¿Qué se muestra cuando se muestra? ¿Qué se mira cuando se mira? Lo primero, mejor, es aquí escuchar el saxo de Coleman Hawkins, el viejo Coleman, en «Aveces me haces feliz». Y es cierto, a veces, pocas, estas chicas fotografiables pueden hacerte feliz, supongo. Salvo la felicidad del acto fotográfico en sí, no me ha pasado, pero pienso que -según su apariencia- pudieran hacer feliz, a veces, a alguien. «Poor Butterfly», ¡Pobre mariposa! Deben ser mariposas de la noche, que se queman con luz. Pero, pero… ¿qué se muestra cuando se muestra? o mejor: ¿qué se ve cuando se mira? O tal vez: ¿Qué se mira cuando se ve? ¿Se mira? ¿Sabe mirar la gente? A mirar se aprende, se enseña, se estudia. Tener mirada fina, sutil, inteligente, sensible, analítica, perceptiva es algo que se aprende y debe estudiarse mucho. No cualquiera tiene mirada. Además, están los perceptivos que captan y te hacen daño. Esos son los psicópatas. Yo me refiero a la mirada como acto estético-intelectual. Y como goce, goce de lo hecho por el hombre, por lo lindo del humano y goce de lo natural aún no estropeado.
Las fotos que publico hoy soy inéditas. Acabo de editarlas esta madrugada de martes 12 de noviembre, mientras escuchaba a Hawkins. Creo que se las debe apreciar escuchándolo. Primero Play en los videos de YOUTUBE y luego a ejercitar la mirada. No pajearse o escandalizarse, aunque cualquiera es libre de hacerlo. Pero no deseo tales asuntos comunes en este caso, mi caso y mis fotos: esa chica en la cama, juguetona, irresponsable, quizás fumada, desafiante, haciendo el juego de la histeria despreocupada, como si no le importase. Historia complicada, con abusos infantiles por allí. Por lo que recuerdo, y al estudiar las fotos (miles en tres largas sesiones), fue haciéndose cargo de la situación y tomó las riendas a través de la vagina. La vagina como poder. Y la prohibición explicitarla de no cogerla. Inventó, contó innumerables aventuras. Pero aclaró de movida al fotógrafo que eso que hacía no significaba que iba a tener sexo. Boba, inexperta, alardeó de emancipación -lo hacen muchas, como para asustar (están acostumbradas a «asustar» a sus padres)-, pero eso significa solo el miedo que tienen y que necesitan demostrar que son sus cuerpecitos y conchitas las que valen. Tiempo después hizo uso del desprecio. Después, como sucede siempre si uno quiere, se humilló, se enojó, pidió, rogó, reclamó, puteó y un montón de terranalidades más que forman parte de la miserabilidad de todos.
Pero, pero…¿qué se mira cuando se mira un desnudo de mujer? ¿O qué se ve cuando se mira la representación gráfica de un desnudo de mujer? ¿Se mira? ¿Hay mirada preparada para mirar? ¿O solo se ve con ceguera y cerrazón cuando se intenta mirar sin saber? Boca abajo, una chica juega sobre una cama, y abre un poco las piernas. Sabe qué hace. Nadie se lo ha pedido. La dejo, la dejé hacer. Ella era dueña. Era yo plenamente consciente de que el material servía, y de que si ella tenía un «plan», sus mismas imágenes -a mi entender expresivas- podrían apresarla. Esa piba, una mesera de bar, no lo hacía por el dinero. Lo suyo era la desorientación. Jugar sin consecuencias. Conmigo fotógrafo se puede hacer, lo hacen, las dejo, aunque me enoje, después. Me queda la reserva, el material recogido. Que sé que es bueno. O lo otro es miseria.
¿Qué miro cuando miro ahora estas fotos? Pienso en el camino hacia la hondura, la negrura, el misterio. Es el camino del que venimos, como un agujero negro, aquí. Y no será el camino por el que nos iremos: nos pudriremos, no muy lentamente, y no vendremos más por el camino, hondura, conducto ya no oscuro sino cálido, húmedo y rosado. Si tenemos suerte venimos, sí, de ahí: una cueva húmeda, rosada, cálida, que nos quiere, que promete que nos va a ayudar cuando irrumpa la luz y nos quedemos en bolas, babeados e indefensos en la sala de parto, fría y sin saber nada. Pero no sé. A veces eso no se da. Está la salida. Y luego la entrada, de nuevo, que nos cobija o nos rechaza. Intentamos volver a entrar, lo hacemos cuantas veces podemos, pero no podemos quedarnos más. Cuando se salió al principio esa parte es para siempre. Por un tiempo. Después, el polvo. Ingresaremos por tiempos cortos en esa negrura que puede ser profunda, tibia y rosada. Mojada. Pero el sueño de lo perdido, perdido está, porque los sueños existen solo en los sueños. Y cada uno sueña por sí mismo. Eso es lo que miro. Miro como se sueña. Una fotografía de mujer desnuda y linda es eso. (AMILCAR MORETTI, madrugada de un martes 12 de noviembre del 2013)
Modelo: Meli
MAKE SOMEONE HAPPY
Coleman Hawkins Quartet 1962
JckDupp
Subido el 16/02/2011
Recorded: Rudy Van Gelder Studio, Englewood Cliffs, NJ, 16 16 de agosto 1962
Coleman Hawkins – saxo tenor
Tommy Flanagan – piano
Major Holley – contrabajo
Eddie Locke – batería
POOR BUTTERFLY
Coleman Hawkins
Publicado en YOUTUBE el 23/08/2012
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2 Comentarios
What’ll I Do – Chris Botti & Paula Cole
Kate Cat Kate Cat
gran trabajo