La oscuridad puede ser, es, insoportable. Pero también es la oportunidad de prender un fósforo. O raspar dos ramitas, o chocar dos piedras hasta que salte alguna chispa. ¿Se comprende a qué oscuridad aludo, no? Leo a Saccomanno, un novelista argentino, y enuncia una serie de sombrías sentencias de un escritor noruego poco leído en Argentina, Kjell Askildsen (Mandal, 1929). Entre ellas, cito la quinta y la sexta: “Se me cerraron los ojos y vi aquel vasto y desierto paisaje, ese que tanto duele mirar, es demasiado vasto y demasiado desierto, de alguna manera está dentro y fuera de mí”. / “Algo absoluto, tanto en la angustia como en el abandono, algo que de una manera deja en suspenso el tiempo”.
(1)
sol de medianoche
En la oscuridad, que no es poca, hay que ver con qué material, sustancia contamos. Qué llevamos encima y qué depositamos para que prenda la primera llamita. Después es cuestión de esmero y cuidado aplicado. Persistir. Ver como crece el fuego y alentarlo cuando parece extinguirse. Suave pero permanente, con voluntad de hierro, cuidarlo. Hablo de política, también. Esmerarse en ese fuego, aunque modesto, porque en un momento difícil e impreciso es todo con lo que contamos. No es momento de enturbiar el fuego que logró el otro, el hermano, los que estamos alrededor del mismo fogón. A los que tienen ese fuego es difícil domeñarlos, y es cuerdo suscitar su compañerismo y no su furia. Los que tienen ese fuego son incontenibles, implacables y hasta impiadosos para el amor, o el odio.
AMILCAR MORETTI
es difícil (1) https://www.pagina12.com.ar/305761-desesperacion