 30s and 40s of the last century, point to a Manufacturing of Life that has little and nothing to do with Love – at least in the way it still tries to interpret it – or with heterosexuality. Not even with affective heterosexuality. Not only is the man not essential, the masculine man, neither is the woman now necessary. Except in self-centered minorities that are managed with market logic – whoever may be saved – and reactionary technocracy.