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(Tratando de acompañar y responder a la nueva etapa)
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(La imagen de tapa fue compuesta hoy martes 4 de octubre del 2022 sobre un original color digital del 2011, hasta ahora inédito)
La discusión sobre la desnudez, el erotismo y la pornografía resurge aún en momentos como el presente, de alta circulación masiva tecnológica. Llama la atención las tensiones y contradicciones que generan estas nuevas tecnologías de comunicación y su convivencia con viejos valores morales (sexuales) que se conservan en las nuevas generaciones, también las franjas de nativos digitales. Desnudo, erotismo y pornografía tienen, a veces, sutiles diferencias, que no todos están habituados a distinguir. Aún las chicas que venden “contenidos” (sexuales) en las redes (anti) sociales no se hacen cargo de esta manera de percibir el cuerpo, sobre todo el propio, el femenino. También esas redes (anti) sociales venden “servicios” (sexuales), que en muchos casos no se encuadran en lo que podría denominarse prostitución tradicional pero que está ahí cerquita. Todo bastante confuso y dificultoso de definir, siempre en los bordes. No obstante, la culpa y la histeria, la neurosis, siguen vivitas y coleando.
Hay chicas que en las plataformas digitales más conocidas y extendidas muestran sus habilidades con el cuerpo, en general combinación de gimnasia y danza a la manera “street” y hollywoodiana, y se consideran y son consideradas exentas de cualquier sospecha de “inmoralidad”. Hasta niegan su sensualidad, aunque la muestran y la venden. En una primera primera mirada parece ser que el velo que justifica y permite todo es la virtualidad. La digitalización inhibe el poner el cuerpo. Hay una exhibición y un intercambio en la que no se pone el cuerpo, el lomo. Entonces, no sería prostitución. Hay sí un exceso de erotización sin descarga en sexo que transita entre el puritanismo, la represión sexual y la vapuleada moral burguesa, ambigua y ambivalente siempre.
AMILCAR MORETTI
Imagen compuesta por AMILCAR MORETTI el 4 de octubre del 2022. El original fue registrado a mediados del 2011 y nunca fue editado o publicado de cualquier forma. BUENOS AIRES.
